martes, 29 de enero de 2013

Cincuenta

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A menudo se desesperan quienes esperan demasiado de los otros; algo menos de sí mismos.
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A menudo se desesperan quienes esperan demasiado de los otros, nunca de sí mismos.
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La desesperanza es la madre de todos los rencores.
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7 comentarios:

  1. Saber que no se ha de esperar nada de los otros es un síntoma de una sólida inteligencia emocional -esta inteligencia tan moderna que lleva toda la vida llamándosele sentido común-.

    Eso sí, la desesperanza comparte maternidad con el desamor y el despecho, en lo que a todos los rencores respecta. ¿No?

    Un abrazo,

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  2. Puede que también se desesperen los que esperan demasiado no solo de los otros sino también de sí mismos. Que haberlos haylos.
    Yo creo que a veces la desesperanza no produce rencor, sino una irreversible sensación de derrota.
    Un beso desvelado, MegaMaga.

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  3. Pedro, muy cierto. El desencanto solo genera desencanto. Y tristeza, claro. Abrazos

    Freia querida, poquitos, mucho me temo. Pero esos valen lo que tres (y hasta cinco). Un beso fuerte y animoso

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  4. Gemma, no esperes mucho de este comentario, a menudo se espera inteligencia en ellos. Aunque me exijo, tal vez no lo necesario.

    Tener buena memoria es también estar cerca del rencor.

    Esperanzado abrazo

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  5. Todo viene a ser como que me lo den hecho, un mal común que partiendo del individuo puede poner en jaque un país.

    Abrazos

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  6. Justo el otro día leí en "En casa", de Marilynne Robinson, varias páginas dedicadas a "lo que se espera" (como las palabras de san Pablo ¿no? "He combatido...."). Te copio un par de ellas, es una conversación de un padre, que es predicador, con su hijo adulto, Jack, hijo pródigo (igual la has leído). El padre le dice: "debes dejar a Dios la decisión de qué mereces. Piensas demasiado en ello, en qué mereces. Creo que una parte del problema está ahí". Más adelante dice su hijo: " Creo que la esperanza es lo peor del mundo-intervino Jack- lo digo en serio. Mientras dura, hace de ti un estúpido. Y, cuando desaparece, es como si no quedara nada de ti". Esto último es la "derrota" que dice Freia.
    Un beso fuerte

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  7. Sergio, sin memoria no hay rencor, estoy de acuerdo. Ni vida apenas, valga la paradoja. Besos

    Isabel, un mal fruto de la sociedades acomodadas y acomodaticias que hemos heredado, mucho me temo. Más abrazos

    María, me parece muy lúcido todo el fragmento que nos copias. Gracias y un abrazo fuerte

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"