lunes, 30 de diciembre de 2013

Confesiones de una chica de rojo, de Lilian Elphick


Seda salvaje

La escritora Lilian Elphick (Santiago de Chile, 1959) ha cultivado el microrrelato, además del cuento, en libros como Ojo travieso (2007), Bellas de sangre contraria (2009) o Diálogo de tigres (2011). Asimismo, ha sido incluida en diversas antologías sobre narrativa breve. Si en su primer libro de microrrelatos se dedicaba a bucear entre los pliegues de la memoria (la sombra de Alejandra Pizarnik es transversal en toda su poética); en el segundo recuperaba, a través de la reescritura, audaces vidas de mujeres mitológicas: Hipatia, Lilith, Pandora o Penélope, cuando no reinventaba otras posibles: Adana, Poseidona, Sísifa o Aquilea...; mientras que en Diálogo de tigres componía historias alegóricas de corte metaliterario en las que los personajes compartían con la narradora su deambular errático.

En su nuevo libro, Confesiones de una chica de rojo, Elphick recrea desde la ficción una voz narrativa con visos autobiográficos, como si necesitara hacer recuento de lo cosechado y perdido, partiendo de determinados rasgos de estilo: el uso penetrante y descarnado del diálogo propio del microteatro, la reelaboración irónica de mitologías o la invención de supuestas historias que persiguen restablecer cierta justicia poética respecto a sus personajes, algunos tan humanos que a menudo olvidamos su naturaleza ficticia.


El volumen se divide en dos secciones: la primera no posee título específico, mientras que la segunda se denomina “Otras verosimilitudes”. La serie con que se inicia, “El crujido de la seda”, quizá sea la mejor del conjunto: Está compuesta por seis microrrelatos numerados, de lectura independiente, protagonizada por una pareja de harapientos a lo Vladimir y Estragon, quienes huyen de un asesino por haber sido testigos de un crimen, y cuya suerte se decide al final, en las palabras que pronuncia uno de ellos: «si cruje, no te asustes. La seda es así». No en balde, las piezas de Lilian Elphick son siempre sugerentes, sensuales y lúdicas, sin que falte en ellas la ironía o la sátira, tanto en relación con el lenguaje (puede apreciarse en “sesilU”, “Ojepse” y “Expejo”), como por lo que refiere a las mismas historias y personajes, quienes a duras penas se libran del infortunio, obligados como están a sobrellevar un destino feroz. La narradora, consciente de ello, se ríe a menudo de sus criaturas, aunque otras veces también se apiade.

De igual modo, es frecuente en estos textos la presencia de narradores testigo o en primera persona, lo que confiere a las diferentes historias poder de convicción, una envidiable fuerza expresiva que termina por agrupar las diversas piezas del conjunto. Aun cuando la mayoría de los microrrelatos hace gala de una prosa poética perfectamente aquilatada, otras veces el tono se revela cercano a lo ensayístico: «(…) convengamos en que el mal sueño es la palabra. No hay nada que descifrar, para qué buscar significados en el agua transparente, esa que bebemos todos los días, un poco cansados, trasnochados, apurando el cigarrillo para prender otro», leemos en “El dolor”. Mientras que en otro texto del último apartado, “Verdadera historia de la infamia”, se afirma: «Decir más es imposible. Porque una palabra más es una explosión más, una mujer sin nombre, el hambre desdentada apoderándose de un mendrugo». Con este libro Lilian Elphick ratifica su importante posición dentro del microrrelato hispánico y chileno, junto a Pía Barros, Juan Armando Epple, Diego Muñoz Valenzuela y Gabriela Aguilera, cultivadores todos ellos de la narrativa más breve.


* Esta reseña ha aparecido en el número de diciembre de la revista de literatura Quimera. El dibujo de cubierta del libro de Lilian Elphick es de Sergio Astorga.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Ciento treinta y dos

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La carestía sobrante del carecer de escrúpulos, 
la eucaristía de nuestro tiempo.
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* Este belén es obra de David Montellà Pellicer, mi sobrino pequeño.
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lunes, 23 de diciembre de 2013

martes, 17 de diciembre de 2013

Ciento treinta

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La verdad sólo importa si conviene. 
                  Firmado: Pepito Grillo
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* La acuarela es de Lola Valls
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sábado, 14 de diciembre de 2013

Ciento veintinueve

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El engaño es la verdad de los necios, 
aun cuando esa certidumbre sea una patraña para ellos.
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viernes, 13 de diciembre de 2013

Ciento veintiocho

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El nacionalismo del yo se fundamenta y ejerce 
sobre la propia ignorancia supina del otro.
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lunes, 9 de diciembre de 2013

Ciento veintisiete

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El escarnio es algo tan tentador como dejarse llevar por las circunstancias; tan apetecible -cuando menos- como caer en la tentación.
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viernes, 6 de diciembre de 2013

Secuencia algorítmica

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Contención
Con
   sin
              Sion
         Contu
           -sión

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sábado, 30 de noviembre de 2013

Ciento veintiséis

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La virtud natural se cumple en el hombre cuando, ante la ausencia absoluta de virtuosismo, este sigue obrando de acuerdo con su conciencia.
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viernes, 29 de noviembre de 2013

Ciento veinticinco

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Al cabo, todo se reduce a una cuestión de fe. 
Mientras tanto, levantamos castillos de naipes desde la razón. 
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jueves, 28 de noviembre de 2013

Ciento veinticuatro

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El deseo es el apetito indomable de la voluntad. 
Su hermano díscolo e irreverente.
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martes, 26 de noviembre de 2013

Ciento veintitrés

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El pasado tiene por costumbre ronronear como un gato bien alimentado; sólo si lo encaras de frente, ruge, araña y duele como el condenado tigre que en realidad es. 
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sábado, 23 de noviembre de 2013

Ciento veintidós

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Basta un párrafo cenagoso para naufragar entre sus líneas húmedas. 
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viernes, 22 de noviembre de 2013

Ciento veintiuno

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A veces se precisa de cierto autoengaño para convencerse uno de que el mundo merece la pena. 
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martes, 19 de noviembre de 2013

Ciento veinte

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Conviene estar muy despierto mientras se duerme. Ganamos, así, durante el día en agudeza y entendimiento.
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sábado, 16 de noviembre de 2013

Ciento diecinueve

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Hay veces en que para no traicionar al otro es preciso faltar a la verdad de uno mismo.
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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Ciento dieciocho

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La utopía de tener el corazón en orden y la razón en reposo; la más simple y alta felicidad.
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domingo, 10 de noviembre de 2013

Ciento diecisiete

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La tristeza es algo así como un saco terrero que se nos vacía por accidente.
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viernes, 8 de noviembre de 2013

Ciento dieciséis

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Nuestra casa por dentro es nuestra propia desnudez: ella sola nos muestra a los demás sin ropajes.
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miércoles, 6 de noviembre de 2013

Ciento quince

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A caballo entre cierta felicidad estricta y la desgracia previsible que va licuando el tiempo, nuestra naturaleza avanza pletórica y triste, viuda alegre de cuanto fuimos, amante despechada de cuanto no seremos jamás; Extraña Anhelante.
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domingo, 3 de noviembre de 2013

Ciento catorce

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Hay quien disfruta con el mal: haciéndolo, cortejándolo, envaneciéndose por él, dentro de él, a través suyo. Como si el mal no fuera el bien de los más estúpidos: aquellos que lo son por vocación, por convicción, porque les da la santa gana. Como si alguna vez hubiera sido -ese mal dichoso- otra cosa distinta, de naturaleza menos engañosa de tan puro. Como si ese mal bendito, junto con todas las maldades sucedáneas que lo circundan, hubiera dejado de ser alguna maldita vez el cielo voraz de los engreídos.
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jueves, 31 de octubre de 2013

Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos. Antología (1980-2012). Ed. de José Ramón González

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La riqueza del aforismo
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Varias son las razones por las que esta compilación de aforismos me parece un volumen imprescindible para todos aquellos interesados no sólo en el género, sino en general en la literatura. Acaso la más importante sea que se trata de la primera en España compuesta con criterios rigurosos, pues su editor ha logrado reunir una amplia selección de aforismos de diversa índole perteneciente a 50 autores de distintas generaciones que contaban con al menos un libro publicado, a excepción de Fernando Aramburu y José Luis Argüelles, quienes sin embargo habían visto recogidas sus piezas en alguna revista.
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José Ramón González cifra el despegue y afianzamiento del género en España a partir de los años 80 del pasado siglo, coincidiendo con la aparición de varios libros, fenómeno que irá progresivamente en aumento hasta llegar al siglo XXI, en cuya primera década se produce una eclosión de ediciones inusitada, lo que da cuenta de la buena salud de que goza en la actualidad. Desde entonces, editoriales como Pre-textos, Renacimiento o Cuadernos del Vigía le han dedicado una atención creciente, y en este contexto cabe entender que la editorial Trea haya decidido publicarlo en su colección de poesía, un género que no le es ajeno.
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En un prólogo erudito y utilísimo para todo tipo de lectores, y en especial para los no avezados en la materia, el autor no sólo nos brinda un acercamiento a su historia y genealogía, de donde concluye que el aforismo actual es primo hermano de la máxima y de la sentencia, sus antecedentes más ilustres, sino que señala su condición ecléctica al orbitar en torno de los polos fundamentales de la filosofía y la poesía. Asimismo, propone los siguientes rasgos distintivos: «a) máxima condensación verbal (sintáctica y léxica), b) máxima apertura semántica y c) máxima capacidad expansiva y proyectiva (lo que apunta a la experiencia de lectura)»; todos ellos extensibles a otras formas breves como el microrrelato, al margen de que el aforismo no suela poseer componentes narrativos.
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Otras características propias de su cultivo moderno son el carácter subjetivo, epifánico y fragmentario del género, al ofrecer un pensamiento exento y a la vez inabarcable cuyo significado se completa necesariamente con la participación del lector; o bien su condición paradójica y a menudo irónica, además de su empeño por connotar de forma abierta, sustentado en cierta imprecisión o ambigüedad polisémica, a partir del empleo de tropos tales como la metáfora, la metonimia o la sinécdoque. El editor reconoce también que ha apostado por un tipo de aforismo de determinada extensión, sin que cupiera confundirlo con otras prácticas cercanas; así, por ejemplo, anotaciones, reflexiones, opiniones y comentarios.
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Pensar por lo breve recoge, en fin, una muestra generosa y representativa de aforismos elocuentes y brillantes a un tiempo. Escritores apreciados, la mayoría fallecidos, como Carlos Edmundo de Ory, Ángel Crespo, Antonio Fernández Molina, Cristóbal Serra, Carlos Pujol, Rafael Pérez Estrada, Rafael Sánchez Ferlosio o la certera Dionisia García conviven con Rafael Argullol, Andrés Trapiello, Manuel Neila, Ramón Eder, Miguel Ángel Arcas, Fernando Aramburu, Carlos Marzal o Mario Pérez Antolín, y éstos, a su vez, con los aún más jóvenes Juan Varo, Andrés Neuman o Erika Martínez, entre otros posibles. Alguno de ellos ha querido singularizar sus piezas, proporcionándoles una nueva denominación: aerolitos (Ory), nótulas (Serra), aflorismos (Castilla del Pino), aforemas (Arcas) o electrones (Marzal). Pero lo importante es que ninguno de los autores antologados desmerece ni desentona en el conjunto. Todos dialogan consigo y con los demás en esta antología ordenada cronológicamente, aunque podamos leerla a nuestro antojo. El género nos lo permite. «Amemos el silencio, y algo se oirá», aconseja Dionisia García. Tal vez sea el mejor modo de acercarnos al secreto de esta polifonía de voces.

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* Esta reseña ha aparecido en el número de octubre de la revista de literatura Quimera. La foto de la cubierta es de Anna Blanch Llovera.
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domingo, 27 de octubre de 2013

Ciento trece

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Hay quien se siente muy a gusto enfundado en su disfraz de Matón de Patio de Colegio. A esta especie no suele importarle lo más mínimo que se le vean todas las costuras. Se les reconoce fácilmente porque prefieren el desplante y la chulería al diálogo. De igual modo, aman la sospecha y la inquina en la misma medida en que desprecian la buena fe, cualquier atisbo de inocencia. Acostumbran a dejar un rastro de azufre al hablar.
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A veces

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Hoy he soñado que mi casa amanecía convertida en un zoo que daba cobijo a una marabunta. A veces resultaba incómodo, y bastante molesto, convivir con tanto bicho maleducado, pues de pronto te asaltaban procedentes de los lugares más inhóspitos; en especial cuando veía pulular por las paredes peludas tarántulas de robustas patas y oscuras pretensiones; toda una osadía. Al despertar, como ocurre a menudo cuando nos embargan las pesadillas más abstrusas, me escocía el brazo por el desliz de una picadura. De camino al baño, un cocodrilo muy simpático me ha dado los buenos días tras haberse zampado una perdiz a modo de desayuno. Esta vez su atrevimiento me ha reconfortado. 
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viernes, 25 de octubre de 2013

Ciento doce

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Amemos el silencio, y algo se oirá.
Dionisia García
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En el silencio oímos, amplificada, la pauta de la escucha.
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jueves, 17 de octubre de 2013

A la medida del olvido

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La naturaleza agoniza en nuestro ser hasta pudrirnos, lo vengo comprobando. Veinticinco años atrás yo era pelirroja, por ejemplo, aunque ahora apenas si conserve algunos reflejos rojizos. 
Lo mismo cabe decir de quienes fuimos, de nuestros recuerdos súbitamente ovillados por el tiempo: casi por descuido, sueños y deseos se enmarañaron, falseándonos sin tino. Y la persona que creímos ser tuvo que disolverse en favor de esta versión extraña por la que hoy nos desvivimos. Inventamos un pasado a la medida de nuestro olvido.
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lunes, 14 de octubre de 2013

Eso era (y seguirá siendo)

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Primero te asaltaba una fuerte impresión de belleza, luego el vértigo y, casi de inmediato, el dolor, que se extendía hasta hacer diana. A partir de entonces estaba en boca de todos: eras pasto de las llamas.
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lunes, 7 de octubre de 2013

Sábanas de hilo

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¿Son las máscaras el escudo del alma? Es probable. ¿Qué hacer cuando llevas tiempo escribiendo en un largo pergamino de hojas doradas y de pronto se te acaba el rollo? Quiero decir: ¿qué haces entonces con tu vida? Yo me encuentro ante un dilema parecido. Desde hace unos meses, duermo sobre un colchón de sábanas acartonadas donde acuno mis sueños con avaricia, temiendo que se disipen, que se disuelvan en un limbo turbio. Para resistir un poco me he rodeado de cosas y pensamientos mullidos: de ese colchón, por ejemplo, pero también de una almohada de plumas, un cojín con pompones, una alfombra persa, y de un buen pliego de sábanas de hilo bañadas en suavizante, aunque los días terminen acartonándose de todos modos. Escribir mientras vives no me ha costado nunca verdadero esfuerzo. Pero ahora la situación es tan otra: ahora, de hecho, desde hace apenas unas semanas trato de vivir mientras escribo; cambiaron las tornas de golpe: nada resulta más difícil. 
Así que cuando hube terminado el pergamino decidí seguir escribiendo en sábanas de hilo, aunque enseguida tuve que dejarlo: por extraño que parezca se habían vuelto rígidas como lona gruesa. Entonces me he recostado en el suelo sobre varios almohadones y me he propuesto continuar en la alfombra, a sabiendas de que su textura podía resultar menos propicia. Pronto he descubierto que si reseguía el contorno del dibujo, mi vida se emborronaba levemente. Al final su naturaleza simpática ha dado en revelar mi destino: vivir tumbada en una alfombra persa no garantiza ningún cumplimiento, sueño alguno.
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sábado, 5 de octubre de 2013

Ciento once

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La lucidez a menudo nos enfanga y empantana, cuando no entierra. De ahí que nos aterre.
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martes, 1 de octubre de 2013

Ciento diez

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Las máscaras 
son 
el escudo 
del alma.
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* Estas máscaras son obra de Susana Pozo
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domingo, 29 de septiembre de 2013

Ciento nueve

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Cuantas más cosas creo saber, más desandado me parece el mundo. 
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sábado, 28 de septiembre de 2013

Viaje imaginario al Archipiélago de las Extinta, de Susana Camps


Islas de microrrelatos

Este es uno de esos volúmenes de narrativa breve, el primero de su autora, en los que conviven el cuento y el microrrelato, aunque predomine claramente el último. Compuesto por setenta y cinco piezas, Susana Camps arma un libro equilibrado que divide en cuatro partes. El título remite al amplio territorio de la literatura, capaz de abarcar todos los tiempos y espacios posibles: desde el pasado remoto con que se inicia el volumen hasta el futuro sideral con que termina, no menos cargado de misterio. El libro se inicia en los paratextos, cuando la autora propone una definición entre académica y literaria para el concepto de Archipiélago de las Extinta, en la que nos desvela la ordenación del material narrativo: «Explorado por primera vez en tiempos de la invención de la tinta, las sucesivas colonizaciones y la llegada del progreso provocaron su transfiguración electrónica». Asimismo, el microrrelato introductorio se disfraza de «Galerada» y nos convierte de golpe en lectores polizones de unas galeras que surcarán los mundos ignotos del siglo XVI, escenario de toda esta primera parte. No en vano, son frecuentes las piezas cargadas de juegos lingüísticos, dobles sentidos e ironía.
            
El micro siguiente, «Exploración», nos brinda asimismo el sentido de este primer recorrido por el libro. A lo largo de esta sección la autora alterna piezas autónomas que son como divertimentos de fuerte carga metafórica, trascendiendo siempre el asunto marítimo tratado («Moluscos», «Leyendas marinas», «Lobo de mar» o «Efemérides», donde el juego con el lenguaje al modo cortazariano resulta hilarante; también «La cita», «Finis terrae» o «Encomienda», pieza que se adentra en lo maravilloso con un desparpajo cercano al cuento de cierre), con otras piezas que sirven, sobre todo, de hilo conductor: tal es el caso de «Exploración», «Casi bicentenario del nacimiento de Woodsthrough», «Ambicioso y peregrino», «Miografía de Robert L. Svenson» o «La flor de Pensang», un cuento fantástico muy bien escrito que rezuma maravilla, erotismo y espíritu aventurero.
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Si la primera sección («Hacerse a la mar») se centra sobre todo en diversas experiencias de viajeros y exploradores de siglos pretéritos, destinadas a cartografiar nuevos mundos y ensanchar horizontes y miras; la segunda parte («Hacerse a las letras»), se dedica a profundizar en el territorio libresco de la ficción. El micro que la encabeza, «Abducción», así lo demuestra. «Página perdida del libro de Shafir», de estirpe borgiana, es un claro ejemplo del mundo como libro, metáfora barroca por excelencia donde la vida humana se compone de diversas páginas. Por ellas desfilan ahora distintos héroes literarios: personajes moriscos (así en la pieza anterior o en «Romancero fronterizo»), anónimos como el testigo que sale en defensa de Lázaro de Tormes, acusado de robar, y en cuya historia asoma Celestina («Averiguación fiscal»); novelistas grandiosos como Cervantes, quien en «Pelea en el mesón», hecho un Quijote, arremete contra quienes lo injurian y no le dejan escribir; o inquisidores de la talla de Francisco de Cisneros («Esperanzas cortesanas de Fabio»). Esta parte se completa con la aparición de seres mitológicos como Pegaso («Gravidez») o «Narciso» junto a otras piezas de factura metaliteraria.
            
La tercera parte («Mensajes hallados en una botella») reúne las mejores narraciones del libro: 27 piezas donde la temática se vuelve familiar o doméstica («Hermano», «Hacerse hombre», «Bondad» o «Días de gloria»), sin que falte en ellas la ironía o un fino sarcasmo. Otras veces la autora hace un uso comedido de la elipsis: «El otro lado» y «Tránsito» me parecen redondas en este sentido. Casi todas son excelentes: «Decepción», «Gemelos», «Mi reino por un caballo»… La cuarta y última parte, «Retorno por la ruta astral», alude a escenarios de ciencia ficción o, cuando menos, futuristas. La señora María, el McGuffin del libro, aparece de nuevo junto a otros antihéroes de la más variada especie. «Fertilidad de las almas», el último micro, anticipa el contenido deslumbrante del cuento que cierra el libro. Susana Camps emplea un lenguaje preciso de amplio espectro capaz de adentrarse en los recovecos insólitos de la existencia desde varios planos a la vez: a menudo, uno literal y otro simbólico, sin descuidar jamás la importancia de lo pequeño. Un libro de mérito e interés.
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..* Esta reseña apareció publicada en el número de septiembre de la revista literaria Quimera.
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martes, 24 de septiembre de 2013

Todo uno fui

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Sé que lo amé. Cómo negarlo. 
A través suyo me vi ola, 
vorágine, relámpago;
ceniza de entre los muertos
que resucitan,
y acaso surcan los cielos, 
algún quebranto;
todo uno fui:
embate y golpe,
canto rodado.
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domingo, 22 de septiembre de 2013

Ciento ocho

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En lugar de las ideas, 
los alrededores de esas ideas. 
Por encima de los contenidos, 
las cáscaras en que van envueltos. 
Y qué decir de las personas,
de su valía profunda, 
de su valor...
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jueves, 19 de septiembre de 2013

Ciento siete

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Hoy Piglia ha dicho (*) que el cuento venía a ser una situación, mientras que la novela era, más bien, un personaje. 
Así pues, acaso el microrrelato se corresponda sólo con el avance de la situación que atenaza al personaje. (**) 
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(*) con motivo de la presentación en La Central de Barcelona de su novela El camino de Ida.
(**) Su clímax o anticlímax, por tanto.
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miércoles, 18 de septiembre de 2013

En recuerdo de JUAN LUIS PANERO


“Luz de septiembre”

No era el deseo, no era la ternura
que después de los años levemente nos roza.
No era el amor ni la feliz claridad de aquellos días, 
no era la soledad, tampoco la tristeza.
Quizá no era nada, un ligero temblor
recorriendo mi piel hasta más allá de tu sonrisa,
un instante tan sólo arrebatado al tiempo,
la desolada transparencia de unos ojos.
Torpes como el que ebrio cae al agua
y en lo irreal, titubeante, se aferra,
eligiendo fugaz entre el cansancio
y la vida que sube por su pecho,
así flotaban nuestras palabras,
así escuchábamos el silencio oculto en ellas.
Luz de septiembre tras las ocres cortinas,
luz roja resplandeciente en tus cabellos.
No era el amor, no era el deseo,
sino algo más poderoso,
la certidumbre de lo que pudo ser.
De lo que un momento en nuestras manos
poder de realidad y sueños tuvo
y que ahora, con arañado menester, nos acerca,
y nos llama, inútilmente,
lo mismo que si fuera el corazón de una campana
doblando en el silencio de la noche.


JUAN LUIS PANERO

lunes, 16 de septiembre de 2013

Ciento seis

Jeneralmente, se afirma con palabras lo que no se es con obras.
JRJ
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En la palabra y por ella se reafirma y dilata nuestro deseo de ser.
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miércoles, 11 de septiembre de 2013

Ciento cinco

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El nacionalismo es hipertrófico por definición.
Qualsevol nacionalisme és hipertròfic per definició.
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lunes, 9 de septiembre de 2013

jueves, 5 de septiembre de 2013

Ciento tres

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Recuperamos el pasado a placer a través de toda clase de historias y mitos y, sin embargo, dudamos [del carácter ficticio] del presente debido al simulacro de su inmediatez.
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lunes, 2 de septiembre de 2013

"¿Por qué está todo oscuro?"

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Suelo poner la tele mientras plancho. De ahí que estuviera peleándome con el cuello difícil de una camisa en el momento en que emitían la noticia. Una rubia platino anunciaba en perfecto estado de revista que a un chino de seis años le habían sacado los ojos de forma sanguinaria. Comercio de órganos, me ha parecido oír mientras la plancha soltaba vapor como si se quejara de algo. Luego la mujer de la tele ha seguido hablando sobre no sé qué aniversario de Michael Jackson. Y yo he vuelto también a la plancha. Por uno de mis ojos el niño ciego lloraba.
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domingo, 1 de septiembre de 2013

Ciento dos

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La naturaleza se nos rebela, nos revuelve, nos rev(u)ela. 
(Y vuelta a empezar.)
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viernes, 30 de agosto de 2013

Ciento uno

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La naturaleza agoniza en nuestro ser hasta pudrirnos.
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jueves, 29 de agosto de 2013

miércoles, 28 de agosto de 2013

Noventa y nueve

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No siempre actuamos como sentimos: 
el miedo a quedar en evidencia pesa demasiado.
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sábado, 24 de agosto de 2013

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"