martes, 30 de septiembre de 2008

Antes del almuerzo

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Una mujer solitaria espera sentada en la terraza de un bar. Final del verano. Toma cerveza y unas aceitunas antes del almuerzo.
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EL PASADO QUE ASOMA: Disculpe, ¿está libre esta silla?
LA MUJER SOLITARIA SIN SABERLO: Claro, puede ocuparla si quiere.
EL PASADO QUE SIGUE ASOMANDO: ¿No le importa entonces si me siento con usted?
LA MUJER SOLITARIA: En absoluto. Por favor...
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En cuanto se han visto, tanto el pasado que emerge como la mujer solitaria han tenido la misma extraña sensación.
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EL PASADO CORPÓREO: Y dígame, ¿espera usted a alguien?
LA MUJER TODAVÍA SOLITARIA: No, qué va. Simplemente estaba haciendo tiempo.
EL PASADO CADA VEZ MÁS RESUELTO: Se lo decía porque tal vez no le importe que yo...
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La mujer sentada no ha visto en ningún momento a ese señor como un seductor. Tampoco lo cree un pelma. Al cabo de un rato tiene que admitir que con muy pocas personas se siente tan a gusto sin motivo.
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LA MUJER ACOMPAÑADA SIN SABERLO: Con muy poca gente se puede charlar sobre cualquier cosa...
EL PRETÉRITO IMPERFECTO: Muchas gracias, es cierto. ¿Cómo se llama?
LA MUJER ACOMPAÑADA : Martina, Martina González. ¿Y usted?
EL PASADO MÁS PRESENTE QUE NUNCA: Gonzalo Martín, jaja, qué cosas.
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Por más que lo intenten, el pasado continuo no consigue acordarse de la mujer a la que acompaña. A ella le pasa igual.

Se hace tarde, así que ese día deciden comer juntos, y al otro también, hasta que ambos se dan cuenta de que podrían compartir un futuro simple. Tal vez uno compuesto con el correr de los años. La mujer, más acompañada y feliz que nunca, le dice que sí.
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domingo, 28 de septiembre de 2008

Un futuro incierto

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Se habían encontrado en el andén un día cualquiera. Ella se dio cuenta enseguida de que tenía su futuro al alcance de la mano, aunque en realidad no supiera cómo abordarlo. Fue entonces cuando el rostro sin rostro se le acercó.
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EL FUTURO: Óyeme. Soy tu futuro, ¿no me reconoces? Mírame bien.
ELLA: Ya veo... No te me acerques más, ¿quieres?
EL FUTURO: Concédeme al menos un minuto...
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Pero no pensaba concedérselo, así que viendo el futuro que si no actuaba rápido iba a perderla, trató de asirla por el brazo antes de que fuera tarde. Fue en vano: a la primera curva del convoy, saltaba triunfante a la vía.

jueves, 25 de septiembre de 2008

La mujer sin rostro

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La mujer sin rostro la había increpado de pronto:
-Óyeme. Soy tu futuro, ¿querrás escucharme?
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Pero no iba a querer, así que en cuanto el metro dio la primera curva, ella saltó.
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Hacía tiempo que lo tenía decidido.

martes, 23 de septiembre de 2008

Frases malabares, 1

I.
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A todos pertenece lo que piensas. Sólo es tuyo lo que sientes. Si quieres que sea tuyo lo que piensas, has de sentirlo.
Friedrich von SCHILLER
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La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.
Friedrich NIETZSCHE
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II.
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A todos pertenece el tormento del hombre. Es el peor de los males. Has de sentirlo. Sólo es tuyo, pues, lo que sientes. Si quieres que sea tuyo lo que piensas, lo-que-piensas, prolonga la esperanza.
Friedrich von Friedrich
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III. Y un poema
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Tal vez proceda de algún
Friedrich ilustre
cuanto sigue:
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A todos pertenece
el tormento del hombre.
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Es el peor de los males.
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Has de sentirlo.
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Sólo es tuyo, pues,
lo que sientes
-piensas, aunque
tampoco estás muy seguro.
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Si quieres que sea tuyo
lo que piensas,
lo-que-piensas, sí,
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deberás
prolongar
la esperanza.
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jueves, 18 de septiembre de 2008

La ronda

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El baile de los Silenos ha querido reconocer, junto a otras bitácoras, el esfuerzo de este blog por comunicarse y ensanchar relaciones dentro de la blogosfera. Como ocurre en toda concesión de premios, a mí me resulta dificilísimo decantarme ahora por sólo unos cuantos, sobre todo habida cuenta de que tengo por costumbre visitar, por lo menos, todos los que aparecen recogidos a la derecha de esta página.
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En esta ocasión, los requisitos exigidos a la hora de conceder el Premio al Esfuerzo Personal 2008 son los siguientes :
  • Colocar la imagen del premio.
  • Mencionar el blog que otorga el premio y vincularlo con un enlace.
  • Proponer -como mínimo- otros cinco premiados.
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Ahí va, pues, mi selección:.
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1. Guarda tu amor humano, de Lara Moreno, un blog de altísima poesía. Para lletraferits.
2. AídARTE, de Augusta ii, conocida en la blogosfera con diversos sobrenombres, entre ellos, el de Ondina Ondeante. Les dejo a ustedes que adivinen el porqué.
3. Apostillas literarias, de Magda Díaz Morales, una bitácora que reseña novedades editoriales, preferentemente ensayos, y literatura en general.
3. Las playas de Siberia, de varios autores, hecha a base de retales literarios y de propuestas de lectura siempre sugerentes.
4. Dardo certero, una de las páginas más singulares que tengo el gusto de conocer.
5. Le télèphone pleure, de Ángel Adanero, porque hablando de esto y de aquello, siempre resulta simpatiquísimo...
6. Ideas y fragmentos, de Xavie. Compuesto, principalmente, por microrrelatos y reflexiones.
7. Extremófilos, del Viajero solitario. Una página de microrrelatos fantásticos.
8. Cuentos mínimos, de Idgie W. Mcgregor. Por lo mismo (y ya van tres...). ;-D
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Si el hurón de Fernando Valls se dejara, les recomendaría La nave de los locos, aun a riesgo de ser acusada de nepotismo... Por lo demás, he intentado dejar fuera a quienes ya habían sido premiados con anterioridad. Que disfruten con las visitas.

sábado, 13 de septiembre de 2008

La velocidad de la luz

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Recién abre los ojos después de la siesta, se ha quedado mirando el vuelo raudo de las nubes tras la ventana de su cuarto. La misma estela de silencio de otras veces le invade hoy el ánimo. "¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?".
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A menudo tiene que levantarse en mitad de la noche para poder contemplar su fulgor estático.
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DESPOJAMIENTO 1
Recién abre los ojos, se ha quedado mirando el vuelo raudo de las nubes tras la ventana. La misma estela de silencio invade hoy su ánimo. "¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?".
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A menudo tiene que levantarse en mitad de la noche para contemplar su fulgor estático.
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DESPOJAMIENTO 2
Recién abre los ojos, observa tras la ventana el vuelo raudo de las nubes; la misma estela de silencio en su ánimo. ¿No podría, ahí fuera, ir la realidad más despacio?
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A menudo, en mitad de la noche, contempla su fulgor estático
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CONVERSIÓN 1
"¿Cómo conservar tu recuerdo?"
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Tras la siesta
recién abro los ojos
me quedo mirando
por la ventana
el vuelo
raudo
de las nubes.
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La misma
estela de silencio
de otras veces
me invade
hoy
el ánimo.
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¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?
.
A menudo
me levanto
en mitad de la noche
para
contemplar
tu
fulgor
estático.
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CONVERSIÓN 2
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Recién
abro los ojos
observo tras la ventana
el vuelo
raudo
de las nubes,
la misma estela
de silencio
en mi ánimo.
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¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?
.
A menudo
en mitad de la noche
contemplo
tu
fulgor
estático.
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CONVERSIÓN 3
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Mis ojos,
el vuelo
raudo
de las nubes,
la misma estela
de silencio.

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¿Ahí afuera, no podría ir más despacio?
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A menudo,
en mitad de la noche,
tu
fulgor
estático.
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CONVERSIÓN 4
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Mis ojos,
el vuelo
raudo,
la misma estela,
¿no podría ir más despacio?
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Y en mitad de la noche,
tu
fulgor
estático.
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CONVERSIÓN 5
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Mis ojos,
el vuelo,
la estela,
¡más despacio!

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Y en mitad de la noche,
tú.

viernes, 12 de septiembre de 2008

El gigante y la niña


El gigante y la niña pasean de la mano como cada tarde. A ambos les gusta seguir el sendero que corre junto al río y contemplar, desde lo alto del camino, el pueblito en el que viven.
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GIGANTE: ¿Has visto?, -le dice señalando el vuelo rasante de una golondrina que les sale al paso.
NIÑA: Sí.
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Al cabo de media hora de paseo, llegan a la cima y deciden descansar un rato antes de retomar el camino de vuelta a casa. El gigante tiene las manos grandotas y las espaldas muy anchas. La niña, una sonrisa redonda y brillante como un sol.
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GIGANTE: ¿Te ha gustado el paseo?
NIÑA: Sí.
GIGANTE: ¿Y no te has cansado esta vez?
NIÑA: No.
GIGANTE: ¿Querrás que volvamos entonces mañana?
NIÑA: Sí.
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El gigante y la niña contemplan los últimos rayos de sol, antes de que éste se esconda definitivamente, según tiene por costumbre. A la niña no le importa que el gigante sea feúcho y grandullón. A lo lejos, las chimeneas empiezan a humear.
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martes, 9 de septiembre de 2008

Manifestaciones de un amor alambicado

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A la mesa, esta vez, un matrimonio mal avenido. Su desprecio es sólido y mutuo. Cuenta nada menos que con una antigüedad de cuarenta y seis años.
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MUJER: Esas naranjas que compraste en el colmado de la esquina están agrias. 
MARIDO: Están como siempre.
MUJER: Las del mercado son mejores.
MARIDO: ...
MUJER: Hace un rato ha llamado el niño.
MARIDO: ¿Estás segura?
MUJER: ¿No iba a saber cuándo llama Juanito?
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Cuatro años después, tras celebrar tras celebrar sus bodas de oro:
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MARIDO: Las naranjas del mercado están pasadas.
MUJER: Ya empezamos... Pues a mí me parecen riquísimas.
MARIDO: Nada que ver con las del colmado de la esquina.
MUJER: ...
MARIDO: Esta mañana ha llamado Juanito.
MUJER: ¿Qué Juanito?
MARIDO: Tu hijo.

sábado, 6 de septiembre de 2008

La semana


Lunes. El padre se asoma a la habitación del hijo para ver qué está haciendo.
-¿Qué haces?, -le pregunta desde la puerta, sin decidirse a entrar.
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Martes. El padre ha sospechado de repente que a lo mejor el hijo anda escribiendo otra vez.
-Sí, papa, ya lo ves.
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Miércoles. El padre duda, pero al final, se encamina hacia el cuarto del hijo.
-¿No te gusta salir con tus amigos?
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Jueves. La misma escena de los últimos días.
-Supongo que, por ahora, prefiero quedarme y escribir.
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Viernes lluvioso. El padre espía por el quicio de la puerta el interior del habitáculo. Al fondo, el hijo escribe concentrado.
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Sábado. Hoy el chaval no está en casa. Ha salido con sus amigos. El padre aprovecha la ausencia del chico para husmear en su habitación.
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Domingo. De nuevo se ha encerrado en el cuarto. Parece que la cosa va en serio. Sin saber por qué, el chico se siente amenazado.
-¿Y lo de estudiar, para cuándo?, ¿puede saberse?, -le pregunta esta vez.
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Lunes. El padre asoma la cabeza un momento buscando sorprender al hijo. Pero lo encuentra -lápiz en mano- repasando los accidentes geográficos del continente asiático. Cuando por fin anochezca y un silencio acogedor se apodere de la casa, el joven se levantará a hurtadillas para retomar su tarea secreta.

martes, 2 de septiembre de 2008

El ángel de la guarda

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La abuela le había regalado un ángel de porcelana antiquísimo para que lo guardara de recuerdo.
-Cuídalo como si fuera de verdad, -le dijo. Quiero que lo tengas tú, para que te acuerdes de mí cuando me haya ido, hijo.
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El chico, al llegar a casa, lo metió, envuelto como estaba, dentro del cajón aquel en que solía guardar todos sus tesoros, rodeado de piedras extrañas, chapas de colores y plumas de pájaros inverosímiles, contento, sí, de que su abuela le hubiera hecho un regalo tan valioso, aunque no tardó mucho en olvidarse del angelillo. De hecho, tuvieron que pasar todavía varios años antes de que la abuela le preguntara de nuevo por él:
-¿Lo guardas todavía, ¿verdad?
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Pero ya no lo guardaba. Sin querer, un poco por descuido, un día se le había caído al suelo, partiéndosele por la mitad una de sus alas. Le había dolido de veras que la figurilla se le rompiera por su mala cabeza. Lo peor fue admitir que no podía salvarlo de ningún modo, pues la finísima porcelana se había ido a quebrar por la juntura del ala con la espalda, de donde se echaba de ver que no podría soportar su peso. Verlo así, tan maltrecho y alicaído, lo apenaba de veras. Hasta que se cansó de sacar los dos trozos que ya sólo le recordaban su desaguisado. Fue entonces cuando se dijo a sí mismo que no tenía ningún sentido conservar tan poca cosa. Y se deshizo de ellos sin pensárselo.
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Ahora, sin embargo, se lamentaba de haberlo hecho. Más allá de sentirse culpable por su rotura, le avergonzaba muchísimo reconocer que se había desecho de él sin la menor consideración.
-¿No lo guardaste, hijo? Y a la abuela se le empañaron los ojos.
-No, -dijo el chico. Se me cayó al suelo y el ángel se hizo pedazos, abuela. No había cura ni manera de salvarlo, -le dijo con el ánimo contrito. Pero la abuela ya no quería saber nada, ni volvió a mirarlo a los ojos por un tiempo.
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sábado, 30 de agosto de 2008

Un matrimonio bien avenido

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Hace ya más de media hora que han dado las diez. Un matrimonio celebra su 56 aniversario sentado a la mesa. El centro del escenario lo preside un mueble respetable anterior a la guerra. La pareja, de unos ochenta años de edad, cena sola. Ya no recibe visitas.
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Cuando se alza el telón, los ancianos están a punto de empezar a comer el segundo plato, después de haber desechado la sopa. Sentados frente a frente, muestran al espectador su perfil más afilado.
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HOMBRE: Otra vez.
MUJER: ¡No!
HOMBRE: Sí, querida...
MUJER: Pero ¿cómo?
HOMBRE: Eso mismo digo yo: ¿cómo es posible?
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Tras dejar a medias el guiso, también salado, la mujer se levanta para retirar los platos. De pronto, dan las once en el reloj del salón, situado fuera de escena. El marido escucha concentrado el martilleo pertinaz del reloj, tan parecido al graznido de un ganso. La esposa le tiende ahora un trozo de tarta de manzana recién horneada.
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HOMBRE: El azúcar.
MUJER: No.
HOMBRE Sí, querida...

jueves, 28 de agosto de 2008

Vestidos para la ocasión

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Desde que Ignacio se compró aquel traje de lana tan bonito, ya no es el mismo. A decir verdad, tampoco yo soy la de antes. Cada vez que me cruzo con él por los pasillos, y la casualidad ha dispuesto que Ignacio lleve el traje en cuestión, mientras yo visto, también por azar, mi nueva falda azul, me descubro pensando no sólo en lo muy elegante que parece de pronto, sino también en que acaso me esté enamorando de verdad, pues ahora su sonrisa resulta mucho más atractiva, con ese gesto tan encantador e inconsciente que tiene de ladear la cabeza siempre que una situación le divierte.
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Últimamente nos cruzamos de continuo; cada dos por tres, como si la casualidad se hubiera vuelto generosa. Ignacio insiste en ladear la cabeza sin privarse lo más mínimo, persuadido de los maravillosos efectos que provoca en mí ese gesto. Supongo que yo, a mi vez, no puedo dejar de sonreírle abiertamente, convencida de que me encuentra encantadora; de donde hemos venido a charlar una media de cuatro o cinco veces por semana, cifra alarmante para cualquiera a menos que exista algo más serio, y ello sin venir demasiado a cuento, quiero decir, sin que ninguno disponga de la excusa magnífica de tener que resolver un asunto laboral de urgencia, o cierto recado que ya no admite mayor dilación. Por supuesto, he empezado a sospechar que nuestros encuentros fortuitos, en realidad, se hallan programados al milímetro. Poco importa que nos crucemos en mitad del pasillo, de camino a nuestras respectivas mesas de trabajo, o a la salida del ascensor.
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Por el contrario, el resto de días en que Ignacio ni viste su traje de lana ni servidora, la falda azul, apenas coincidimos, como si de pronto nuestros trabajos se hubieran vuelto inaplazables, y nos absorbieran por igual, con parecida impaciencia. En vista de este extraño fenómeno, el viernes me acerqué a la tienda y me llevé cuatro faldas diferentes, de colores, estampados, y largos distintos. Ignacio, por su parte, parece haber decidido imitarme, pues ya sólo viste trajes elegantes del mismo corte, situación absurda donde las haya, y sin embargo ninguno de los dos ha vuelto a vestirse como antes.
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Esta noche, por primera vez, va a venir a casa. A cenar, sí. Para la ocasión, he preparado una cena frugal aunque apetitosa, a base de marisco, vino blanco y dulces de postre. Todo tiene que ir bien, desde luego. No podría ser de otro modo. En realidad, no es eso lo que me preocupa.
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sábado, 23 de agosto de 2008

La vida según el alfabeto: la K, la Q y, a veces, la C

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Kantiano de catálogo, ello nunca fue obstáculo para que Kique se considerara sin complejos, y no por casualidad, un kafkiano convencido. En cualquier caso, que Carmina quisiera criticarlo porque el chico carecía del karma característico de aquél, resultaba incoherente. Como tampoco era un secreto su querencia por la lógica maniquea y maquiavélica que le inculcaran aquellos comerciantes locos, y a raíz de cuya conversación, entre cómica y cáustica, acabaría por convencerse de su calidad de hombre capaz de quemarse, incomprensiblemente, por una quimera.
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Lo que quedó como una curiosidad fue que Carmina, la quesera, conociera el caso antes de que el kiosquero, colega de Kique y compañero de curro, cayera en la cuenta. ¡Qué cosas!

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martes, 19 de agosto de 2008

Frankenstein


YO QUIERO TENER una vida COMO TÚ. dEJaR De SER PALABRA, mera sintaxis(*) ridícula, ALZARME de una maldita vez DE LA NADA, ALCANZAR EL CIELO del ser.
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(*) mera sintaxis
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lunes, 18 de agosto de 2008

El insomne


Llevaba más o menos hora y media dando vueltas en la cama, cuando decidió encender la luz de la mesilla y leer el libro aquel que tanto interés le había despertado. A lo mejor, con un poco de suerte, conseguía relajarse y conciliar el sueño antes del amanecer. “En el libro de la noche nuestras páginas están en blanco”, rezaba aquella frase misteriosa, y no por ello menos incisiva. La cita era, cómo no, de Chuang Tzu, antiguo maestro chino de pensamiento paradójico y certero, cuyas verdades habían ido infiltrándose en su vida con una frecuencia pasmosa.
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Lo más inquietante no era tanto que esa cita mínima se revelara extremadamente polisémica, cuanto que los distintos significados coincidieran en uno solo. De hecho, bastaba tomar la noche como muerte, para descubrir que en ese lapso de tiempo nada desdeñable, vivíamos un amago de sueño eterno perfectamente delimitado, una especie de doble vida nocturna plagada de ecos lejanos, procedentes casi todos de la actividad febril e intermitente que hubiéramos desarrollado en las horas de sol. Lo mismo cabía decir si se interpretaba la cita atendiendo a nuestra capacidad de fabulación. Incluso tomándola en sentido literal, sin dobles sentidos ocultos, llevaba razón el dichoso filósofo.
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"Tal vez sostenga yo ahora mismo, sin saberlo, el verdadero libro de la noche", se dijo lleno de angustia. "Y mi insomnio no sea tal, sino una muerte repentina; absurda, sí, pero no por ello menos cierta. O, acaso, me despierte con la llegada del alba y siga viviendo una existencia de sombra creyéndome equivocadamente que estoy vivo; o sólo sea un maldito ente de ficción... O, porque no, viva el mundo entero todas esas quimeras disparatadas de forma simultánea, en la ignorancia más absoluta".
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Tras delirar por espacio de tres días, que él tomó por una sola noche, el insomne falleció sin remedio, exhausto ante la sospecha cierta de que cargaba, él solo, con todo el peso del mundo. Desde entonces, no ha vuelto a aparecer ningún otro desvelado tan loco y lúcido como aquel, igual de temeroso, consciente de la insidiosa lectura que ensombrece desde antiguo la vida humana.
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miércoles, 13 de agosto de 2008

El desconcierto


Y, al fin, se desprende la última hoja del árbol desde una altura nada desdeñable, sin previo aviso, como de puntillas. Aunque se trate de una caída previsible, de nuevo su vuelo incierto ha ido creando figuras de una belleza lacerante, círculos concéntricos y elípticos de perfecta evolución y armonía. Pero, una vez más, el ojo humano no estaba preparado para verlo, ocupado en escrutar esto y aquello, aquí y allá, sin tiento ni tino.
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¡Si al menos un hombre solo pudiera percibir la entereza de un desprendimiento tan ligero, de trazo tan limpio!
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En breve el baile tocará a su fin, y la hoja descansará de su primer y único vuelo. Tal vez en otro tiempo ese hombre que cruza la calle, distraído, hubiera podido reconocer, en esa danza minúscula, toda la intensidad y riqueza de una vida majestuosa. Su posible fulgor.

sábado, 9 de agosto de 2008

Variaciones sobre el mismo tema, 2

La bondad es la única inversión que nunca quiebra.
Henry David THOREAU
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1.- De tan bondadoso como era, un día se quebró.
.......De tan bondadoso como era, un día quebró.
.......De tan bondadoso como era, un día le quebraron.
:
2.- Aun siendo bondadosa, sólo recibía requiebros.
.......Aun siendo bondadosa, hizo caso omiso de todo requiebro.
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3.- Bondadoso, lo que es decir bondadoso, no era; antes bien, carecía de todo corazón. Quienes lo trataron aseguraban que, en realidad, era un lobo disfrazado de cordero. Eso sí: el tipo se sabía de memoria todas las enseñanzas de THOREAU, quien solía decir aquello de que "la bondad es la única inversión que nunca quiebra".
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MICROMEGAS

jueves, 7 de agosto de 2008

Variaciones sobre el mismo tema

Si ha hecho castillos en el aire, no ha perdido el tiempo; allí es donde deben estar. Ahora, póngales cimientos.
Henry David THOREAU

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1.- Si ha hecho castillos en el aire, felicidades: sin duda conoce usted el verdadero sentido de la existencia, cuyos cimientos han sido siempre el sueño y la fantasía. Cosa muy distinta es pretender materializarlos.
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2.- ¿Castillos en el aire? No gracias, que luego cuesta trabajo erigirlos.
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3.- Creo que no exagero ni un ápice si os digo que levantar castillos en el aire se ha convertido en una tarea de la que no puedo prescindir... A veces, incluso pienso que son ellos los que me sostienen en pie.
:
4.- ¿Castillos en el aire a mí? ¡Ja!
MICROMEGAS

sábado, 2 de agosto de 2008

Instrucciones para llegar a ser alguien en la vida (siquiera en verano)


(...) Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón (...).
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En primer lugar, se recomienda encarecidamente tentarse el cuerpo con ahínco y actitud concentrada a fin de cerciorarse sobre la existencia de uno. Si tras ese pequeño palmeo, hay indicios claros y objetivos de que se tiene sombra propia o, en su defecto, mala sombra, no lo dude: es usted un sujeto de derecho, o de facto, que lo uno va ligado a lo otro, vaya usted a saber porqué.
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Tras una breve comprobación de que le funcionan los cinco sentidos, imbúyase sin más preámbulos de un sentimiento de plenitud capaz de convencer a los demás, si no a sí mismo, de que nadie como usted posee una personalidad arrolladora. En caso de no lograrse, puede intentarlo de todos modos echando mano de la imaginación, con el fin de persuadirse de ello sin perder tontamente la compostura.
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A lo largo de todo el proceso, y aun cuando el objetivo básico estribe en obtener un bienestar sólido y duradero, resultará crucial que aprenda a aguantar el tipo sin levantar sospechas. Que no se le pase por las mientes dudar demasiado al realizar cada uno de los pasos debidamente prescritos.
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Sería muy penoso, amén de contraproducente, mostrar a los demás cualquier signo de debilidad o desfallecimiento, así como un exceso de entusiasmo por su parte. En general, está mal visto dar muestras extemporáneas de alegría ante sus progresos, por muy ciertos que éstos sean, o de hallarse usted pletórico, loco de contento. Los excesos de ánimo, sean del signo que sean, se consideran de pésimo gusto. Como todo en la vida, la supervivencia es un arte que exige de cierta contención, habida cuenta de que las apariencias, una vez más, lo son todo, y en casos como éste, muy especialmente.
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Después de haber seguido, con mayor o menor fortuna -pero siempre con éxito-, los pasos anteriores, ya puede usted considerarse sujeto activo, o pasivo, tanto da, pues al fin y al cabo lo uno lleva a lo otro y todo termina en lo mismo.

Feliz verano, queridos!)

viernes, 1 de agosto de 2008

Un crimen ejemplar


“Donde dice:
La maté porque era mía.
Debe decir:
La maté porque no era mía”.
Crímenes ejemplares, de Max Aub
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Está muy claro, señor juez: ella era muy guapa, incluso demasiado. Y la pobre no iba a dejar de serlo, ¿no es verdad?
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Si quiere que le sea franco, juraría que hasta me sentía yo más acojonado que ella. ¿Me creerá si le digo que bastaba verla un segundo para que el tiempo se volviera del revés, denso y espeso como una bechamel, grumoso? Un verdadero infierno, se lo aseguro.
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No podía seguir así. Tiene usted que entenderlo...
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"