lunes, 12 de enero de 2009

Mutter Courage

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Las ruedas se encallan de continuo en el fango, entre piedras, hierbajos y rastrojos varios, no menos sarmentosos que sus pensamientos. Pero ella no abandona. Sabe que si no escapa hoy, una luz diáfana le estallará en mitad de la frente y ya no habrá noche ni mañana que valga; ni siquiera un pasado inhóspito que maldecir. Así que, sin pensárselo demasiado, ha cargado el carro con un puñado de pertenencias, dejando tras de sí los escasos enseres de valor que le quedaban. De lo contrario, no habría podido, simplemente.
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A las seis de la mañana partía el extraño cortejo. Los perros ladraron sin parar las seis primeras horas de trayecto. Una ristra de seis hijos, dos de ellos ajenos, formaba el séquito. Mudos de espanto iban, olisqueando a cada rato su abandono. Quejosos. Lastimeros.

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jueves, 8 de enero de 2009

Contraéxodo

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..Tras andar jornadas enteras por caminos pedregosos, el hombre más joven cayó en la cuenta de que sólo hallarían acomodo en su tierra si conseguían cercenar aquellos deseos afilados como lanzas.
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martes, 6 de enero de 2009

Naturaleza muerta

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La frente, despejada. Los ojos, entornados. La boca, entreabierta. El cuello, estilizado. El gesto, lascivo. El escote, profundo. Los pechos, firmes. Los hombros, redondeados. Aunque, a decir verdad, ahora se daba cuenta, aquella mujer no tenía ni pechos ni hombros, sino más bien clavículas... perfiladas. El escritor impaciente se convenció de pronto de que si seguía por ese camino plagado de adjetivos disparatados, amén de tópicos y previsibles, no iba a poder erigir en toda la noche un relato mínimamente decente. A no ser que...
-¡Un momento! -imploró de pronto a un público que sabía no menos generoso que exigente-. ¿Qué hace esa zapatilla ahí en medio, colgando de la nada? ¿De veras no se dio cuenta el dueño del negocio, probablemente una mercería con las horas contadas, de que ese zapato de mujer, una sandalia de verano para ser más exactos, no debía de ponerse jamás a la altura de tan respingona nariz? Claro que, tal vez, la verdadera historia se agazapara, en realidad, tras el escaparate grotesco, en el espacio franco de la tienda desnuda con mostrador impoluto, o incluso en la trastienda fría, cuyo misterio creía adivinar a lo lejos, tras la oscuridad impenetrable que parecían enmarcar unas cortinas de encaje que, a buen seguro, fueron tejidas por el pulso firme de su anciana madre... La del tendero, claro.
Cuando concluyese el relato de misterio, ¿o era de intriga?, ya se encargaría de podarlo de tanto adjetivo inútil...

lunes, 5 de enero de 2009

Frases malabares, 4

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I.
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La armonía más dulce es el sonido de la voz de la mujer que se ama.
Jean de LA BRUYÈRE
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Recuerden, caballeros, que estamos peleando por el honor de esta mujer, que es, probablemente, más de lo que ella nunca hizo.
Groucho MARX
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El primer amor es una pequeña locura y una gran curiosidad.
George Bernand SHAW
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Toda la felicidad que la humanidad puede alcanzar está, no en el placer, sino en el descanso del dolor.
John DRYDEN
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II. Y un micro-malabar...
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-Es más de lo que nunca hizo. Recuerden, caballeros, que ella es el primer amor, toda la felicidad que esta humanidad puede alcanzar, la armonía más dulce, el descanso del dolor.
Estamos peleando por el honor de la mujer que, probablemente, se ama. El placer de no está en la pequeña locura y la gran curiosidad que es una mujer, sino en el sonido de una voz...
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Propuesta de título: EVA

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sábado, 3 de enero de 2009

Algo muy serio

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Hoy no sabe quién es esa visita
(su nieta).
Tal vez lo sepa dentro de una hora
pero, luego,
ya no:
hercúlea tarea ésta,
la de querer mantenerse
a flote
con los recuerdos
hundidos.
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Y, entre tanto,
queda el consuelo
de saber que
el dichoso tiempo
seguirá arañándole
el gesto y la memoria
con la pulcritud con que actúa siempre:
de puntillas.
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Noventa y dos años son algo muy serio:
se tiene
ganas de nada,
el rostro
parco en sonrisas.
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martes, 23 de diciembre de 2008

Microrrelato de Navidad

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-No sale el sol, mamá.
Se trataba de su primer paseo por el mercadillo navideño. Al girar aquella esquina, el niño, que apenas si levantaba medio metro del suelo, tiró tímidamente del abrigo de la madre para preguntar.
-Mamá-, dijo -¿por qué hay tantos ángeles distintos?
-Porque cada uno de ellos pertenece a un niño diferente, respondió la madre distraída ante la enorme variedad de estímulos visuales, sonoros y olfativos que salían a su encuentro.
-Y el mío, mamá, ¿cuál es?- inquirió de inmediato el niño.
-Cuando lo reconozcas, lo sabrás.
Y aunque pasearon un buen rato por entre ángeles de tamaños, hechuras y colores de toda clase, el pequeño no daba con el suyo.
-¿Y si se ha perdido, mamá?
-Los ángeles no se pierden, vida.
Era el último domingo de adviento cuando lo encontró. Lucía en una esquina de un puestecillo discreto, al final del paseo. De alas cortas y algodonosas, el ángel de aquella tarjeta postal vestía de azul celeste, y le miraba con una carita sonrosada como la suya propia. Los rizos de oro le parecieron verdaderos rayos de sol.
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FELICES FIESTAS,.
.y próspero 2009
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sábado, 20 de diciembre de 2008

Avaricia

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avaricia.
(Del lat. avaritĭa).
1. f. Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas.
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Fuente: DRAE (2001)


Se miró de frente al espejo buscando encontrar lo que tanto añoraba, pero sólo halló el mismo rictus mezquino y de amargura del día anterior, de la semana pasada, de hacía tantos meses. No contenta con la respuesta que aquel espejo olvidadizo le devolvía insistente, procuró reflejarse en él de nuevo, pero volvió a atisbar en su azogue de azufre la misma ausencia redoblada. Como si esas malditas aguas escondieran, a sabiendas, la memoria de otro rostro, acaso el que alcanzara a tener en otra vida, mucho más dulce y serena. Bastaba un ligero parpadeo para que esa imagen perseguida se desvaneciera en ondas aladas. Pero ella no iba a cejar. Mañana volvería a su empeño, a buscarse con la misma insistencia. Y pasado mañana, y al otro, hasta que lograra vislumbrar, al menos, el alcance de lo perdido.
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miércoles, 17 de diciembre de 2008

Envidia

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envidia.
(Del lat. invidĭa).
1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno.
2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee.
comerse alguien de ~.
1. loc. verb. coloq. Estar enteramente poseído de ella.
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Fuente: DRAE (2001)

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Cansado de ver cómo languidecían ante la ventana de aquella belleza radiante, el astro rey se emboscó una tarde tras el cristal y cegó para siempre a su fiel cohorte de admiradores.
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martes, 9 de diciembre de 2008

Piel de ángel

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Bastó verla en mitad de la calle apenas un segundo, las mismas alas desplegadas de algodón esponjoso y reluciente que solían arroparlo ya casi todas las noches, para reconocerla de inmediato.
-¿Qué haces aquí, si puede saberse?, dijo él abrumado, mientras en vano trataba de cubrir con el abrigo sus arrebatadoras alas fulgentes.
-Esta madrugada andábamos discutiendo algo crucial, ¿recuerdas?, y de pronto, con los primeros rayos de sol te esfumaste. No vuelvas a hacerlo.
Y aunque él trataba de recordar, más azorado que nunca, por qué absurdo motivo habrían tenido que reñir horas antes, cayó rápidamente en la cuenta de que no había nada que hacer, de que sus sueños no alcanzarían a tener jamás la textura del algodón, pues estaban hechos de otra materia más lábil y putrefacta, compuesta a base de huesos, tendones y venas de grosor distinto. Tras despedirse de ella, emplazándola a un nuevo encuentro aquella misma noche, supo que ya sólo era un hombre abatido más.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Maniquíes

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Mientras aquellas maniquíes le parecían al chico profundamente humanas, a la joven se le antojaban recién salidas de una parada de monstruos.
-¿Pero de veras no ves lo tiesas que están? ¡Si parecen un par de brujas!
-Yo sólo veo su profundo cansancio, dijo él, insistiendo en el asunto.
-A veces me parece que salgo con un tonto de capirote, remachó ella, disgustada, mientras decidía no dirigirle la palabra el resto del día.
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jueves, 4 de diciembre de 2008

El oficinista

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Se levanta, va al cuarto de baño, orina. A continuación, se lava las manos y la cara, se las seca.
Cuando termina, da media vuelta y se dirige a la cocina. Una vez allí, se prepara un desayuno frugal: café con leche de cafetera italiana, de los de verdad, y unas tostadas con mantequilla y mermelada de ciruela. Se sienta, echa azúcar en el café, se ensimisma. De pronto, se espabila.
-¡Uy, qué tarde!
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Se ha hecho, en efecto, muy tarde, así que se mete rápidamente en el cuarto de baño, se descalza y da una ducha. Luego se afeita, peina y refresca. Esta vez no se perfuma. Aunque duda, finalmente se atreve a mirarse en el espejo, un poco de soslayo, eso sí. De inmediato se deprime. No se desespera.
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Ya el maldito tiempo se le ha echado encima por entero, así que se dirige al recibidor y se pone la chaqueta deprisa y corriendo. De nuevo, se atreve a mirarse en el espejo: esta vez, la imagen sesgada de su persona parece haberse recompuesto algo más. Se saluda:
-Buenos días, don Pedro. Precisamente, hace tiempo que quería hablar con usted. Le tenía prometido un aumento de sueldo, ¿lo recuerda? Pásese a las seis por mi despacho; hágame el favor.
Se ríe, jajaja, y abriga. Ahora sí, se dispone a salir: se calza los guantes y el gorro ruso, y tras atusarse los bigotes -también rusos-, se coloca, cuidadoso, la bufanda, que el tiempo es muy traicionero, mientras se encamina feliz al trabajo, convencido de su inminente destino.
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sábado, 29 de noviembre de 2008

Gula

... .
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gula.
(Del
lat. gula).
1. f. Exceso en la comida o bebida, y apetito desordenado de comer y beber.
2. f. ant. Faringe, esófago.
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Fuente: DRAE (2001)
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Lleva poco más de media hora masticando y tragando, y no parece que vaya a dejar de hacerlo. En la mesa yacen esparcidos restos de comida china (fideos crujientes), japonesa (sushi del súper), e italiana (spaghetti ai funghi porcini), junto a algunas sobras de hace tres días de una paella recalentada en dos ocasiones, aunque descongelada de una sola vez, y varias bebidas de difícil combinación: cerveza, zumo de mango y un vaso de leche con Cola-Cao para cuando tenga que acostarse. Obsta decir que de un tiempo a esta parte no come con el apetito de antes, sino con desgana y hasta un poco de asco, como si la situación en sí le repeliera, causándole verdadero malestar. Ahora ha pinchado con el tenedor el corazón de una alcachofa ahogada en azafrán que navegaba a la deriva de la paella, toda ella bañada en aceite. Por extraño que parezca, enseguida se ha identificado con esa verdura fría, de hojas pochas y blancuzcas, la única prueba fehaciente de que ingería un "plato típico español, muy rico, cocinado exclusivamente con frescas hortalizas del campo". Cuando dentro de una hora su corazón sufra un pinchazo, languidecerá hasta el ahogo. Una vecina lo encontrará tumbado en el suelo, con el tenedor asesino junto a él, a escasos metros del cuerpo, en mitad de un charco de azafrán.
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jueves, 27 de noviembre de 2008

Noches blancas

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No vales para esto y
sin embargo

acudes por
cortesía.
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Así pues, al final
te decidiste a salir
a vagar
a perderte de una vez
-ya era hora-
por calles oscuras
de sueño.
..Extranjera
secreta
en la ciudad,
¿y qué fue
lo que encontraste?

..Ojos solitarios y piernas solitarias
mesas de café bajo luces de neón
parpadeos por todas partes,
oscuridad y viento.

..Sigues tu paseo
de pasos y bicicletas
acarreando a niños de 2 años
en la cesta del pan,
inconscientes de la vida
del miedo,
del peligro.
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Tras la curva
un coche infame
adelanta
al crío
del papá
ciclista.
-No sé quién es peor,
pensaría si pudiera.
..
La noche
y la vida
-entre tanto-
van limando

asperezas
en lo oscuro:
un paso y
otro y
otro más.

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martes, 25 de noviembre de 2008

Con permiso

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Con permiso,

señor Trabajo,
serán apenas
unos minutos
escasos.

Sólo quería
preguntar,
¿sabe usted?,
por si
hubiera
algún lectorincauto..
Ahí va mi ruego:
¿Podría
decirme
alguien
cómo hacer
para robarle
al tiempo
su mazo?

Sí,
ya
terminé,
no me extiendo más.
Y gracias por
el espacio..

domingo, 23 de noviembre de 2008

Moquehue

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Pasito a paso, fue metiéndose en el agua muy despacio: primero un pie, luego el otro. Enseguida sintió las piedrecillas clavándosele en las plantas con su filo delgadísimo, de ahí que no le diera importancia al agua extremadamente fría aguijoneándole las pantorrillas. Sólo cuando quiso salir y vio que un enjambre de pececillos le mordisqueaba la carne cada vez con mayor insidia, comprendió: acababa de ser expulsado del Paraíso.
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jueves, 20 de noviembre de 2008

Paraíso patagónico

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En Moquehue, en la frontera argentina con Chile hay lagos que se llaman Aluminé ("cristalino" en mapuche), y paisajes tan idílicos como el que aparece en la foto de abajo, un bosque de araucarias o "pehuenes", árboles centenarios y hasta milenarios que los indios mapuche consideraban sagrados, y de cuyos piñones del tamaño de un dedo meñique se alimentaron siempre. A orillas de estas aguas calmas, "planchadas" en realidad, he pasado unos días maravillosos de descanso y buena compañía.
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Sin duda, el paraíso tuvo que ser mapuche.
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¡Viva la Patagonia!

viernes, 31 de octubre de 2008

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Queridos todos:
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Del 2 al 18 de noviembre voy a estar en Chile y Argentina, por lo que no voy a poder comunicarme demasiado con vosotros, o al menos, tanto como querría. A pesar de ausentarme dos semanas, confío en poder leeros aquí y allá, siempre que me sea posible. Prometo asomarme de vez en cuando.
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Os dejo el cartelito éste colgado aquí como recordatorio.
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Abrazos largos con la esperanza de que el viaje se me haga corto (que 15 días no son nada, quiero pensar...)
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miércoles, 29 de octubre de 2008

La vida en un hilo

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Quisiera tener un papel a mano, y el pulso y los ojos de cuando tenía veinte años, para transcribir estos pensamientos que aún me sostienen. Dejar constancia de la fugacidad de la vida, del enorme desgarro que se asienta en las vísceras, de la muerte que se abre paso sin permiso, con la lentitud de una reina malvada, mientras pesadillas sin cuento revolotean feroces, en mísero aleteo ruin. Unas pocas palabras cojas y vacilantes, macilentas de espanto y ahogo.
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Si pudiera envolver el terror que siento en un trozo de papel -ni que fuera de estraza-, me dolería mucho menos esta soledad mía hecha de retazos. Tengo más de 90 años y todavía no sé qué va a ser de mí.
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lunes, 27 de octubre de 2008

Pereza

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pereza
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(Del lat. pigritĭa).
1. f. Negligencia, tedio o descuido en las cosas a que estamos obligados.
2. f. Flojedad, descuido o tardanza en las acciones o movimientos.
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Fuente: DRAE (2001)
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Le bastó levantar la vista para verlo. Inmenso, descomunal y poderoso, magnífico. Aquella era la mejor hora para contemplarlo. Apenas se acercaba el momento, todo lo demás dejaba de interesarle. No había urgencia ni prisa capaz de distraerlo. En apariencia, le gustaba perder el tiempo pero no se trataba de eso. Llegada la hora, lo dejaba todo y se iba al parque para sentarse en el mismo banco del día anterior, si se encontraba libre. Luego, sacaba del bolsillo del pantalón unos prismáticos y los enfocaba. Y se quedaba quieto, petrificado. Podía quedarse así horas enteras. Él decía que le gustaba observar con atención, como lo haría un entomólogo, el leve deslizarse de las horas, que en ocasiones le había parecido apreciar el compás sincopado de los minutos hilvanándose en nubes cambiantes, hasta deshilacharse al cabo de puro algodón; que le fascinaba ver pasar el correr perezoso del tiempo. Eso era todo.
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jueves, 23 de octubre de 2008

Lujuria

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lujuria.(Del lat. luxurĭa).1. f. Vicio consistente en el uso ilícito o en el apetito desordenado de los deleites carnales.2. f. Exceso o demasía en algunas cosas...Fuente: DRAE (2001)
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Y de pronto, aquel pinchazo en los pulmones, tal vez junto al corazón. Y la certeza de haberla visto asomarse apenas un segundo por encima de la barandilla, su mismo rostro ovalado, su graciosa figura, para luego verla desaparecer. Y desearla.
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Saberlo y querer alcanzarla de pronto para que sepa al menos que la viste, que la reconociste entre la multitud con sólo echar un vistazo, que serías capaz de reconocerla entre mil multitudes sin vacilar. Y, enseguida, perderla.
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Verla desaparecer entre la marea y el desdén de una multitud imperturbable mientras tu deseo aguarda todavía. Perderla una vez más entre la gente, mientras ese oleaje de dolor que te resistes a acatar te riega el corazón y te inunda los pulmones, dispuesto a embestirte cuantas veces haga falta para que aprendas de una vez por todas que seguirás deseándola en su ausencia. Como el ahogado que en realidad eres.
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martes, 21 de octubre de 2008

Frases malabares, 3

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I.

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La literatura no puede reflejar todo lo negro de la vida. La razón principal es que la Literatura escoge y la vida no escoge.
Pío BAROJA
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Ningún hombre es feliz a menos que crea serlo.
Publilio SIRIO
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El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad.
Ludwig van BEETHOVEN
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A veces también el silencio es una opinión.
Anónimo
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Qué poco cuesta construir castillos en el aire y qué cara es su destrucción.
François MAURIAC
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Los hombres de acción, si tuvieran sensibilidad, no serían hombres de acción. No podrían hacer nada. La sensibilidad es el disolvente de la acción.
José Martínez Ruiz, alias AZORÍN
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El que se adelanta a confesar el defecto propio, cierra la boca a los demás.
Baltasar GRACIÁN

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II.

Ningún hombre es feliz. A menos que crea serlo, la vida no escoge la bondad: es el disolvente de la acción. Los hombres de acción, si tuvieran sensibilidad, no podrían hacer nada. No serían. Los hombres de acción cierran la boca a los demás. A veces también el silencio es una opinión. El único símbolo de superioridad que conozco es la sensibilidad. ¡Y qué poco cuesta construir castillos en el aire! La literatura puede reflejar todo lo negro de la vida. La razón principal es que la Literatura no escoge. ¡Y qué cara es la destrucción del que se adelanta a confesar el defecto propio!
MICROmegas
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III. Y un poema
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"La razón principal"
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Ningún hombre,
a menos que se crea feliz,
escoge la bondad.
No podría hacer nada.
No sería.
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En silencio,
cierra la boca
a los demás
como símbolo de superioridad;
prefiere
destruir castillos
de vida
en el aire.
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Y sólo a veces,
la sensibilidad justa
para mostrar
todo lo negro,
y confesar el
defecto propio.
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Y qué cara es la Literatura!)
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viernes, 17 de octubre de 2008

Ira

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ira.
(Del lat. ira).
1. f. Pasión del alma, que causa indignación y enojo.
2. f. Apetito o deseo de venganza.
3. f. Furia o violencia de los elementos.
4. f. pl. Repetición de actos de saña, encono o venganza.
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Fuente: DRAE (2001)
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Yo estaba asomado a la ventana cuando lo vi. Parecía un hombre de mediana edad, tal vez fuera mayor o tal vez más joven, no lo sé. Lo que sí puedo asegurarle es que se puso a recorrer la acera de un lado para otro como un león enjaulado, el rostro demudado, como si acabara de padecer una gran contrariedad. Poco antes, había estampado el móvil contra el suelo, así que pensé que quizá se tratara de una riña, tal vez con su mujer. Pero ya le digo, también podría ser que se enfadara porque tenía un mal día o, simplemente, por alguna jugarreta en el trabajo, y ese asesinato que usted anda investigando no guardase ninguna relación con lo que yo presencié. Al poco rato, sí, al cabo de un cuarto de hora más o menos, una mujer delgada de estatura media se bajó del autobús. Del 15. Lo sé porque es el que suelo tomar de camino a casa. Bueno, pues por lo visto, aquel señor tendría mucha urgencia en aclarar sus asuntos con ella, pues en cuanto la vio, enseguida la agarró por el brazo como si no fuera a soltarla fácilmente. A ninguno de los dos parecía importarles lo más mínimo montar una escena en mitad de la calle. Con muchos aspavientos, sí, tal como le digo. De hecho, desde donde yo estaba, sólo pude reconocer unos cuantos insultos y alguna frase malsonante, nada más. Luego, la mujer, que tendría más o menos su edad, todavía tuvo arrestos de propinarle una bofetada que le sirvió para librarse de él y salir huyendo. En dirección opuesta, sí. No, él no la siguió. Tal vez fueran amantes, no sé. Al fin y al cabo, todo me pareció muy normal. Algo violento, es cierto, pero muy normal. Como le digo.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Soberbia

soberbia.
(Del lat. superbĭa).
1. f. Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros.
2. f. Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás.
3. f. Especialmente hablando de los edificios, exceso en la magnificencia, suntuosidad o pompa.
4. f. Cólera e ira expresadas con acciones descompuestas o palabras altivas e injuriosas.
5. f. ant. Palabra o acción injuriosa.

Fuente: DRAE (2001)
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Aunque la casa le pareció bien al principio, en privado reconoció que le causaba cierta desazón tener que pernoctar en ella. De hecho, no llevaba un par de semanas invitado cuando tuvo que admitir en público, a su pesar y como hastiado, que se le hacía muy difícil soportar una noche más encerrado entre aquellas paredes. Se escudó en que no dormía bien, en que esas habitaciones de altos techos y dimensiones magníficas lo abocaban sin remedio a un vértigo de noches frías y fantasmagóricas, pobladas por seres de pesadilla. Así pues, hubo que cambiarlo de inmediato. Dos horas más tarde, cuando lo hubieron trasladado a una de las suites del Ritz, dormía feliz al fin, dichoso como un pobre bendito.

domingo, 12 de octubre de 2008

El descabezado

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Noche cerrada. En el aparador de una librería de viejo, una cabeza de madera dispuesta sobre una mesilla de cristal exhibe su calvicie rotunda en un delicado equilibrio de tres patas herrumbrosas. A estas horas de la madrugada, pocos transeúntes circulan ya por la ciudad. La cabeza dialoga, ensimismada, con sus pensamientos. El dramaturgo, un servidor, reproduce el siguiente fragmento in medias res.
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CABEZA DE MADERA: ¿Qué se hizo de los antiguos sastres, de las mercerías, de las boticas? ¿Qué de los aparadores lustrosos, de las grandes avenidas señoriales, de los paseos? ¿Adónde fue a parar todo ese frufrú de telas distinguidas, de sombreros de copa, de fieltro, de raso; todo cuanto se me antoja hoy amarga desazón de mi existir? ¿Quién fue el sinvergüenza, el culpable, de que acabara mis días aquí encerrado, condenado en vida dentro de esta gruta oscura que se finge librería de viejo; una cueva, ésta, tan desapacible y deshabitada que más parece nido de polvo y de ácaros fieros que solaz de espíritus en flor? ¿Por qué tengo que languidecer en este palacio de termitas del tamaño de un gorrión?
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Nunca nadie, ni siquiera los empleados más antiguos de la tienda, había alcanzado a escuchar jamás lloros tan sentidos y lastimeros como aquéllos. Hasta yo mismo me siento conmovido... A decir verdad, ¿tanto esfuerzo le costaba al dueño del local cubrirle la cabeza al pobre, concederle un poco de calor? ¿Acaso no se dio cuenta de que él mismo, en pocos años, iba a ser objeto de parecido desdén? ¿Tan ciego está? ¿Es que ya no quedan autores de buen corazón?
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miércoles, 8 de octubre de 2008

Cuerpo del delito

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En la esquina de aquel aparador, una cabeza resquebrajada de arlequín multiplicaba su desazón de mercadillo en el espejo, empañando de melancolía el resto de prendas allí expuestas. A su lado, una zapatilla puesta como al descuido compartía, en mitad del escaparate, el apagado brillo de seda de la víctima.
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lunes, 6 de octubre de 2008

El presente continuo

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Sobre las tablas, tres grandes hombres en fila india dan vueltas en círculo sin demasiado entusiasmo. Ignoran quién los ha convocado y por qué ese alguien caprichoso ha querido reunirlos. Los tres se hallan igual de incómodos y malhumorados. En apariencia, no hay público que los observe.
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De pronto, El pasado remoto, el mayor de los congregados aunque también el más niño, se ha puesto a pelar una naranja de espaldas a sus compañeros, como si no quisiera compartirla. El presente implacable ha preferido no inmutarse, sabedor de que El futuro incierto tarde o temprano termina cobrándose nuestras mezquindades.
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Pero tras terminar El pasado remoto de comer su naranja, El presente ha estallado sin remedio. Enojadísimo, ha decidido salirse del círculo que formaban los tres; acaso un golpe de efecto para recuperar el protagonismo perdido. Le ha bastado dar un paso al frente para ello.
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EL PRESENTE IMPLACABLE: Señores, sigan ustedes sin mí. No tiene sentido que les acompañe por más tiempo...
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El futuro incierto, conocedor de su naturaleza resentida, de su comportamiento quejica e irresponsable, ha girado la cabeza para cerciorarse de que, en efecto, el tipo acababa de cumplir su amenaza.
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EL FUTURO INCIERTO: Y entonces, ¿cómo pretendes que nos las apañemos?
EL PRESENTE IMPLACABLE: Como siempre hacéis, ¡vaya pregunta!: repartiéndoos el protagonismo.
EL PASADO REMOTO: ¿Qué diablos le pasa a éste? ¿Está tonto?
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El futuro incierto le ha hecho un gesto con la mano, como diciéndole «Allá tú». Pero El presente ya no escucha, ni piensa moverse un milímetro de su posición.
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Pasan las horas y la situación sigue igual. En realidad, sin la consabida mediación de El presente implacable, resulta harto difícil dilucidar si El pasado remoto persigue sin tregua a El futuro incierto o sucede, más bien, al contrario. En cualquier caso, parece como si El presente de ambos se hubiera vuelto perpetuo. Implacable, sonríe satisfecho mientras hace mutis por el foro...
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jueves, 2 de octubre de 2008

Frases malabares, 2

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I.
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¿Cómo ascender? Sube, sube y no pienses.
Friedrich NIETZSCHE
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La amistad te impide resbalar al abismo.
Bruce SPRINGSTEEN
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La naturaleza siempre ha tenido más fuerza que educación.
François-Marie Arouet VOLTAIRE
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La audacia sin juicio es peligrosa, y el juicio sin audacia, inútil.
Gustave LE BON
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La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que la naturaleza es capaz.
Immanuel KANT
:
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II.
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La amistad te impide ascender. Así pues, ¡sube, sube y no pienses! El juicio sin audacia es inútil, y la naturaleza siempre ha tenido más fuerza que educación. Si la educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que la naturaleza es capaz, ¿acaso no resbalará de todos modos al abismo como peligrosa manifestación de la audacia sin juicio?
MICROmegas
:
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III. Y un microrrelato
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Creíste que la amistad te impedía ascender; que ya estaba bien de tanto sacrificio. ¡Sube, sube y no pienses!, te respondieron. A decir verdad, te sirvió de bien poco. Estabas convencido de que el juicio sin audacia se revela inútil, que la naturaleza siempre ha tenido más fuerza que educación. Pero ni siquiera entonces. Olvidaste, mísero de ti, que esa educación que despreciabas acaso podía desarrollar en algunos hombres toda la perfección de que la naturaleza también es capaz. Y por olvidarlo, resbalaste al abismo, partidario -pobre infeliz- de una audacia peligrosa, sin juicio.
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martes, 30 de septiembre de 2008

Antes del almuerzo

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Una mujer solitaria espera sentada en la terraza de un bar. Final del verano. Toma cerveza y unas aceitunas antes del almuerzo.
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EL PASADO QUE ASOMA: Disculpe, ¿está libre esta silla?
LA MUJER SOLITARIA SIN SABERLO: Claro, puede ocuparla si quiere.
EL PASADO QUE SIGUE ASOMANDO: ¿No le importa entonces si me siento con usted?
LA MUJER SOLITARIA: En absoluto. Por favor...
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En cuanto se han visto, tanto el pasado que emerge como la mujer solitaria han tenido la misma extraña sensación.
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EL PASADO CORPÓREO: Y dígame, ¿espera usted a alguien?
LA MUJER TODAVÍA SOLITARIA: No, qué va. Simplemente estaba haciendo tiempo.
EL PASADO CADA VEZ MÁS RESUELTO: Se lo decía porque tal vez no le importe que yo...
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La mujer sentada no ha visto en ningún momento a ese señor como un seductor. Tampoco lo cree un pelma. Al cabo de un rato tiene que admitir que con muy pocas personas se siente tan a gusto sin motivo.
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LA MUJER ACOMPAÑADA SIN SABERLO: Con muy poca gente se puede charlar sobre cualquier cosa...
EL PRETÉRITO IMPERFECTO: Muchas gracias, es cierto. ¿Cómo se llama?
LA MUJER ACOMPAÑADA : Martina, Martina González. ¿Y usted?
EL PASADO MÁS PRESENTE QUE NUNCA: Gonzalo Martín, jaja, qué cosas.
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Por más que lo intenten, el pasado continuo no consigue acordarse de la mujer a la que acompaña. A ella le pasa igual.

Se hace tarde, así que ese día deciden comer juntos, y al otro también, hasta que ambos se dan cuenta de que podrían compartir un futuro simple. Tal vez uno compuesto con el correr de los años. La mujer, más acompañada y feliz que nunca, le dice que sí.
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domingo, 28 de septiembre de 2008

Un futuro incierto

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Se habían encontrado en el andén un día cualquiera. Ella se dio cuenta enseguida de que tenía su futuro al alcance de la mano, aunque en realidad no supiera cómo abordarlo. Fue entonces cuando el rostro sin rostro se le acercó.
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EL FUTURO: Óyeme. Soy tu futuro, ¿no me reconoces? Mírame bien.
ELLA: Ya veo... No te me acerques más, ¿quieres?
EL FUTURO: Concédeme al menos un minuto...
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Pero no pensaba concedérselo, así que viendo el futuro que si no actuaba rápido iba a perderla, trató de asirla por el brazo antes de que fuera tarde. Fue en vano: a la primera curva del convoy, saltaba triunfante a la vía.

jueves, 25 de septiembre de 2008

La mujer sin rostro

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La mujer sin rostro la había increpado de pronto:
-Óyeme. Soy tu futuro, ¿querrás escucharme?
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Pero no iba a querer, así que en cuanto el metro dio la primera curva, ella saltó.
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Hacía tiempo que lo tenía decidido.

martes, 23 de septiembre de 2008

Frases malabares, 1

I.
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A todos pertenece lo que piensas. Sólo es tuyo lo que sientes. Si quieres que sea tuyo lo que piensas, has de sentirlo.
Friedrich von SCHILLER
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La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.
Friedrich NIETZSCHE
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II.
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A todos pertenece el tormento del hombre. Es el peor de los males. Has de sentirlo. Sólo es tuyo, pues, lo que sientes. Si quieres que sea tuyo lo que piensas, lo-que-piensas, prolonga la esperanza.
Friedrich von Friedrich
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III. Y un poema
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Tal vez proceda de algún
Friedrich ilustre
cuanto sigue:
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A todos pertenece
el tormento del hombre.
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Es el peor de los males.
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Has de sentirlo.
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Sólo es tuyo, pues,
lo que sientes
-piensas, aunque
tampoco estás muy seguro.
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Si quieres que sea tuyo
lo que piensas,
lo-que-piensas, sí,
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deberás
prolongar
la esperanza.
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jueves, 18 de septiembre de 2008

La ronda

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El baile de los Silenos ha querido reconocer, junto a otras bitácoras, el esfuerzo de este blog por comunicarse y ensanchar relaciones dentro de la blogosfera. Como ocurre en toda concesión de premios, a mí me resulta dificilísimo decantarme ahora por sólo unos cuantos, sobre todo habida cuenta de que tengo por costumbre visitar, por lo menos, todos los que aparecen recogidos a la derecha de esta página.
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En esta ocasión, los requisitos exigidos a la hora de conceder el Premio al Esfuerzo Personal 2008 son los siguientes :
  • Colocar la imagen del premio.
  • Mencionar el blog que otorga el premio y vincularlo con un enlace.
  • Proponer -como mínimo- otros cinco premiados.
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Ahí va, pues, mi selección:.
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1. Guarda tu amor humano, de Lara Moreno, un blog de altísima poesía. Para lletraferits.
2. AídARTE, de Augusta ii, conocida en la blogosfera con diversos sobrenombres, entre ellos, el de Ondina Ondeante. Les dejo a ustedes que adivinen el porqué.
3. Apostillas literarias, de Magda Díaz Morales, una bitácora que reseña novedades editoriales, preferentemente ensayos, y literatura en general.
3. Las playas de Siberia, de varios autores, hecha a base de retales literarios y de propuestas de lectura siempre sugerentes.
4. Dardo certero, una de las páginas más singulares que tengo el gusto de conocer.
5. Le télèphone pleure, de Ángel Adanero, porque hablando de esto y de aquello, siempre resulta simpatiquísimo...
6. Ideas y fragmentos, de Xavie. Compuesto, principalmente, por microrrelatos y reflexiones.
7. Extremófilos, del Viajero solitario. Una página de microrrelatos fantásticos.
8. Cuentos mínimos, de Idgie W. Mcgregor. Por lo mismo (y ya van tres...). ;-D
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Si el hurón de Fernando Valls se dejara, les recomendaría La nave de los locos, aun a riesgo de ser acusada de nepotismo... Por lo demás, he intentado dejar fuera a quienes ya habían sido premiados con anterioridad. Que disfruten con las visitas.

sábado, 13 de septiembre de 2008

La velocidad de la luz

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Recién abre los ojos después de la siesta, se ha quedado mirando el vuelo raudo de las nubes tras la ventana de su cuarto. La misma estela de silencio de otras veces le invade hoy el ánimo. "¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?".
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A menudo tiene que levantarse en mitad de la noche para poder contemplar su fulgor estático.
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DESPOJAMIENTO 1
Recién abre los ojos, se ha quedado mirando el vuelo raudo de las nubes tras la ventana. La misma estela de silencio invade hoy su ánimo. "¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?".
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A menudo tiene que levantarse en mitad de la noche para contemplar su fulgor estático.
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DESPOJAMIENTO 2
Recién abre los ojos, observa tras la ventana el vuelo raudo de las nubes; la misma estela de silencio en su ánimo. ¿No podría, ahí fuera, ir la realidad más despacio?
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A menudo, en mitad de la noche, contempla su fulgor estático
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CONVERSIÓN 1
"¿Cómo conservar tu recuerdo?"
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Tras la siesta
recién abro los ojos
me quedo mirando
por la ventana
el vuelo
raudo
de las nubes.
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La misma
estela de silencio
de otras veces
me invade
hoy
el ánimo.
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¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?
.
A menudo
me levanto
en mitad de la noche
para
contemplar
tu
fulgor
estático.
.
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CONVERSIÓN 2
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Recién
abro los ojos
observo tras la ventana
el vuelo
raudo
de las nubes,
la misma estela
de silencio
en mi ánimo.
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¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?
.
A menudo
en mitad de la noche
contemplo
tu
fulgor
estático.
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CONVERSIÓN 3
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Mis ojos,
el vuelo
raudo
de las nubes,
la misma estela
de silencio.

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¿Ahí afuera, no podría ir más despacio?
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A menudo,
en mitad de la noche,
tu
fulgor
estático.
.
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CONVERSIÓN 4
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Mis ojos,
el vuelo
raudo,
la misma estela,
¿no podría ir más despacio?
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Y en mitad de la noche,
tu
fulgor
estático.
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CONVERSIÓN 5
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Mis ojos,
el vuelo,
la estela,
¡más despacio!

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Y en mitad de la noche,
tú.

viernes, 12 de septiembre de 2008

El gigante y la niña


El gigante y la niña pasean de la mano como cada tarde. A ambos les gusta seguir el sendero que corre junto al río y contemplar, desde lo alto del camino, el pueblito en el que viven.
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GIGANTE: ¿Has visto?, -le dice señalando el vuelo rasante de una golondrina que les sale al paso.
NIÑA: Sí.
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Al cabo de media hora de paseo, llegan a la cima y deciden descansar un rato antes de retomar el camino de vuelta a casa. El gigante tiene las manos grandotas y las espaldas muy anchas. La niña, una sonrisa redonda y brillante como un sol.
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GIGANTE: ¿Te ha gustado el paseo?
NIÑA: Sí.
GIGANTE: ¿Y no te has cansado esta vez?
NIÑA: No.
GIGANTE: ¿Querrás que volvamos entonces mañana?
NIÑA: Sí.
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El gigante y la niña contemplan los últimos rayos de sol, antes de que éste se esconda definitivamente, según tiene por costumbre. A la niña no le importa que el gigante sea feúcho y grandullón. A lo lejos, las chimeneas empiezan a humear.
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martes, 9 de septiembre de 2008

Manifestaciones de un amor alambicado

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A la mesa, esta vez, un matrimonio mal avenido. Su desprecio es sólido y mutuo. Cuenta nada menos que con una antigüedad de cuarenta y seis años.
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MUJER: Esas naranjas que compraste en el colmado de la esquina están agrias. 
MARIDO: Están como siempre.
MUJER: Las del mercado son mejores.
MARIDO: ...
MUJER: Hace un rato ha llamado el niño.
MARIDO: ¿Estás segura?
MUJER: ¿No iba a saber cuándo llama Juanito?
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Cuatro años después, tras celebrar tras celebrar sus bodas de oro:
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MARIDO: Las naranjas del mercado están pasadas.
MUJER: Ya empezamos... Pues a mí me parecen riquísimas.
MARIDO: Nada que ver con las del colmado de la esquina.
MUJER: ...
MARIDO: Esta mañana ha llamado Juanito.
MUJER: ¿Qué Juanito?
MARIDO: Tu hijo.

sábado, 6 de septiembre de 2008

La semana


Lunes. El padre se asoma a la habitación del hijo para ver qué está haciendo.
-¿Qué haces?, -le pregunta desde la puerta, sin decidirse a entrar.
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Martes. El padre ha sospechado de repente que a lo mejor el hijo anda escribiendo otra vez.
-Sí, papa, ya lo ves.
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Miércoles. El padre duda, pero al final, se encamina hacia el cuarto del hijo.
-¿No te gusta salir con tus amigos?
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Jueves. La misma escena de los últimos días.
-Supongo que, por ahora, prefiero quedarme y escribir.
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Viernes lluvioso. El padre espía por el quicio de la puerta el interior del habitáculo. Al fondo, el hijo escribe concentrado.
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Sábado. Hoy el chaval no está en casa. Ha salido con sus amigos. El padre aprovecha la ausencia del chico para husmear en su habitación.
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Domingo. De nuevo se ha encerrado en el cuarto. Parece que la cosa va en serio. Sin saber por qué, el chico se siente amenazado.
-¿Y lo de estudiar, para cuándo?, ¿puede saberse?, -le pregunta esta vez.
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Lunes. El padre asoma la cabeza un momento buscando sorprender al hijo. Pero lo encuentra -lápiz en mano- repasando los accidentes geográficos del continente asiático. Cuando por fin anochezca y un silencio acogedor se apodere de la casa, el joven se levantará a hurtadillas para retomar su tarea secreta.

martes, 2 de septiembre de 2008

El ángel de la guarda

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La abuela le había regalado un ángel de porcelana antiquísimo para que lo guardara de recuerdo.
-Cuídalo como si fuera de verdad, -le dijo. Quiero que lo tengas tú, para que te acuerdes de mí cuando me haya ido, hijo.
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El chico, al llegar a casa, lo metió, envuelto como estaba, dentro del cajón aquel en que solía guardar todos sus tesoros, rodeado de piedras extrañas, chapas de colores y plumas de pájaros inverosímiles, contento, sí, de que su abuela le hubiera hecho un regalo tan valioso, aunque no tardó mucho en olvidarse del angelillo. De hecho, tuvieron que pasar todavía varios años antes de que la abuela le preguntara de nuevo por él:
-¿Lo guardas todavía, ¿verdad?
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Pero ya no lo guardaba. Sin querer, un poco por descuido, un día se le había caído al suelo, partiéndosele por la mitad una de sus alas. Le había dolido de veras que la figurilla se le rompiera por su mala cabeza. Lo peor fue admitir que no podía salvarlo de ningún modo, pues la finísima porcelana se había ido a quebrar por la juntura del ala con la espalda, de donde se echaba de ver que no podría soportar su peso. Verlo así, tan maltrecho y alicaído, lo apenaba de veras. Hasta que se cansó de sacar los dos trozos que ya sólo le recordaban su desaguisado. Fue entonces cuando se dijo a sí mismo que no tenía ningún sentido conservar tan poca cosa. Y se deshizo de ellos sin pensárselo.
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Ahora, sin embargo, se lamentaba de haberlo hecho. Más allá de sentirse culpable por su rotura, le avergonzaba muchísimo reconocer que se había desecho de él sin la menor consideración.
-¿No lo guardaste, hijo? Y a la abuela se le empañaron los ojos.
-No, -dijo el chico. Se me cayó al suelo y el ángel se hizo pedazos, abuela. No había cura ni manera de salvarlo, -le dijo con el ánimo contrito. Pero la abuela ya no quería saber nada, ni volvió a mirarlo a los ojos por un tiempo.
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sábado, 30 de agosto de 2008

Un matrimonio bien avenido

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Hace ya más de media hora que han dado las diez. Un matrimonio celebra su 56 aniversario sentado a la mesa. El centro del escenario lo preside un mueble respetable anterior a la guerra. La pareja, de unos ochenta años de edad, cena sola. Ya no recibe visitas.
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Cuando se alza el telón, los ancianos están a punto de empezar a comer el segundo plato, después de haber desechado la sopa. Sentados frente a frente, muestran al espectador su perfil más afilado.
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HOMBRE: Otra vez.
MUJER: ¡No!
HOMBRE: Sí, querida...
MUJER: Pero ¿cómo?
HOMBRE: Eso mismo digo yo: ¿cómo es posible?
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Tras dejar a medias el guiso, también salado, la mujer se levanta para retirar los platos. De pronto, dan las once en el reloj del salón, situado fuera de escena. El marido escucha concentrado el martilleo pertinaz del reloj, tan parecido al graznido de un ganso. La esposa le tiende ahora un trozo de tarta de manzana recién horneada.
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HOMBRE: El azúcar.
MUJER: No.
HOMBRE Sí, querida...

jueves, 28 de agosto de 2008

Vestidos para la ocasión

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Desde que Ignacio se compró aquel traje de lana tan bonito, ya no es el mismo. A decir verdad, tampoco yo soy la de antes. Cada vez que me cruzo con él por los pasillos, y la casualidad ha dispuesto que Ignacio lleve el traje en cuestión, mientras yo visto, también por azar, mi nueva falda azul, me descubro pensando no sólo en lo muy elegante que parece de pronto, sino también en que acaso me esté enamorando de verdad, pues ahora su sonrisa resulta mucho más atractiva, con ese gesto tan encantador e inconsciente que tiene de ladear la cabeza siempre que una situación le divierte.
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Últimamente nos cruzamos de continuo; cada dos por tres, como si la casualidad se hubiera vuelto generosa. Ignacio insiste en ladear la cabeza sin privarse lo más mínimo, persuadido de los maravillosos efectos que provoca en mí ese gesto. Supongo que yo, a mi vez, no puedo dejar de sonreírle abiertamente, convencida de que me encuentra encantadora; de donde hemos venido a charlar una media de cuatro o cinco veces por semana, cifra alarmante para cualquiera a menos que exista algo más serio, y ello sin venir demasiado a cuento, quiero decir, sin que ninguno disponga de la excusa magnífica de tener que resolver un asunto laboral de urgencia, o cierto recado que ya no admite mayor dilación. Por supuesto, he empezado a sospechar que nuestros encuentros fortuitos, en realidad, se hallan programados al milímetro. Poco importa que nos crucemos en mitad del pasillo, de camino a nuestras respectivas mesas de trabajo, o a la salida del ascensor.
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Por el contrario, el resto de días en que Ignacio ni viste su traje de lana ni servidora, la falda azul, apenas coincidimos, como si de pronto nuestros trabajos se hubieran vuelto inaplazables, y nos absorbieran por igual, con parecida impaciencia. En vista de este extraño fenómeno, el viernes me acerqué a la tienda y me llevé cuatro faldas diferentes, de colores, estampados, y largos distintos. Ignacio, por su parte, parece haber decidido imitarme, pues ya sólo viste trajes elegantes del mismo corte, situación absurda donde las haya, y sin embargo ninguno de los dos ha vuelto a vestirse como antes.
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Esta noche, por primera vez, va a venir a casa. A cenar, sí. Para la ocasión, he preparado una cena frugal aunque apetitosa, a base de marisco, vino blanco y dulces de postre. Todo tiene que ir bien, desde luego. No podría ser de otro modo. En realidad, no es eso lo que me preocupa.
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sábado, 23 de agosto de 2008

La vida según el alfabeto: la K, la Q y, a veces, la C

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Kantiano de catálogo, ello nunca fue obstáculo para que Kique se considerara sin complejos, y no por casualidad, un kafkiano convencido. En cualquier caso, que Carmina quisiera criticarlo porque el chico carecía del karma característico de aquél, resultaba incoherente. Como tampoco era un secreto su querencia por la lógica maniquea y maquiavélica que le inculcaran aquellos comerciantes locos, y a raíz de cuya conversación, entre cómica y cáustica, acabaría por convencerse de su calidad de hombre capaz de quemarse, incomprensiblemente, por una quimera.
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Lo que quedó como una curiosidad fue que Carmina, la quesera, conociera el caso antes de que el kiosquero, colega de Kique y compañero de curro, cayera en la cuenta. ¡Qué cosas!

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martes, 19 de agosto de 2008

Frankenstein


YO QUIERO TENER una vida COMO TÚ. dEJaR De SER PALABRA, mera sintaxis(*) ridícula, ALZARME de una maldita vez DE LA NADA, ALCANZAR EL CIELO del ser.
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(*) mera sintaxis
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"