martes, 21 de octubre de 2008

Frases malabares, 3

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I.

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La literatura no puede reflejar todo lo negro de la vida. La razón principal es que la Literatura escoge y la vida no escoge.
Pío BAROJA
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Ningún hombre es feliz a menos que crea serlo.
Publilio SIRIO
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El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad.
Ludwig van BEETHOVEN
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A veces también el silencio es una opinión.
Anónimo
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Qué poco cuesta construir castillos en el aire y qué cara es su destrucción.
François MAURIAC
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Los hombres de acción, si tuvieran sensibilidad, no serían hombres de acción. No podrían hacer nada. La sensibilidad es el disolvente de la acción.
José Martínez Ruiz, alias AZORÍN
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El que se adelanta a confesar el defecto propio, cierra la boca a los demás.
Baltasar GRACIÁN

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II.

Ningún hombre es feliz. A menos que crea serlo, la vida no escoge la bondad: es el disolvente de la acción. Los hombres de acción, si tuvieran sensibilidad, no podrían hacer nada. No serían. Los hombres de acción cierran la boca a los demás. A veces también el silencio es una opinión. El único símbolo de superioridad que conozco es la sensibilidad. ¡Y qué poco cuesta construir castillos en el aire! La literatura puede reflejar todo lo negro de la vida. La razón principal es que la Literatura no escoge. ¡Y qué cara es la destrucción del que se adelanta a confesar el defecto propio!
MICROmegas
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III. Y un poema
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"La razón principal"
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Ningún hombre,
a menos que se crea feliz,
escoge la bondad.
No podría hacer nada.
No sería.
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En silencio,
cierra la boca
a los demás
como símbolo de superioridad;
prefiere
destruir castillos
de vida
en el aire.
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Y sólo a veces,
la sensibilidad justa
para mostrar
todo lo negro,
y confesar el
defecto propio.
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Y qué cara es la Literatura!)
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viernes, 17 de octubre de 2008

Ira

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ira.
(Del lat. ira).
1. f. Pasión del alma, que causa indignación y enojo.
2. f. Apetito o deseo de venganza.
3. f. Furia o violencia de los elementos.
4. f. pl. Repetición de actos de saña, encono o venganza.
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Fuente: DRAE (2001)
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Yo estaba asomado a la ventana cuando lo vi. Parecía un hombre de mediana edad, tal vez fuera mayor o tal vez más joven, no lo sé. Lo que sí puedo asegurarle es que se puso a recorrer la acera de un lado para otro como un león enjaulado, el rostro demudado, como si acabara de padecer una gran contrariedad. Poco antes, había estampado el móvil contra el suelo, así que pensé que quizá se tratara de una riña, tal vez con su mujer. Pero ya le digo, también podría ser que se enfadara porque tenía un mal día o, simplemente, por alguna jugarreta en el trabajo, y ese asesinato que usted anda investigando no guardase ninguna relación con lo que yo presencié. Al poco rato, sí, al cabo de un cuarto de hora más o menos, una mujer delgada de estatura media se bajó del autobús. Del 15. Lo sé porque es el que suelo tomar de camino a casa. Bueno, pues por lo visto, aquel señor tendría mucha urgencia en aclarar sus asuntos con ella, pues en cuanto la vio, enseguida la agarró por el brazo como si no fuera a soltarla fácilmente. A ninguno de los dos parecía importarles lo más mínimo montar una escena en mitad de la calle. Con muchos aspavientos, sí, tal como le digo. De hecho, desde donde yo estaba, sólo pude reconocer unos cuantos insultos y alguna frase malsonante, nada más. Luego, la mujer, que tendría más o menos su edad, todavía tuvo arrestos de propinarle una bofetada que le sirvió para librarse de él y salir huyendo. En dirección opuesta, sí. No, él no la siguió. Tal vez fueran amantes, no sé. Al fin y al cabo, todo me pareció muy normal. Algo violento, es cierto, pero muy normal. Como le digo.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Soberbia

soberbia.
(Del lat. superbĭa).
1. f. Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros.
2. f. Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás.
3. f. Especialmente hablando de los edificios, exceso en la magnificencia, suntuosidad o pompa.
4. f. Cólera e ira expresadas con acciones descompuestas o palabras altivas e injuriosas.
5. f. ant. Palabra o acción injuriosa.

Fuente: DRAE (2001)
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Aunque la casa le pareció bien al principio, en privado reconoció que le causaba cierta desazón tener que pernoctar en ella. De hecho, no llevaba un par de semanas invitado cuando tuvo que admitir en público, a su pesar y como hastiado, que se le hacía muy difícil soportar una noche más encerrado entre aquellas paredes. Se escudó en que no dormía bien, en que esas habitaciones de altos techos y dimensiones magníficas lo abocaban sin remedio a un vértigo de noches frías y fantasmagóricas, pobladas por seres de pesadilla. Así pues, hubo que cambiarlo de inmediato. Dos horas más tarde, cuando lo hubieron trasladado a una de las suites del Ritz, dormía feliz al fin, dichoso como un pobre bendito.

domingo, 12 de octubre de 2008

El descabezado

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Noche cerrada. En el aparador de una librería de viejo, una cabeza de madera dispuesta sobre una mesilla de cristal exhibe su calvicie rotunda en un delicado equilibrio de tres patas herrumbrosas. A estas horas de la madrugada, pocos transeúntes circulan ya por la ciudad. La cabeza dialoga, ensimismada, con sus pensamientos. El dramaturgo, un servidor, reproduce el siguiente fragmento in medias res.
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CABEZA DE MADERA: ¿Qué se hizo de los antiguos sastres, de las mercerías, de las boticas? ¿Qué de los aparadores lustrosos, de las grandes avenidas señoriales, de los paseos? ¿Adónde fue a parar todo ese frufrú de telas distinguidas, de sombreros de copa, de fieltro, de raso; todo cuanto se me antoja hoy amarga desazón de mi existir? ¿Quién fue el sinvergüenza, el culpable, de que acabara mis días aquí encerrado, condenado en vida dentro de esta gruta oscura que se finge librería de viejo; una cueva, ésta, tan desapacible y deshabitada que más parece nido de polvo y de ácaros fieros que solaz de espíritus en flor? ¿Por qué tengo que languidecer en este palacio de termitas del tamaño de un gorrión?
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Nunca nadie, ni siquiera los empleados más antiguos de la tienda, había alcanzado a escuchar jamás lloros tan sentidos y lastimeros como aquéllos. Hasta yo mismo me siento conmovido... A decir verdad, ¿tanto esfuerzo le costaba al dueño del local cubrirle la cabeza al pobre, concederle un poco de calor? ¿Acaso no se dio cuenta de que él mismo, en pocos años, iba a ser objeto de parecido desdén? ¿Tan ciego está? ¿Es que ya no quedan autores de buen corazón?
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miércoles, 8 de octubre de 2008

Cuerpo del delito

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En la esquina de aquel aparador, una cabeza resquebrajada de arlequín multiplicaba su desazón de mercadillo en el espejo, empañando de melancolía el resto de prendas allí expuestas. A su lado, una zapatilla puesta como al descuido compartía, en mitad del escaparate, el apagado brillo de seda de la víctima.
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lunes, 6 de octubre de 2008

El presente continuo

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Sobre las tablas, tres grandes hombres en fila india dan vueltas en círculo sin demasiado entusiasmo. Ignoran quién los ha convocado y por qué ese alguien caprichoso ha querido reunirlos. Los tres se hallan igual de incómodos y malhumorados. En apariencia, no hay público que los observe.
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De pronto, El pasado remoto, el mayor de los congregados aunque también el más niño, se ha puesto a pelar una naranja de espaldas a sus compañeros, como si no quisiera compartirla. El presente implacable ha preferido no inmutarse, sabedor de que El futuro incierto tarde o temprano termina cobrándose nuestras mezquindades.
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Pero tras terminar El pasado remoto de comer su naranja, El presente ha estallado sin remedio. Enojadísimo, ha decidido salirse del círculo que formaban los tres; acaso un golpe de efecto para recuperar el protagonismo perdido. Le ha bastado dar un paso al frente para ello.
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EL PRESENTE IMPLACABLE: Señores, sigan ustedes sin mí. No tiene sentido que les acompañe por más tiempo...
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El futuro incierto, conocedor de su naturaleza resentida, de su comportamiento quejica e irresponsable, ha girado la cabeza para cerciorarse de que, en efecto, el tipo acababa de cumplir su amenaza.
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EL FUTURO INCIERTO: Y entonces, ¿cómo pretendes que nos las apañemos?
EL PRESENTE IMPLACABLE: Como siempre hacéis, ¡vaya pregunta!: repartiéndoos el protagonismo.
EL PASADO REMOTO: ¿Qué diablos le pasa a éste? ¿Está tonto?
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El futuro incierto le ha hecho un gesto con la mano, como diciéndole «Allá tú». Pero El presente ya no escucha, ni piensa moverse un milímetro de su posición.
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Pasan las horas y la situación sigue igual. En realidad, sin la consabida mediación de El presente implacable, resulta harto difícil dilucidar si El pasado remoto persigue sin tregua a El futuro incierto o sucede, más bien, al contrario. En cualquier caso, parece como si El presente de ambos se hubiera vuelto perpetuo. Implacable, sonríe satisfecho mientras hace mutis por el foro...
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jueves, 2 de octubre de 2008

Frases malabares, 2

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I.
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¿Cómo ascender? Sube, sube y no pienses.
Friedrich NIETZSCHE
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La amistad te impide resbalar al abismo.
Bruce SPRINGSTEEN
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La naturaleza siempre ha tenido más fuerza que educación.
François-Marie Arouet VOLTAIRE
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La audacia sin juicio es peligrosa, y el juicio sin audacia, inútil.
Gustave LE BON
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La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que la naturaleza es capaz.
Immanuel KANT
:
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II.
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La amistad te impide ascender. Así pues, ¡sube, sube y no pienses! El juicio sin audacia es inútil, y la naturaleza siempre ha tenido más fuerza que educación. Si la educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que la naturaleza es capaz, ¿acaso no resbalará de todos modos al abismo como peligrosa manifestación de la audacia sin juicio?
MICROmegas
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III. Y un microrrelato
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Creíste que la amistad te impedía ascender; que ya estaba bien de tanto sacrificio. ¡Sube, sube y no pienses!, te respondieron. A decir verdad, te sirvió de bien poco. Estabas convencido de que el juicio sin audacia se revela inútil, que la naturaleza siempre ha tenido más fuerza que educación. Pero ni siquiera entonces. Olvidaste, mísero de ti, que esa educación que despreciabas acaso podía desarrollar en algunos hombres toda la perfección de que la naturaleza también es capaz. Y por olvidarlo, resbalaste al abismo, partidario -pobre infeliz- de una audacia peligrosa, sin juicio.
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martes, 30 de septiembre de 2008

Antes del almuerzo

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Una mujer solitaria espera sentada en la terraza de un bar. Final del verano. Toma cerveza y unas aceitunas antes del almuerzo.
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EL PASADO QUE ASOMA: Disculpe, ¿está libre esta silla?
LA MUJER SOLITARIA SIN SABERLO: Claro, puede ocuparla si quiere.
EL PASADO QUE SIGUE ASOMANDO: ¿No le importa entonces si me siento con usted?
LA MUJER SOLITARIA: En absoluto. Por favor...
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En cuanto se han visto, tanto el pasado que emerge como la mujer solitaria han tenido la misma extraña sensación.
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EL PASADO CORPÓREO: Y dígame, ¿espera usted a alguien?
LA MUJER TODAVÍA SOLITARIA: No, qué va. Simplemente estaba haciendo tiempo.
EL PASADO CADA VEZ MÁS RESUELTO: Se lo decía porque tal vez no le importe que yo...
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La mujer sentada no ha visto en ningún momento a ese señor como un seductor. Tampoco lo cree un pelma. Al cabo de un rato tiene que admitir que con muy pocas personas se siente tan a gusto sin motivo.
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LA MUJER ACOMPAÑADA SIN SABERLO: Con muy poca gente se puede charlar sobre cualquier cosa...
EL PRETÉRITO IMPERFECTO: Muchas gracias, es cierto. ¿Cómo se llama?
LA MUJER ACOMPAÑADA : Martina, Martina González. ¿Y usted?
EL PASADO MÁS PRESENTE QUE NUNCA: Gonzalo Martín, jaja, qué cosas.
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Por más que lo intenten, el pasado continuo no consigue acordarse de la mujer a la que acompaña. A ella le pasa igual.

Se hace tarde, así que ese día deciden comer juntos, y al otro también, hasta que ambos se dan cuenta de que podrían compartir un futuro simple. Tal vez uno compuesto con el correr de los años. La mujer, más acompañada y feliz que nunca, le dice que sí.
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domingo, 28 de septiembre de 2008

Un futuro incierto

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Se habían encontrado en el andén un día cualquiera. Ella se dio cuenta enseguida de que tenía su futuro al alcance de la mano, aunque en realidad no supiera cómo abordarlo. Fue entonces cuando el rostro sin rostro se le acercó.
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EL FUTURO: Óyeme. Soy tu futuro, ¿no me reconoces? Mírame bien.
ELLA: Ya veo... No te me acerques más, ¿quieres?
EL FUTURO: Concédeme al menos un minuto...
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Pero no pensaba concedérselo, así que viendo el futuro que si no actuaba rápido iba a perderla, trató de asirla por el brazo antes de que fuera tarde. Fue en vano: a la primera curva del convoy, saltaba triunfante a la vía.

jueves, 25 de septiembre de 2008

La mujer sin rostro

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La mujer sin rostro la había increpado de pronto:
-Óyeme. Soy tu futuro, ¿querrás escucharme?
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Pero no iba a querer, así que en cuanto el metro dio la primera curva, ella saltó.
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Hacía tiempo que lo tenía decidido.

martes, 23 de septiembre de 2008

Frases malabares, 1

I.
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A todos pertenece lo que piensas. Sólo es tuyo lo que sientes. Si quieres que sea tuyo lo que piensas, has de sentirlo.
Friedrich von SCHILLER
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La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.
Friedrich NIETZSCHE
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II.
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A todos pertenece el tormento del hombre. Es el peor de los males. Has de sentirlo. Sólo es tuyo, pues, lo que sientes. Si quieres que sea tuyo lo que piensas, lo-que-piensas, prolonga la esperanza.
Friedrich von Friedrich
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III. Y un poema
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Tal vez proceda de algún
Friedrich ilustre
cuanto sigue:
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A todos pertenece
el tormento del hombre.
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Es el peor de los males.
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Has de sentirlo.
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Sólo es tuyo, pues,
lo que sientes
-piensas, aunque
tampoco estás muy seguro.
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Si quieres que sea tuyo
lo que piensas,
lo-que-piensas, sí,
.
deberás
prolongar
la esperanza.
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jueves, 18 de septiembre de 2008

La ronda

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El baile de los Silenos ha querido reconocer, junto a otras bitácoras, el esfuerzo de este blog por comunicarse y ensanchar relaciones dentro de la blogosfera. Como ocurre en toda concesión de premios, a mí me resulta dificilísimo decantarme ahora por sólo unos cuantos, sobre todo habida cuenta de que tengo por costumbre visitar, por lo menos, todos los que aparecen recogidos a la derecha de esta página.
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En esta ocasión, los requisitos exigidos a la hora de conceder el Premio al Esfuerzo Personal 2008 son los siguientes :
  • Colocar la imagen del premio.
  • Mencionar el blog que otorga el premio y vincularlo con un enlace.
  • Proponer -como mínimo- otros cinco premiados.
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Ahí va, pues, mi selección:.
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1. Guarda tu amor humano, de Lara Moreno, un blog de altísima poesía. Para lletraferits.
2. AídARTE, de Augusta ii, conocida en la blogosfera con diversos sobrenombres, entre ellos, el de Ondina Ondeante. Les dejo a ustedes que adivinen el porqué.
3. Apostillas literarias, de Magda Díaz Morales, una bitácora que reseña novedades editoriales, preferentemente ensayos, y literatura en general.
3. Las playas de Siberia, de varios autores, hecha a base de retales literarios y de propuestas de lectura siempre sugerentes.
4. Dardo certero, una de las páginas más singulares que tengo el gusto de conocer.
5. Le télèphone pleure, de Ángel Adanero, porque hablando de esto y de aquello, siempre resulta simpatiquísimo...
6. Ideas y fragmentos, de Xavie. Compuesto, principalmente, por microrrelatos y reflexiones.
7. Extremófilos, del Viajero solitario. Una página de microrrelatos fantásticos.
8. Cuentos mínimos, de Idgie W. Mcgregor. Por lo mismo (y ya van tres...). ;-D
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Si el hurón de Fernando Valls se dejara, les recomendaría La nave de los locos, aun a riesgo de ser acusada de nepotismo... Por lo demás, he intentado dejar fuera a quienes ya habían sido premiados con anterioridad. Que disfruten con las visitas.

sábado, 13 de septiembre de 2008

La velocidad de la luz

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Recién abre los ojos después de la siesta, se ha quedado mirando el vuelo raudo de las nubes tras la ventana de su cuarto. La misma estela de silencio de otras veces le invade hoy el ánimo. "¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?".
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A menudo tiene que levantarse en mitad de la noche para poder contemplar su fulgor estático.
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DESPOJAMIENTO 1
Recién abre los ojos, se ha quedado mirando el vuelo raudo de las nubes tras la ventana. La misma estela de silencio invade hoy su ánimo. "¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?".
..
A menudo tiene que levantarse en mitad de la noche para contemplar su fulgor estático.
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DESPOJAMIENTO 2
Recién abre los ojos, observa tras la ventana el vuelo raudo de las nubes; la misma estela de silencio en su ánimo. ¿No podría, ahí fuera, ir la realidad más despacio?
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A menudo, en mitad de la noche, contempla su fulgor estático
.
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CONVERSIÓN 1
"¿Cómo conservar tu recuerdo?"
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Tras la siesta
recién abro los ojos
me quedo mirando
por la ventana
el vuelo
raudo
de las nubes.
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La misma
estela de silencio
de otras veces
me invade
hoy
el ánimo.
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¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?
.
A menudo
me levanto
en mitad de la noche
para
contemplar
tu
fulgor
estático.
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CONVERSIÓN 2
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Recién
abro los ojos
observo tras la ventana
el vuelo
raudo
de las nubes,
la misma estela
de silencio
en mi ánimo.
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¿No podría, ahí afuera, ir la realidad más despacio?
.
A menudo
en mitad de la noche
contemplo
tu
fulgor
estático.
.
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CONVERSIÓN 3
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Mis ojos,
el vuelo
raudo
de las nubes,
la misma estela
de silencio.

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¿Ahí afuera, no podría ir más despacio?
.
A menudo,
en mitad de la noche,
tu
fulgor
estático.
.
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CONVERSIÓN 4
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Mis ojos,
el vuelo
raudo,
la misma estela,
¿no podría ir más despacio?
.
Y en mitad de la noche,
tu
fulgor
estático.
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CONVERSIÓN 5
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Mis ojos,
el vuelo,
la estela,
¡más despacio!

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Y en mitad de la noche,
tú.

viernes, 12 de septiembre de 2008

El gigante y la niña


El gigante y la niña pasean de la mano como cada tarde. A ambos les gusta seguir el sendero que corre junto al río y contemplar, desde lo alto del camino, el pueblito en el que viven.
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GIGANTE: ¿Has visto?, -le dice señalando el vuelo rasante de una golondrina que les sale al paso.
NIÑA: Sí.
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Al cabo de media hora de paseo, llegan a la cima y deciden descansar un rato antes de retomar el camino de vuelta a casa. El gigante tiene las manos grandotas y las espaldas muy anchas. La niña, una sonrisa redonda y brillante como un sol.
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GIGANTE: ¿Te ha gustado el paseo?
NIÑA: Sí.
GIGANTE: ¿Y no te has cansado esta vez?
NIÑA: No.
GIGANTE: ¿Querrás que volvamos entonces mañana?
NIÑA: Sí.
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El gigante y la niña contemplan los últimos rayos de sol, antes de que éste se esconda definitivamente, según tiene por costumbre. A la niña no le importa que el gigante sea feúcho y grandullón. A lo lejos, las chimeneas empiezan a humear.
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martes, 9 de septiembre de 2008

Manifestaciones de un amor alambicado

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A la mesa, esta vez, un matrimonio mal avenido. Su desprecio es sólido y mutuo. Cuenta nada menos que con una antigüedad de cuarenta y seis años.
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MUJER: Esas naranjas que compraste en el colmado de la esquina están agrias. 
MARIDO: Están como siempre.
MUJER: Las del mercado son mejores.
MARIDO: ...
MUJER: Hace un rato ha llamado el niño.
MARIDO: ¿Estás segura?
MUJER: ¿No iba a saber cuándo llama Juanito?
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Cuatro años después, tras celebrar tras celebrar sus bodas de oro:
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MARIDO: Las naranjas del mercado están pasadas.
MUJER: Ya empezamos... Pues a mí me parecen riquísimas.
MARIDO: Nada que ver con las del colmado de la esquina.
MUJER: ...
MARIDO: Esta mañana ha llamado Juanito.
MUJER: ¿Qué Juanito?
MARIDO: Tu hijo.

sábado, 6 de septiembre de 2008

La semana


Lunes. El padre se asoma a la habitación del hijo para ver qué está haciendo.
-¿Qué haces?, -le pregunta desde la puerta, sin decidirse a entrar.
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Martes. El padre ha sospechado de repente que a lo mejor el hijo anda escribiendo otra vez.
-Sí, papa, ya lo ves.
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Miércoles. El padre duda, pero al final, se encamina hacia el cuarto del hijo.
-¿No te gusta salir con tus amigos?
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Jueves. La misma escena de los últimos días.
-Supongo que, por ahora, prefiero quedarme y escribir.
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Viernes lluvioso. El padre espía por el quicio de la puerta el interior del habitáculo. Al fondo, el hijo escribe concentrado.
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Sábado. Hoy el chaval no está en casa. Ha salido con sus amigos. El padre aprovecha la ausencia del chico para husmear en su habitación.
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Domingo. De nuevo se ha encerrado en el cuarto. Parece que la cosa va en serio. Sin saber por qué, el chico se siente amenazado.
-¿Y lo de estudiar, para cuándo?, ¿puede saberse?, -le pregunta esta vez.
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Lunes. El padre asoma la cabeza un momento buscando sorprender al hijo. Pero lo encuentra -lápiz en mano- repasando los accidentes geográficos del continente asiático. Cuando por fin anochezca y un silencio acogedor se apodere de la casa, el joven se levantará a hurtadillas para retomar su tarea secreta.

martes, 2 de septiembre de 2008

El ángel de la guarda

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La abuela le había regalado un ángel de porcelana antiquísimo para que lo guardara de recuerdo.
-Cuídalo como si fuera de verdad, -le dijo. Quiero que lo tengas tú, para que te acuerdes de mí cuando me haya ido, hijo.
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El chico, al llegar a casa, lo metió, envuelto como estaba, dentro del cajón aquel en que solía guardar todos sus tesoros, rodeado de piedras extrañas, chapas de colores y plumas de pájaros inverosímiles, contento, sí, de que su abuela le hubiera hecho un regalo tan valioso, aunque no tardó mucho en olvidarse del angelillo. De hecho, tuvieron que pasar todavía varios años antes de que la abuela le preguntara de nuevo por él:
-¿Lo guardas todavía, ¿verdad?
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Pero ya no lo guardaba. Sin querer, un poco por descuido, un día se le había caído al suelo, partiéndosele por la mitad una de sus alas. Le había dolido de veras que la figurilla se le rompiera por su mala cabeza. Lo peor fue admitir que no podía salvarlo de ningún modo, pues la finísima porcelana se había ido a quebrar por la juntura del ala con la espalda, de donde se echaba de ver que no podría soportar su peso. Verlo así, tan maltrecho y alicaído, lo apenaba de veras. Hasta que se cansó de sacar los dos trozos que ya sólo le recordaban su desaguisado. Fue entonces cuando se dijo a sí mismo que no tenía ningún sentido conservar tan poca cosa. Y se deshizo de ellos sin pensárselo.
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Ahora, sin embargo, se lamentaba de haberlo hecho. Más allá de sentirse culpable por su rotura, le avergonzaba muchísimo reconocer que se había desecho de él sin la menor consideración.
-¿No lo guardaste, hijo? Y a la abuela se le empañaron los ojos.
-No, -dijo el chico. Se me cayó al suelo y el ángel se hizo pedazos, abuela. No había cura ni manera de salvarlo, -le dijo con el ánimo contrito. Pero la abuela ya no quería saber nada, ni volvió a mirarlo a los ojos por un tiempo.
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sábado, 30 de agosto de 2008

Un matrimonio bien avenido

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Hace ya más de media hora que han dado las diez. Un matrimonio celebra su 56 aniversario sentado a la mesa. El centro del escenario lo preside un mueble respetable anterior a la guerra. La pareja, de unos ochenta años de edad, cena sola. Ya no recibe visitas.
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Cuando se alza el telón, los ancianos están a punto de empezar a comer el segundo plato, después de haber desechado la sopa. Sentados frente a frente, muestran al espectador su perfil más afilado.
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HOMBRE: Otra vez.
MUJER: ¡No!
HOMBRE: Sí, querida...
MUJER: Pero ¿cómo?
HOMBRE: Eso mismo digo yo: ¿cómo es posible?
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Tras dejar a medias el guiso, también salado, la mujer se levanta para retirar los platos. De pronto, dan las once en el reloj del salón, situado fuera de escena. El marido escucha concentrado el martilleo pertinaz del reloj, tan parecido al graznido de un ganso. La esposa le tiende ahora un trozo de tarta de manzana recién horneada.
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HOMBRE: El azúcar.
MUJER: No.
HOMBRE Sí, querida...

jueves, 28 de agosto de 2008

Vestidos para la ocasión

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Desde que Ignacio se compró aquel traje de lana tan bonito, ya no es el mismo. A decir verdad, tampoco yo soy la de antes. Cada vez que me cruzo con él por los pasillos, y la casualidad ha dispuesto que Ignacio lleve el traje en cuestión, mientras yo visto, también por azar, mi nueva falda azul, me descubro pensando no sólo en lo muy elegante que parece de pronto, sino también en que acaso me esté enamorando de verdad, pues ahora su sonrisa resulta mucho más atractiva, con ese gesto tan encantador e inconsciente que tiene de ladear la cabeza siempre que una situación le divierte.
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Últimamente nos cruzamos de continuo; cada dos por tres, como si la casualidad se hubiera vuelto generosa. Ignacio insiste en ladear la cabeza sin privarse lo más mínimo, persuadido de los maravillosos efectos que provoca en mí ese gesto. Supongo que yo, a mi vez, no puedo dejar de sonreírle abiertamente, convencida de que me encuentra encantadora; de donde hemos venido a charlar una media de cuatro o cinco veces por semana, cifra alarmante para cualquiera a menos que exista algo más serio, y ello sin venir demasiado a cuento, quiero decir, sin que ninguno disponga de la excusa magnífica de tener que resolver un asunto laboral de urgencia, o cierto recado que ya no admite mayor dilación. Por supuesto, he empezado a sospechar que nuestros encuentros fortuitos, en realidad, se hallan programados al milímetro. Poco importa que nos crucemos en mitad del pasillo, de camino a nuestras respectivas mesas de trabajo, o a la salida del ascensor.
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Por el contrario, el resto de días en que Ignacio ni viste su traje de lana ni servidora, la falda azul, apenas coincidimos, como si de pronto nuestros trabajos se hubieran vuelto inaplazables, y nos absorbieran por igual, con parecida impaciencia. En vista de este extraño fenómeno, el viernes me acerqué a la tienda y me llevé cuatro faldas diferentes, de colores, estampados, y largos distintos. Ignacio, por su parte, parece haber decidido imitarme, pues ya sólo viste trajes elegantes del mismo corte, situación absurda donde las haya, y sin embargo ninguno de los dos ha vuelto a vestirse como antes.
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Esta noche, por primera vez, va a venir a casa. A cenar, sí. Para la ocasión, he preparado una cena frugal aunque apetitosa, a base de marisco, vino blanco y dulces de postre. Todo tiene que ir bien, desde luego. No podría ser de otro modo. En realidad, no es eso lo que me preocupa.
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sábado, 23 de agosto de 2008

La vida según el alfabeto: la K, la Q y, a veces, la C

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Kantiano de catálogo, ello nunca fue obstáculo para que Kique se considerara sin complejos, y no por casualidad, un kafkiano convencido. En cualquier caso, que Carmina quisiera criticarlo porque el chico carecía del karma característico de aquél, resultaba incoherente. Como tampoco era un secreto su querencia por la lógica maniquea y maquiavélica que le inculcaran aquellos comerciantes locos, y a raíz de cuya conversación, entre cómica y cáustica, acabaría por convencerse de su calidad de hombre capaz de quemarse, incomprensiblemente, por una quimera.
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Lo que quedó como una curiosidad fue que Carmina, la quesera, conociera el caso antes de que el kiosquero, colega de Kique y compañero de curro, cayera en la cuenta. ¡Qué cosas!

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martes, 19 de agosto de 2008

Frankenstein


YO QUIERO TENER una vida COMO TÚ. dEJaR De SER PALABRA, mera sintaxis(*) ridícula, ALZARME de una maldita vez DE LA NADA, ALCANZAR EL CIELO del ser.
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(*) mera sintaxis
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lunes, 18 de agosto de 2008

El insomne


Llevaba más o menos hora y media dando vueltas en la cama, cuando decidió encender la luz de la mesilla y leer el libro aquel que tanto interés le había despertado. A lo mejor, con un poco de suerte, conseguía relajarse y conciliar el sueño antes del amanecer. “En el libro de la noche nuestras páginas están en blanco”, rezaba aquella frase misteriosa, y no por ello menos incisiva. La cita era, cómo no, de Chuang Tzu, antiguo maestro chino de pensamiento paradójico y certero, cuyas verdades habían ido infiltrándose en su vida con una frecuencia pasmosa.
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Lo más inquietante no era tanto que esa cita mínima se revelara extremadamente polisémica, cuanto que los distintos significados coincidieran en uno solo. De hecho, bastaba tomar la noche como muerte, para descubrir que en ese lapso de tiempo nada desdeñable, vivíamos un amago de sueño eterno perfectamente delimitado, una especie de doble vida nocturna plagada de ecos lejanos, procedentes casi todos de la actividad febril e intermitente que hubiéramos desarrollado en las horas de sol. Lo mismo cabía decir si se interpretaba la cita atendiendo a nuestra capacidad de fabulación. Incluso tomándola en sentido literal, sin dobles sentidos ocultos, llevaba razón el dichoso filósofo.
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"Tal vez sostenga yo ahora mismo, sin saberlo, el verdadero libro de la noche", se dijo lleno de angustia. "Y mi insomnio no sea tal, sino una muerte repentina; absurda, sí, pero no por ello menos cierta. O, acaso, me despierte con la llegada del alba y siga viviendo una existencia de sombra creyéndome equivocadamente que estoy vivo; o sólo sea un maldito ente de ficción... O, porque no, viva el mundo entero todas esas quimeras disparatadas de forma simultánea, en la ignorancia más absoluta".
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Tras delirar por espacio de tres días, que él tomó por una sola noche, el insomne falleció sin remedio, exhausto ante la sospecha cierta de que cargaba, él solo, con todo el peso del mundo. Desde entonces, no ha vuelto a aparecer ningún otro desvelado tan loco y lúcido como aquel, igual de temeroso, consciente de la insidiosa lectura que ensombrece desde antiguo la vida humana.
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miércoles, 13 de agosto de 2008

El desconcierto


Y, al fin, se desprende la última hoja del árbol desde una altura nada desdeñable, sin previo aviso, como de puntillas. Aunque se trate de una caída previsible, de nuevo su vuelo incierto ha ido creando figuras de una belleza lacerante, círculos concéntricos y elípticos de perfecta evolución y armonía. Pero, una vez más, el ojo humano no estaba preparado para verlo, ocupado en escrutar esto y aquello, aquí y allá, sin tiento ni tino.
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¡Si al menos un hombre solo pudiera percibir la entereza de un desprendimiento tan ligero, de trazo tan limpio!
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En breve el baile tocará a su fin, y la hoja descansará de su primer y único vuelo. Tal vez en otro tiempo ese hombre que cruza la calle, distraído, hubiera podido reconocer, en esa danza minúscula, toda la intensidad y riqueza de una vida majestuosa. Su posible fulgor.

sábado, 9 de agosto de 2008

Variaciones sobre el mismo tema, 2

La bondad es la única inversión que nunca quiebra.
Henry David THOREAU
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1.- De tan bondadoso como era, un día se quebró.
.......De tan bondadoso como era, un día quebró.
.......De tan bondadoso como era, un día le quebraron.
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2.- Aun siendo bondadosa, sólo recibía requiebros.
.......Aun siendo bondadosa, hizo caso omiso de todo requiebro.
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3.- Bondadoso, lo que es decir bondadoso, no era; antes bien, carecía de todo corazón. Quienes lo trataron aseguraban que, en realidad, era un lobo disfrazado de cordero. Eso sí: el tipo se sabía de memoria todas las enseñanzas de THOREAU, quien solía decir aquello de que "la bondad es la única inversión que nunca quiebra".
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MICROMEGAS

jueves, 7 de agosto de 2008

Variaciones sobre el mismo tema

Si ha hecho castillos en el aire, no ha perdido el tiempo; allí es donde deben estar. Ahora, póngales cimientos.
Henry David THOREAU

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1.- Si ha hecho castillos en el aire, felicidades: sin duda conoce usted el verdadero sentido de la existencia, cuyos cimientos han sido siempre el sueño y la fantasía. Cosa muy distinta es pretender materializarlos.
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2.- ¿Castillos en el aire? No gracias, que luego cuesta trabajo erigirlos.
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3.- Creo que no exagero ni un ápice si os digo que levantar castillos en el aire se ha convertido en una tarea de la que no puedo prescindir... A veces, incluso pienso que son ellos los que me sostienen en pie.
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4.- ¿Castillos en el aire a mí? ¡Ja!
MICROMEGAS

sábado, 2 de agosto de 2008

Instrucciones para llegar a ser alguien en la vida (siquiera en verano)


(...) Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón (...).
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En primer lugar, se recomienda encarecidamente tentarse el cuerpo con ahínco y actitud concentrada a fin de cerciorarse sobre la existencia de uno. Si tras ese pequeño palmeo, hay indicios claros y objetivos de que se tiene sombra propia o, en su defecto, mala sombra, no lo dude: es usted un sujeto de derecho, o de facto, que lo uno va ligado a lo otro, vaya usted a saber porqué.
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Tras una breve comprobación de que le funcionan los cinco sentidos, imbúyase sin más preámbulos de un sentimiento de plenitud capaz de convencer a los demás, si no a sí mismo, de que nadie como usted posee una personalidad arrolladora. En caso de no lograrse, puede intentarlo de todos modos echando mano de la imaginación, con el fin de persuadirse de ello sin perder tontamente la compostura.
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A lo largo de todo el proceso, y aun cuando el objetivo básico estribe en obtener un bienestar sólido y duradero, resultará crucial que aprenda a aguantar el tipo sin levantar sospechas. Que no se le pase por las mientes dudar demasiado al realizar cada uno de los pasos debidamente prescritos.
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Sería muy penoso, amén de contraproducente, mostrar a los demás cualquier signo de debilidad o desfallecimiento, así como un exceso de entusiasmo por su parte. En general, está mal visto dar muestras extemporáneas de alegría ante sus progresos, por muy ciertos que éstos sean, o de hallarse usted pletórico, loco de contento. Los excesos de ánimo, sean del signo que sean, se consideran de pésimo gusto. Como todo en la vida, la supervivencia es un arte que exige de cierta contención, habida cuenta de que las apariencias, una vez más, lo son todo, y en casos como éste, muy especialmente.
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Después de haber seguido, con mayor o menor fortuna -pero siempre con éxito-, los pasos anteriores, ya puede usted considerarse sujeto activo, o pasivo, tanto da, pues al fin y al cabo lo uno lleva a lo otro y todo termina en lo mismo.

Feliz verano, queridos!)

viernes, 1 de agosto de 2008

Un crimen ejemplar


“Donde dice:
La maté porque era mía.
Debe decir:
La maté porque no era mía”.
Crímenes ejemplares, de Max Aub
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Está muy claro, señor juez: ella era muy guapa, incluso demasiado. Y la pobre no iba a dejar de serlo, ¿no es verdad?
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Si quiere que le sea franco, juraría que hasta me sentía yo más acojonado que ella. ¿Me creerá si le digo que bastaba verla un segundo para que el tiempo se volviera del revés, denso y espeso como una bechamel, grumoso? Un verdadero infierno, se lo aseguro.
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No podía seguir así. Tiene usted que entenderlo...

lunes, 21 de julio de 2008

Vidas paralelas

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Desde hacía algún tiempo, el tercer personaje del segundo párrafo trataba de zafarse de una trama que se le antojaba engorrosa y hasta agobiante, digna de alguien de menor consideración, con el mismo afán con que el dueño de su destino, el autor propiamente dicho, buscaba por todos los medios someterlo a la severa ficción de aquel relato.
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Mientras el sujeto de papel aspiraba a recibir un trato acorde con el estatus recién adquirido, no en vano había logrado a espaldas del narrador escalar posiciones como si de un Julien Sorel se tratara; el escritorzuelo, en su torpeza manifiesta, pretendía liquidar deprisa y corriendo una historia compleja de vidas paralelas, poniendo en peligro los deseos del personaje, y valiéndose de ridículos ardides, sin considerar ni su adecuación, ni la más mínima verosimilitud con respecto a los hechos narrados.
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Así de crispados andaban los ánimos cuando, de repente, sucedió lo imprevisto: sus anhelos irreconciliables se cruzaron en un plano de imposible intersección. Para entonces, ambos se hallaban en el mismo punto muerto: el hombre de acción, partidario del universo de la mímesis, trataba de elevarse de cualquier modo, en tanto el acérrimo defensor de una diégesis sin fisuras buscaba cortarle las alas al personaje insolente del segundo párrafo.
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El tumulto que armaron a raíz de aquel encuentro fue tal que parecía que un rayo del cielo les hubiera caído encima con toda la furia de los dioses. Pasado un tiempo razonable, empezaron a actuar como si les moviera una misma pasión. Como si aquel rayo fiero, en realidad, los hubiera fulminado de amor.
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jueves, 17 de julio de 2008

La caída

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Sabe que no hay marcha atrás, que se le escapa por la boca los ojos los oídos, por cada uno de sus sentidos de pronto embotados. Sabe también que ese pinchazo en el corazón, esa angustia en el estómago, ese sudor, ese calambre que le recorre la médula espinal como si fuera un coche a la carrera son reales, aunque tal vez fuera más justo decir que son sólo escenas de un pasado remoto.
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Sabe todo eso y más. Por ejemplo, que el hombre del abrigo gris ceñido con cinturón de hebilla es él mismo a los 54 años, bajando deprisa la escalera, segundos antes de chocar con Marta. O que aquel otro tan apuesto, aunque parezca mentira, también es él mediada la treintena, junto a Eva, en su época más feliz y fugaz.
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Después, o quizá sea antes -las imágenes se le agolpan a una velocidad endiablada-, sabe que ese joven de mirada insolente de apenas 23 años, que se muestra ansioso por conocer los resultados, está a punto de licenciarse. O que el chico, el niño, también el bebé, cómo no iba a saberlo, comparten esos tics, y más tarde esos modos que terminarían por definirlo como una persona nerviosa, inquieta.
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Luego, de golpe, nada sabe. Porque ya no sabe nada, ésa es la verdad; la única certeza. Acaso de haber podido, debería habérselo preguntado una vez más: "¿Nada de nada?"

domingo, 13 de julio de 2008

Microrrelato de terror

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Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.
La metamorfosis, de Franz Kafka
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Cierto día, Chuang Tzu se quedó dormido y
soñó que era una mariposa, revoloteando muy
contento por ahí. Y la mariposa no sabía que era
Chuang Tzu soñando. Luego despertó y volvió a
ser el de siempre, pero ahora no sabía si era un
hombre soñando que era una mariposa o una
mariposa soñando que era un hombre.
"Las enseñanzas de Chuang Tzu"
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..Érase una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.
"La cucaracha soñadora",
en La Oveja Negra y demás fábulas, de Augusto Monterroso
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Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
"El dinosaurio", de Augusto Monterroso

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PROPUESTA
Cuando despertó, la Cucaracha (*) todavía estaba allí.
"El dinosaurio soñador" de Gregorio Samsa

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(*) Una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.
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(**) O acaso se tratara de una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que soñaba que era escritor.
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(***) O incluso...

VARIACIÓN 1
Cuando despertó, una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que soñaba que era escritor, todavía estaba allí.
"El dinosaurio soñador", de Gregorio Samsa.

VARIACIÓN 2, versión final I
Cuando despertó, todavía estaba allí una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que deseaba ser escritor.
"El dinosaurio soñador", de Gregorio Samsa.

VARIACIÓN 3, versión final II
Cuando despertó, todavía estaba allí una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que soñaba que era escritor...
"El dinosaurio soñador", de Gregorio Samsa.

(...Esto empieza a recordarme al cine: Escena 5, toma 34, jeje.)

VARIACIÓN 4, versión final III
Cuando despertó, todavía estaba allí una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que soñaba que era Chuang Tzu...
"El dinosaurio soñador", de Gregorio Samsa.

VARIACIÓN 5, versión final IV
Cuando despertó, todavía estaba allí una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que soñaba que era la mariposa de Chuang Tzu...
"El dinosaurio soñador", de Gregorio Samsa.

viernes, 11 de julio de 2008

Un amor etéreo

Aquella carta habría sido decisiva de haber leído en ella: "tienes mi amor eterno".
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jueves, 10 de julio de 2008

El autómata de campo

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El autómata se decidió a abandonar la vorágine de la ciudad para adentrarse en la misteriosa selva negra. Así, en lugar de engrasar sus delicadas articulaciones a base de aceite y 3 en1, su alimento hasta entonces, empezó a consumir resina, un manjar que solía brindarle el bosque de vez en cuando, colmándole el espíritu de resonancias magnéticas. De igual modo, cuando la ocasión se lo permitía, corría a extraer de ciertos árboles centenarios la más sabrosa ambrosía, verdadero néctar de los dioses.

Tras varios lustros de vida salvaje, en feliz comunión con la madre naturaleza, un día aciago sintió la llamada de la ciudad, así que no le quedó más remedio que regresar. Pero ya no es el mismo. Algunos dicen incluso que el fragor de la selva lo ha transformado para siempre.

De hecho, aun cuando haya dejado de perder grasa por las esquinas, no acaba de ser feliz. Tampoco faltan los juicios de sus congéneres de turno, de mirada lustrosa y boca oxidada, con barrigas orondas de puro desdén. Por todo ello, y también por no haber logrado reconocerse en su vieja ciudad, en sus gentes mezquinas de tanto tragar clavos, ha empezado a inyectarse gasóleo. Nadie se atreve a decírselo, pero él lo ha sabido de todos modos: a ojos de los demás, su lata ya no reluce apenas.
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lunes, 7 de julio de 2008

El perfecto idiota

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El perfecto cuentista, en adelante PC, no sólo cree haber dado con el asunto fundamental de su nuevo relato, sino que convencido de su interés, deja cuanto estaba haciendo (enviar unos faxes de cierta urgencia que le ha pedido el jefe) para correr a su escritorio como una exhalación, no vaya a ser que su musa se volatilice antes de haber escrito, cuando menos, un esbozo de la brillante idea que revolotea, desde hace escasos minutos, por su cabeza, y que ahora se dispone a anotar con devoción, a espaldas -desde luego- de sus queridos compañeros de mesa.
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Aunque a ojos de cualquiera en horario de oficina su irreprimible vocación pudiera parecer ridícula y hasta desvergonzada, una irresponsabilidad en toda regla, hace ya quince años por lo menos que el perfecto cuentista no ceja un segundo en su afán por hinchar ese germen tan diminuto y prometedor que lo embarga sin previo aviso, con el fin de transformarlo en el relato que debería haber escrito, como digo, quince años atrás.
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Así las cosas, el PC sabe que su cometido resulta inaplazable, que la urgencia creadora no admite esperas. Lo sabe pero también está lo de su jefe, así que de pronto se encuentra ante una decisión salomónica que tomar, al tiempo que se dice para sus adentros que la resolución de dicho dilema exige la fortaleza hercúlea de un Sansón. El perfecto cuentista se sonríe ante su capacidad manifiesta por hilvanar metáforas de tamaño calibre. Luego, y sin más preámbulos, el PC se dirige a su PC y esboza siquiera el título.
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En vano se esfuerza el perfecto cuentista por desarrollar su fugitiva idea. El cursor se ha quedado parpadeando en mitad de la pantalla como un martillo pilón, piensa con acierto. Y de pronto, el jefe:
-Fernández, ¿para cuándo esos faxes? ¿De veras desea usted que le aumente de una puñetera vez el sueldo? Ante esta última pregunta, retórica a no dudarlo, formulada cuando la hermosa Mariluz cruzaba por delante de su mesa, al PC se le ha puesto cara de perfecto idiota. En adelante, PI.

sábado, 5 de julio de 2008

Recursos de escritor

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Aquel insigne autor, escritor secreto para algunos, solía mostrarse en privado tímido, atento y bastante considerado, aunque hubo quienes dijeron de él todo lo contrario, como si el personaje que lo precedía en sus apariciones públicas insistiera en representarlo, en los últimos tiempos, como un ser petulante, grosero y patán.
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Cierto día que el autor daba un paseo para concretar los detalles de un capítulo en ciernes, fue abordado por un grupo de lectores incondicionales, recibiendo un par de pisotones y un morrillazo accidental no exentos de admiración. Fue la gota que colmó el vaso.
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Aun cuando los periódicos sacaran al pobre hombre con una de sus mejores sonrisas, en adelante haría gala de un carácter irascible, en favor de su integridad. Ha persuadido a todos, incluso a sí mismo, de su condición inédita de escritor maldito.

miércoles, 25 de junio de 2008

El viaje

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Son las cuatro de la tarde. La hora de la quietud y la siesta. Un golpe de aire fresco se desparrama por el campo de lomas ondulantes y empinadas, como si aspirase a coronar al vuelo esas copas desnudas que asoman a lo lejos, donde apenas si alcanzan los ojos. El pintor se ha sentido cautivado y ha dispuesto los aparejos para una feliz jornada de trabajo. Ansía terminar el cuadro con los últimos rayos de sol, de ahí que rinda con la avidez y entrega propias de un día de descanso.

Tras colocar el caballete frente al hermoso paisaje y sujetar la paleta con la mano izquierda, se ha puesto manos a la obra. En un santiamén ha empapado el pincel en diversos óleos, mezclándolos sin vacilar, alterándolos. Como siempre, ha conseguido arrancarles infinitos destellos. Su arte es el de un miniaturista.
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Un par de horas después, ha trazado con pulso firme un perfecto esbozo de la escena. Más tarde, ya es posible reconocer las sinuosas lomas de pelo suave, las figuritas de los caballos, el mismo peine del viento. Cuando el anciano se halle concentrado en unas ramas del sotobosque, sentirá crecer, dentro de sí, el relincho salvaje de un caballo. Es probable que sólo entonces se dé por satisfecho.

domingo, 22 de junio de 2008

¿Una historia ficticia?

-Entonces, ¿por qué nos gustan las historias inventadas?
-Pues porque nuestras vidas no son menos ficticias.
-¿Cómo puedes decir eso? Tú eres real.
-Nos gusta creer que nuestra vida es real por el solo hecho de estar atados a ella, de tener la obligación de vivirla a conciencia, dotándola de sentido, aunque esto último sea lo más difícil. Ahora bien, ¿acaso tus sueños y deseos son más concretos, menos etéreos, que los contenidos en cualquier cuento o fantasía, en cualquier fabulación?
-¡Hombre! Los míos condicionan mi vida diaria y los ficticios, no.
-¿Estás seguro? Nuestra carne se alimenta de sueños.

jueves, 19 de junio de 2008

Juego de niños

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Aquel personaje salió de la página para tomar un poco de aire fresco. Al principio, nadie lo echó de menos, tan secundario era el pobre, pero a partir del tercer día la niña de ojos vivaces empezó a buscarlo con insistencia. Transcurrida la primera semana, la pequeña iba levantando con sus dedines todas las alfombras, no fuera que se le hubiera caído como por descuido, el rostro bañado en lágrimas.
-¿Pero qué buscas, tesoro?, le preguntaba su madre.
-Un tete. Falta un tete, respondía, compungida, mientras el dedito señalaba el cuento de tapas duras.

Al personaje, que a la sazón se hallaba extasiado ante el descubrimiento de una realidad tan fuera de lo común, fantástica a decir verdad, aquel súbito desvelo de la niña le había conmovido de tal modo, que tras vacilar unos instantes, decidió regresar a su antiguo libro en calidad de huésped. Sin duda quería complacerla.

A la niña, le bastó verificar que, de un salto, se había metido en el cuento, para arrancar de cuajo aquella página, temblorosa aún por acabar de sumergirse en ella el visitante. Con sus manitas rechonchas, estrujó la hoja sin contemplaciones, arrojándola poco después a la basura, hecha una pelota.

sábado, 14 de junio de 2008

Poética

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evocadores, convocadores ambos,
de inefables fantasmas
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La mujer que amé se ha convertido en fantasma.
Yo soy el lugar de las apariciones.
Juan José Arreola, "Cuento de horror".

La mujer que amo me trata como a un vil fantasma. Cada vez que la convierto en musa de mis ensoñaciones, huye despavorida.

jueves, 12 de junio de 2008

El arrepentido

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Cansado de ser otro, volvió a casa en un taxi para llegar lo antes posible. En cuanto su mujer le abrió la puerta, lo primero que hizo fue soltarle que los gemelos no podían ser suyos de ningún modo.
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martes, 10 de junio de 2008

Furibundo vuelo

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De niño aquel bosque en el que solía adentrarse para jugar se le antojaba lleno de misterio, el lugar en donde toparse, todas las noches sin falta, con el miedo y el pavor. Ya de adolescente, fue capaz de encontrarle a ese bosque umbrío su cara más amable. Aquella experiencia coincidiría con un extraño padecimiento. A la hora en que los pájaros solían celebrar la siesta, frecuentaba claros silvestres y perdidas florestas, verdaderos lechos para la ensoñación. Sin duda fueron sus horas más dulces.
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Al cabo llegaron las obligaciones y, con ellas, el deber de comportarse como un hombre. Por entonces, el bosque se había convertido en medio de vida, en fuente de alimento y distracción. También en el recinto en que prosperaba, feliz, la educación de sus hijos. Hasta que un día quiso reconocerse públicamente como el anciano en que se había transformado.
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Tras haberse emboscado en la espesura de sus recuerdos, la negra noche es hoy su único cobijo, el refugio en donde poder guarecerse a duras penas del furibundo vuelo de las horas. Lejos, en alguna cueva en mitad del bosque, una infame turba de nocturnas aves revolotea entre soledades ariscas. Ya sólo se atreve a cazar mariposas risueñas y pequeñas lombrices en el fango.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"