martes, 25 de febrero de 2014

Ciento cuarenta y cinco

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Los amores felices se caracterizan por no precisar 
jamás de ningún reconocimiento.
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jueves, 20 de febrero de 2014

Berlín 2014

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Ya estoy de nuevo en Berlín. Después de instalarnos, he revisado el contenido de unas cajas que dejé allí ex profeso cuando regresamos a Barcelona. Son tres recipientes de tamaños distintos. Abro la primera, veo un sobre grande y blanco, le doy la vuelta y leo, escrito de mi puño y letra en una de sus esquinas: "Al tiempo le gusta brujulear como si estuviera encerrado en un reloj ingrávido". Seguía estando conforme: a mí me agrada especialmente la ingravidez de esta ciudad.
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lunes, 10 de febrero de 2014

Un continente precipitado

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Bastaba cerrar los ojos para vislumbrar la trama en la que mi casa era escenario y sustancia de cuanto me constituía; y yo, un continente irremediablemente contenido, a salvo -o eso creí- de cualquier borrasca inoportuna. Esta vez, no obstante, el sueño mostró las baldosas del cuarto de baño abriéndose raudas al baño del cuarto, como el dique que franquea sus compuertas sin estorbo, mientras una cantinela de pesadilla transpiraba entre bostezos su pequeño ahogo cotidiano. Me acomodé mejor la almohada. Seguí durmiendo.
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miércoles, 5 de febrero de 2014

La música de las sirenas, ed. de Javier Perucho

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Contenta de formar parte de esta antología sirenóloga, a cargo del editor mexicano Javier Perucho

Con Lilian Elphick, Diego Muñoz Valenzuela, Juan Epple, Juan Romagnoli, Sandra Bianchi


Isabel Mellado, Susana Camps Perarnau, Ginés Cutillas, Fermín López Costero, Antonio Serrano Cueto, Nana Rodríguez, Ana María Shua, Raúl Brasca, Daniel Ávila y otros muchos.



martes, 4 de febrero de 2014

Ciento cuarenta y cuatro

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Los asuntos del alma, incluso los dichosos, 
se ven siempre con aprensión.
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viernes, 31 de enero de 2014

La más cruel de las certezas, de Mario Pérez Antolín

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Decir sintiendo
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Tras la publicación de Profanación del poder (2011), este nuevo libro de aforismos, cuyo título alude a la muerte, es la segunda de las tres entregas que ha previsto el autor. Ambos comparten el empeño de criticar el poder y su ejercicio, además de un sinfín de reflexiones sobre la condición humana. En el volumen inicial de la trilogía, donde reúne aforismos, microensayos y poemas, junto a varias reflexiones en torno al cultivo del género aforístico, al que el autor desemboca desde la poesía, se anuncia su concepción del género: «Escribo filosofía; doy testimonio de mi ruina sin inmutarme»; o bien: «Hay maneras y maneras de anunciar el desastre: prefiero la que más se acerque a la hiperrealidad» (p. 48).  
            
Si en aquella primera incursión en el aforismo ponía de manifiesto su interés por diversos asuntos relacionados con el espíritu: ya se tratara de cuestiones más o menos abstractas, como la inspiración, el ansia de poder, el éxito y el fracaso; ya de pasiones netamente humanas, como la vanidad o, por el contrario, la capacidad de resistencia, entre otras; en el nuevo libro ahonda en esta misma senda de exploración del alma humana, y de cuanto la concierne, convencido de que en épocas de incertidumbre el pensamiento aforístico se revela crucial.
            
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Esta vez, sin embargo, el libro parece alimentarse de una interesante aportación: la que supone introducir el uso de la ficción narrativa; un recurso del que ya se hacía eco el profesor José Ramón González en su Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos. Antología (1980-2012), y de la que Pérez Antolín se aprovecha de igual modo: «Entre la pregnancia de lo real y lo ideal alambicado hay una hienda por la que se cuela la ficción, adoptando formas sagradas o profanas. Este relleno lubricante facilita el deslizamiento de los bloques titánicos de racionalidad» (p. 138). No podemos estar más de acuerdo con el autor, aparte de ser un hecho que cuando se remonta a las esferas celestes de la abstracción resulta, en ocasiones, algo retórico y alambicado; mientras que cuando desciende al terreno de lo real manifiesto, sin necesidad de pecar de anecdótico, parece mucho más certero, llevando a buen puerto el desarrollo de su elucubración.
            
La variedad de temas convierte este libro en una miscelánea de saberes y sentires que no duda en ofrecer desde la adopción de géneros diversos. Para ello, junto al aforismo y cierta narración que acerca sus textos al microrrelato sin dejar de ser microensayos narrativos, Pérez Antolín recurre al poema reflexivo, aunque más a menudo redondee sus pensamientos dentro de las hechuras del microensayo libérrimo de Montaigne, y que más tarde cultivaría Goethe, bajo la apariencia de ‘escritos de ocasión’.
            
En este sentido, Victoria Camps no duda en señalar lo siguiente: «Merece la pena detenerse en las ocurrencias que encierra este libro y dejarse interpelar por ellas» (p. 8). También el propio autor lo destaca en sus páginas como una posible poética del género: «En estas notas escribo lo primero que se me ocurre, cuando menos me lo espero y dando al resultado la menor importancia posible» (p. 16). Así, en lugar de ser un defecto, esta escritura de circunstancias se revela todo un acierto. «Has de ser menos elocuente para parecer convincente. La superioridad intelectual nos hace perder credibilidad emocional» (p. 26), comenta. Y, sin embargo, comparado con su anterior libro, en estas páginas creo que desarrolla un estilo más pulcro y llano que casa muy bien con cuanto quiere transmitir. No en vano, al finalizar su lectura nos queda la impresión de haber recorrido un momento decisivo de nuestro tiempo: el que atañe a la primera década del siglo XXI, tan sobrepasado ya de por sí, con tantísimos frentes abiertos que el autor no deja de abordar.
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* Esta reseña ha aparecido publicada en la revista de literatura Quimera del mes de enero.
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sábado, 18 de enero de 2014

jueves, 16 de enero de 2014

Ciento cuarenta y uno

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El medio moldea el mensaje a su imagen y semejanza. 
.................El medio nos hace masaje.
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miércoles, 15 de enero de 2014

Ciento cuarenta

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En las redes sociales cualquiera 
se convierte en exégeta 
de su propia mendicidad.
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martes, 14 de enero de 2014

viernes, 10 de enero de 2014

Ciento treinta y ocho

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 Cuando una esperanza madura, 
 hay un punto en que desespera.
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lunes, 6 de enero de 2014

Ciento treinta y siete

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Los Reyes Magos son los niños.
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Cortesía de Franz Frichard, alter ego peZqueñín de Ricardo Ranz.
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Ciento treinta y seis

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El superyó nos tiene, las más de las veces, 
capitidisminuidos y acogotados.
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viernes, 3 de enero de 2014

Ciento treinta y cinco

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El amedrentamiento es el recurso 
que emplean para medrar quienes 
confían ciegamente en su talento.
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Hay quien amedrenta 
con el extraño fin de captar 
la benevolencia del amedrentado.
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martes, 31 de diciembre de 2013

Ciento treinta y tres

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La madurez no garantiza el talento; 
a decir verdad, ni siquiera sabemos qué lo fomenta.

(Feliz año nuevo)
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lunes, 30 de diciembre de 2013

Confesiones de una chica de rojo, de Lilian Elphick


Seda salvaje

La escritora Lilian Elphick (Santiago de Chile, 1959) ha cultivado el microrrelato, además del cuento, en libros como Ojo travieso (2007), Bellas de sangre contraria (2009) o Diálogo de tigres (2011). Asimismo, ha sido incluida en diversas antologías sobre narrativa breve. Si en su primer libro de microrrelatos se dedicaba a bucear entre los pliegues de la memoria (la sombra de Alejandra Pizarnik es transversal en toda su poética); en el segundo recuperaba, a través de la reescritura, audaces vidas de mujeres mitológicas: Hipatia, Lilith, Pandora o Penélope, cuando no reinventaba otras posibles: Adana, Poseidona, Sísifa o Aquilea...; mientras que en Diálogo de tigres componía historias alegóricas de corte metaliterario en las que los personajes compartían con la narradora su deambular errático.

En su nuevo libro, Confesiones de una chica de rojo, Elphick recrea desde la ficción una voz narrativa con visos autobiográficos, como si necesitara hacer recuento de lo cosechado y perdido, partiendo de determinados rasgos de estilo: el uso penetrante y descarnado del diálogo propio del microteatro, la reelaboración irónica de mitologías o la invención de supuestas historias que persiguen restablecer cierta justicia poética respecto a sus personajes, algunos tan humanos que a menudo olvidamos su naturaleza ficticia.


El volumen se divide en dos secciones: la primera no posee título específico, mientras que la segunda se denomina “Otras verosimilitudes”. La serie con que se inicia, “El crujido de la seda”, quizá sea la mejor del conjunto: Está compuesta por seis microrrelatos numerados, de lectura independiente, protagonizada por una pareja de harapientos a lo Vladimir y Estragon, quienes huyen de un asesino por haber sido testigos de un crimen, y cuya suerte se decide al final, en las palabras que pronuncia uno de ellos: «si cruje, no te asustes. La seda es así». No en balde, las piezas de Lilian Elphick son siempre sugerentes, sensuales y lúdicas, sin que falte en ellas la ironía o la sátira, tanto en relación con el lenguaje (puede apreciarse en “sesilU”, “Ojepse” y “Expejo”), como por lo que refiere a las mismas historias y personajes, quienes a duras penas se libran del infortunio, obligados como están a sobrellevar un destino feroz. La narradora, consciente de ello, se ríe a menudo de sus criaturas, aunque otras veces también se apiade.

De igual modo, es frecuente en estos textos la presencia de narradores testigo o en primera persona, lo que confiere a las diferentes historias poder de convicción, una envidiable fuerza expresiva que termina por agrupar las diversas piezas del conjunto. Aun cuando la mayoría de los microrrelatos hace gala de una prosa poética perfectamente aquilatada, otras veces el tono se revela cercano a lo ensayístico: «(…) convengamos en que el mal sueño es la palabra. No hay nada que descifrar, para qué buscar significados en el agua transparente, esa que bebemos todos los días, un poco cansados, trasnochados, apurando el cigarrillo para prender otro», leemos en “El dolor”. Mientras que en otro texto del último apartado, “Verdadera historia de la infamia”, se afirma: «Decir más es imposible. Porque una palabra más es una explosión más, una mujer sin nombre, el hambre desdentada apoderándose de un mendrugo». Con este libro Lilian Elphick ratifica su importante posición dentro del microrrelato hispánico y chileno, junto a Pía Barros, Juan Armando Epple, Diego Muñoz Valenzuela y Gabriela Aguilera, cultivadores todos ellos de la narrativa más breve.


* Esta reseña ha aparecido en el número de diciembre de la revista de literatura Quimera. El dibujo de cubierta del libro de Lilian Elphick es de Sergio Astorga.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Ciento treinta y dos

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La carestía sobrante del carecer de escrúpulos, 
la eucaristía de nuestro tiempo.
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* Este belén es obra de David Montellà Pellicer, mi sobrino pequeño.
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lunes, 23 de diciembre de 2013

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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"