martes, 2 de noviembre de 2010

Con su mismo rostro



Nunca me propuse agradar como vosotras. Esas funciones subsidiarias no iban conmigo. Mi destino había sido perfilado muy otro desde el principio, determinado como estaba a achantar ánimos y bríos feroces, a fin de lograr que aquellos hombres engañosos no nos sojuzgaran en exceso; porque ¿cómo, si no, íbamos a poder hacerles frente? Mientras vosotras bailabais y seducíais con vuestros colgantes y afeites, alguien había de convencerlos de que sus esfuerzos eran vanos; persuadirlos al cabo de que su pronta derrota era cosa segura. Como la rabia que nos reconcomía el cuerpo entero. Decírselo sin aderezos, con su mismo rostro desfigurado, ese propio que guardaban bien adentro.



domingo, 31 de octubre de 2010

Espejito mágico



-¡Pssst!
-¿¡!?
Pssst, pssst, sí tú!
-¿Yo? ¿Qué pasa?, ¿qué quieres?
-¿Te importa si te pregunto algo?
-¿¿!!
-¿Podrías decirme, si no es mucha molestia, cuál de entre nosotras es la más bella?

lunes, 25 de octubre de 2010

La máscara parlante



Dos ojos de fuego en mitad de un rostro encendido me miran, insolentes, por entre los cristales del local. "No pienso hacerlo", le digo de pensamiento, "no insistas". Pero insiste, como era de esperar. De sobra conoce que su sonrisa sellada en brillante dentadura no tiene parangón.



lunes, 11 de octubre de 2010

Cuerpo de luna



Con el calor de estas manos bruñiré tu cuerpo de luna para que la noche amanezca sin astros, llena de ti.


* De los cien escalones (L100e) que recorre Nano, el décimo dice lo siguiente:

Diez

Prefiero tu silencio a mis palabras banales.

Callemos juntos.

Que no nos quede más consuelo que el recuerdo de un calor confuso.


** La espléndida ilustración es de Veronica Leonetti, procedente de su bitácora La muerte del espejo.

domingo, 3 de octubre de 2010

No lo sabemos

...

NOS TOCA QUERERNOS SIN LA PIEL

Ahora que mi olor ya no te duele

y que no sangras reproches,

la culpa me suelta el cabello.

A las heridas, lo sabemos,

las maquillará el tiempo.

Bien se puede decir

que nos hemos sobrevivido.

Al fin y al cabo

nunca tuvimos mapa.

ARACELI ESTEVES

..

..

Y un contrapoema...


NO

LO

SABEMOS

Nu

nca tuvimos

que

maquillarnos

el

olor

.

Mi tiempo

sangraba

cabellos y

heridas,

reproches

al fin

y al cabo; ahora,

ella

,

la

piel que

nos

soltamos

sin

culpa, ya

no

te-me-le

duele.

Podría decirse

que nos

toca querernos... Bien.

Hemos sobreviv

ido

a los

m

apas.

* El poema, inédito, pertenece a Araceli Esteves, de El pasado que me espera. La foto es de Cándido Del Puente, y forma parte de una serie que se titula "Juguetes abandonados".

..

domingo, 26 de septiembre de 2010

La vagabunda




He vuelto a reconocerla. Hoy, sin ir más lejos, estaba sentada en el banco de los borrachos. Fumaba un pequeño cigarro a sorbos, como buscando recomponer sus fuerzas, o el ánimo intacto que alguna vez tuvo. Fingía no haberme visto. Aunque no la conozca personalmente, suelo encontrármela a diario al salir de casa. Si no la veo, la busco hasta dar con ella. Siempre que toma el camino que corre paralelo a la vía de la estación Julius-Leber-Brücke se embosca para beber a solas, a sus anchas. La he visto hacerlo en más de una ocasión. Se traga a morro el contenido de una cerveza tibia, mientras con la otra mano arruga una bolsa de plástico. Da la espalda al mundo para mejor empinar el codo. Es la vagabunda de Shöneberg. Una mujer de mediana edad que parece una vieja. La mayoría de las veces, una rubia alcohólica; otras, sin embargo, una dama solitaria y coja.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Un poema de ruina

Ruina de estrofas

Esta noche, como tantas, hice en sueños un poema.
Y, como tantas también, sólo me quedó al despertar
una ruina de estrofas, de palabras. De esta ruina, trozo en clave,
estos versos como entrañas vivas, me persiguen:
"¿Y, cómo, si eres la constelación final, te has duplicado?".

Juan Ramón Jiménez, Cuentos largos y otras prosas narrativas breves,
ed. de Teresa Gómez Trueba, Menoscuarto, Palencia, 2008, p. 152.


Hice en sueños esta ruina de palabras:
un poema como tantos;
un despertar en clave de versos;

si me quedan como entrañas vivas,
de noche me persiguen sus trozos.


También eres, al final,
como esta estrofa sola;
como estos duplicados de estrofas
y constelaciones.

Y tanta ruina me arruina.


.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"