jueves, 4 de octubre de 2018

viernes, 28 de septiembre de 2018

688


Un día, de pronto, nos emociona hasta las lágrimas reconocer cuánto nos falta; el excesivo peso de cuanto nos sobra.


miércoles, 26 de septiembre de 2018

Fractura, de Andrés Neuman


Entre frágil y sólido


Después de veinte años de oficio y buen hacer, Andrés Neuman acaba de publicar la que ya podemos considerar como su segunda gran novela, tras la aparición de El viajero del siglo (2009), merecedora del Premio de la Crítica. Si ésta transcurría en la Alemania de comienzos del siglo XIX, Fractura discurre a lo largo del mundo. Ya sea por medio de un narrador omnisciente, ya a raíz de la investigación que inicia el periodista argentino Pinedo a causa del terremoto y posterior tsunami que provoca la fuga radiactiva de la central nuclear de Fukushima, Fractura va hilvanando con fluidez los testimonios de las cuatro mujeres con las que se entrevista, quienes compartieron su vida con el señor Watanabe, protagonista de esta novela pero no por ello menos huidizo.

Empleado de una multinacional tecnológica, este superviviente de las bombas de Hiroshima y Nagasaki irá desplazándose por distintas ciudades en una huida hacia delante, habitándolas y conociéndolas en la medida de lo posible, aunque no logrará librarse de su destino de expatriado, lo que se refleja en su empeño por dominar, sin conseguirlo plenamente, cada una de las lenguas en las que decide vivir. Las ciudades en crisis ─¿acaso no lo están siempre?─ en las que Watanabe se instala son: el París sesentayochista de su juventud, donde conoce a Violet; la Nueva York contraria a la guerra del Vietnam, que comparte con Lorrie, y la Buenos Aires de la época del conflicto de las Malvinas, pasando esa etapa intermedia junto a Mariela, la voz más sarcástica de todas. Watanabe concluirá su vida laboral en compañía de Carmen en el Madrid inmediatamente anterior a los atentados de Atocha, suceso que lo empujará a volver a su país natal. En suma, toda su existencia podría resumirse como la de un fugitivo que rehúye ser reducido a la condición de víctima, mientras trata de sobrellevar las heridas invisibles (físicas y mentales) que acarrea su pasado de superviviente involuntario, y de las que logrará sanar cuando se instale primero en Tokio, tras jubilarse y, sólo después, cuando realice su particular descenso a los infiernos que supone el recorrido en coche por los alrededores de Fukushima, el último viaje que emprende para poder dejar de huir. 


El presente narrativo en el que arranca y se cierra la novela, dos momentos bellísimos que me recordaron la desnudez y resonancia poética de Juan Rulfo, coincide con el estallido de la central nuclear de su país, lo que conduce a un narrador omnisciente (en estilo indirecto libre) y al periodista a repasar retrospectivamente los mecanismos de la memoria. Y, con ello, la gestión de las desgracias propias y ajenas, así como su proyección en el futuro y su aceptación social (en el caso de Japón, apoyándose ─por sorprendente que parezca─ en el recurso temible de la energía nuclear); mientras ambos recorren la vida de su personaje a partir de sus pensamientos y del testimonio representativo de las mujeres que lo conocieron. Así pues, aunque el cuerpo mayor de la novela lo ocupe la evocación de su pasado junto a Watanabe de estas cuatro mujeres de carácter, quienes al reflexionar sobre el estado de sus respectivos países, también abordan la dificultad que supone tener que convivir con heridas personales y colectivas; los encuentros que éste mantenga en las últimas páginas con otros seres como él serán los que terminen salvándolo. El título y la cubierta remiten, de hecho, a la metáfora que encierra el arte japonés del kintsugi, basado en juntar con un hilo de oro las partes fracturadas de una pieza de arte. Un recurso sanador de consecuencias políticas, sociales y existenciales que Neuman ha sabido ilustrar de forma compleja.


* Esta reseña ha aparecido publicada en el número 417 de la revista literaria Quimera; dedicada a homenajear al estupendo autor de microrrelatos Juan José Arreola, en un especial coordinado por Javier Perucho, con motivo del centenario de su nacimiento.

domingo, 23 de septiembre de 2018

687


El verdadero riesgo de la narrativa breve no es tanto cultivar la insignificancia cuanto que te tomen por un escritor insignificante.




sábado, 22 de septiembre de 2018

jueves, 20 de septiembre de 2018

martes, 18 de septiembre de 2018

684

A mayor brevedad, mayor exposición.


683

Cuanto más breve es la escritura, más voluble y volátil se me antoja el destino de ambos: de lo escrito y del escritor.



lunes, 17 de septiembre de 2018

682

Los viajes de vuelta se hacen tanto más cortos cuanto cumplidos parezcan nuestros anhelos.



sábado, 15 de septiembre de 2018

681

Mantener la mente en blanco para que el pensamiento grácil no desaparezca cuando asome. Lo más leve tiene pleno sentido.


jueves, 13 de septiembre de 2018

martes, 11 de septiembre de 2018

679

Alcanzar esa edad en que reconocerse en el espejo se ha vuelto un acto inverosímil.


domingo, 2 de septiembre de 2018

jueves, 30 de agosto de 2018

miércoles, 29 de agosto de 2018

domingo, 26 de agosto de 2018

674


La escritura debe a veces cargar las tintas para expresar con justeza lo que, de otro modo, quedaría deslavazado.


jueves, 23 de agosto de 2018

672


Escribir es pensar.
Cuando escribo, pienso, y escribo cuanto pienso.
Pienso, luego escribo.



miércoles, 22 de agosto de 2018

lunes, 20 de agosto de 2018

670


Hay silencios atronadores, que nos sumen en la algarabía de nuestro abandono.


domingo, 19 de agosto de 2018

Una escueta salvación


Hay quien prefiere engañarse a vivir crudamente esta bendita realidad. Yo, sin ir más lejos. Al menos, de vez en cuando. Para desconectar, supongo. La realidad nos bendice a diario, abierta las 24 horas sin descanso; una tabarra en toda regla que no es posible sortear así como así. Bajo esas circunstancias, no resulta nada fácil hallar alivio. Algún consuelo fugaz. Una escueta salvación que nos redima de sus fantasmas. Aunque sea adoptando una actitud enajenada. Enajenante. Enajenadora. A veces, suprimir a tiempo toda comunicación se me antoja indispensable; el único remanso de paz.


viernes, 17 de agosto de 2018

669


El amor que se acumula, se renueva, pero también se desgasta. Conviene que no sea a partes iguales.


miércoles, 15 de agosto de 2018

Verano azul

En realidad, azulísimo. De cuando las fotos eran por lo menos escasas, sorprendentes, casi un milagro. Y los futuros de cada uno de nosotros, lejanos, inconmensurables; tan borrosos, de hecho, como ilusos y francos se me antojan hoy nuestros rasgos de entonces. Hace ya no sé cuánto.



domingo, 12 de agosto de 2018

667

El futuro de hoy es el pasado de mañana.
El futuro hoy es pasado mañana.
El futuro ya es pasado.

El futuro de hoy es el pasado de mañana, de modo que si el futuro hoy es pasado mañana, el futuro ya es historia. 



jueves, 9 de agosto de 2018

miércoles, 8 de agosto de 2018

665



A menudo se me hace un mundo pequeño y rizado 
en la boca del estómago.



martes, 7 de agosto de 2018

Consideraciones vanas


Insensatos por falta de juicio. Por desquicio. Por colisión.
Como cuando dos cuerpos se aman. Sin mesura.
Sin privarse de nada.
Con candor.



lunes, 6 de agosto de 2018

664


Aceptar que la vida sea un continuo derrumbe, cuando no una terca erosión, no para constatarlo, sino para hacerle frente; tamaño candor.




viernes, 3 de agosto de 2018

Micrododecálogo

Este decálogo para escribir microrrelatos lo compuse hace ya algún tiempo. Refleja -claro- con todas las inexactitudes e imprecisiones que se quiera, omisiones también, mi propia concepción del género. A decir verdad, en estos dos últimos años apenas si lo he ampliado o modificado, al dedicarme sobre todo al aforismo. Sea como fuere, me pareció que tenía sentido publicarlo; que seguía teniendo validez. Lo irónico de esta clase de escritos es que el autor toma conciencia de aquello que le sirve o inspira cuando ya ha realizado cierto recorrido. Cuando tal vez necesite abrir otras sendas de investigación. Sirva, pues, de punto de partida para todo aquel que sienta aprecio y curiosidad por el género. De otro modo no será útil a nadie.


1. Sé tan breve e intenso como te exija el texto. Esta lección la aprendí del inconmensurable Monterroso.
2. De igual modo, muéstrate sinuoso como Horacio Quiroga, Juan Rulfo y José María Arguedas;

3. eficaz a la manera en que Kafka o Cortázar se muestran en la exploración de sus mundos fantásticos;

4. ingenioso como Luisa Valenzuela, Eugenio Mandrini, Ana María Shua o Raúl Brasca.

5. Trata de mantener, siempre que lo creas necesario, el sentido del humor, o la fina ironía, de José María Merino; las resonancias de Luis Mateo Díez.

6. No desdeñes el tono poético y visionario de Juan Ramón Jiménez, de Ramón Gómez de la Serna ni de Lorca.

7. Las enseñanzas de Montaigne u Oscar Wilde pueden serte útiles para pulir el lenguaje.

8. Aspira siempre a conquistar la humanidad de un Shakespeare, Lope o Cervantes.

9. Ama mientras puedas las vanguardias, con su pretensión dinamitadora de inocular la heterodoxia en el corazón de la ortodoxia. No desdeñes, sin embargo, los textos clásicos, pues ellos son el verdadero semillero de la gran literatura.

10. Un microrrelato no puede ser nunca un esbozo narrativo o un apunte de algo. Antes bien, todo texto que aspire a alcanzar la respiración de este nuevo género debería intentar condensar dentro de sí tantas significaciones como le permita su trama. Recuerda que cuentas con la gran ventaja de la brevedad. Aun cuando la polisemia -la ambigüedad- pueda enriquecer o confundir argumentos y sentidos, debes correr ese riesgo. Del talento del narrador -y del lector- dependerá que la pieza alce el vuelo, o se estrelle con estrépito y quebranto de huesos.

11. Si una narración admite, favoreciéndolas, dos, tres, cinco lecturas, no lo dudes: has dado con El Aleph del género, momento en el que a los demás narradores breves no nos va a quedar más remedio que felicitarte, mientras te sacudes de encima, aliviado, este micrododecálogo pretencioso. Es muy probable que sólo entonces logres escribir sin miedo, aspiración irrenunciable en todo escritor -extenso o breve-  que se precie.

12. Sería una injusticia olvidarse de Arreola, de Max Aub, de Ana María Matute, de tantos otros.


miércoles, 1 de agosto de 2018

663



Hay tardes de amistad que las letras rescatan y que la memoria bendice con su lectura.



martes, 31 de julio de 2018

miércoles, 25 de julio de 2018

659


No hay verdad (que valga un ápice) sin afán de justicia 
—y viceversa—.


jueves, 19 de julio de 2018

miércoles, 18 de julio de 2018

martes, 17 de julio de 2018

lunes, 16 de julio de 2018

655


Amor somete a crédulos y a incrédulos por igual. Y a conversos de diverso pelaje.



miércoles, 11 de julio de 2018

653



Reducir la literatura a la abstracción esencial de su forma.
O reducir la forma a la literatura esencial.
O reducir la esencia de la literatura.
Para quintaesenciarla.




domingo, 1 de julio de 2018

652


En poesía, pero también en el microrrelato y el aforismo, la brevedad tiene hechuras ciclópeas.


sábado, 30 de junio de 2018

651


Tanto a la ópera como a la novela y el microrrelato les gusta el baile de máscaras; el travestismo.


viernes, 29 de junio de 2018

650


Cuando el microrrelato se queda en los huesos, es fácil confundirlo con el aforismo.




domingo, 17 de junio de 2018

648


Experimentar con el lenguaje como un medio por el que descubrir otras verdades.



sábado, 16 de junio de 2018

647


Vivir en continuo descuento, mientras las deudas —incontables—aumentan.



lunes, 11 de junio de 2018

.
.
Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"