martes, 26 de febrero de 2008

Verdadera naturaleza

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Cuando era niña le gustaba morderse los labios hasta provocarse llagas; las uñas hasta el límite mismo de rompérselas; los dedos hasta hacerlos sangrar.

Ahora que es ya mayor le gusta pintarse los labios para redefinirlos; las uñas para aumentarlas; los dedos, de negro tiznado, para devolverlos a su verdadera naturaleza de bruja piruja.

6 comentarios:

  1. Cuando el tiempo era un océano inagotable, hacerlo peligrar.

    Cuando el tiempo ya no es tanto, mantenerse.

    ¡Qué tierna bruja!

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  2. ...edos, de negro tiznado, para devolverlos a su verdadera naturaleza de bruja piruja que esconde un hada pizpireta que en vez de varita toma un lápiz y escribe, escribe y escribe cuentos donde descubre su verdadera nat...

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  3. ay Mega...me he quedado leyendo el texto una y otra vez con ganas de ponerte algo y sin saber muy bien el que...
    solo que me gusta...mucho...

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  4. Nán, Joseba y María, gracias por vuestros comentarios.

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  5. Aquí está, está, está el conejo de Alicia que siempre llega tarde.

    ¿Eso quiere decir que cuando llegamos a cierta edad perdemos la capacidad de cambiar las cosas y sólo las maquillamos? ¿O quiere decir que antes intentábamos maquillarlas, cambiándolas y ahora las dejamos aflorar? ¿La bruja piruja es la que dejar crecer y pinta sus uñas o, por el contrario, la que muerde y hace sangrar?
    Jeje y luego resulta que es a mí a quien le gustan los trampantojos... No está tan claro tu texto como parece, no está tan claro.
    Abrazos mordidos y pintados

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  6. O quiere decir, tal vez, que la infancia muestra la naturaleza de las cosas en estado puro; mientras que la edad adulta maquilla esa misma naturaleza para realzarla, adornarla, decorarla, embellecerla, en definitiva...

    Ahora bien, la bruja aunque se vista de seda, bruja se queda...

    ;-)

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"