miércoles, 13 de agosto de 2008

El desconcierto


Y, al fin, se desprende la última hoja del árbol desde una altura nada desdeñable, sin previo aviso, como de puntillas. Aunque se trate de una caída previsible, de nuevo su vuelo incierto ha ido creando figuras de una belleza lacerante, círculos concéntricos y elípticos de perfecta evolución y armonía. Pero, una vez más, el ojo humano no estaba preparado para verlo, ocupado en escrutar esto y aquello, aquí y allá, sin tiento ni tino.
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¡Si al menos un hombre solo pudiera percibir la entereza de un desprendimiento tan ligero, de trazo tan limpio!
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En breve el baile tocará a su fin, y la hoja descansará de su primer y único vuelo. Tal vez en otro tiempo ese hombre que cruza la calle, distraído, hubiera podido reconocer, en esa danza minúscula, toda la intensidad y riqueza de una vida majestuosa. Su posible fulgor.

sábado, 9 de agosto de 2008

Variaciones sobre el mismo tema, 2

La bondad es la única inversión que nunca quiebra.
Henry David THOREAU
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1.- De tan bondadoso como era, un día se quebró.
.......De tan bondadoso como era, un día quebró.
.......De tan bondadoso como era, un día le quebraron.
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2.- Aun siendo bondadosa, sólo recibía requiebros.
.......Aun siendo bondadosa, hizo caso omiso de todo requiebro.
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3.- Bondadoso, lo que es decir bondadoso, no era; antes bien, carecía de todo corazón. Quienes lo trataron aseguraban que, en realidad, era un lobo disfrazado de cordero. Eso sí: el tipo se sabía de memoria todas las enseñanzas de THOREAU, quien solía decir aquello de que "la bondad es la única inversión que nunca quiebra".
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MICROMEGAS

jueves, 7 de agosto de 2008

Variaciones sobre el mismo tema

Si ha hecho castillos en el aire, no ha perdido el tiempo; allí es donde deben estar. Ahora, póngales cimientos.
Henry David THOREAU

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1.- Si ha hecho castillos en el aire, felicidades: sin duda conoce usted el verdadero sentido de la existencia, cuyos cimientos han sido siempre el sueño y la fantasía. Cosa muy distinta es pretender materializarlos.
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2.- ¿Castillos en el aire? No gracias, que luego cuesta trabajo erigirlos.
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3.- Creo que no exagero ni un ápice si os digo que levantar castillos en el aire se ha convertido en una tarea de la que no puedo prescindir... A veces, incluso pienso que son ellos los que me sostienen en pie.
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4.- ¿Castillos en el aire a mí? ¡Ja!
MICROMEGAS

sábado, 2 de agosto de 2008

Instrucciones para llegar a ser alguien en la vida (siquiera en verano)


(...) Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón (...).
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En primer lugar, se recomienda encarecidamente tentarse el cuerpo con ahínco y actitud concentrada a fin de cerciorarse sobre la existencia de uno. Si tras ese pequeño palmeo, hay indicios claros y objetivos de que se tiene sombra propia o, en su defecto, mala sombra, no lo dude: es usted un sujeto de derecho, o de facto, que lo uno va ligado a lo otro, vaya usted a saber porqué.
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Tras una breve comprobación de que le funcionan los cinco sentidos, imbúyase sin más preámbulos de un sentimiento de plenitud capaz de convencer a los demás, si no a sí mismo, de que nadie como usted posee una personalidad arrolladora. En caso de no lograrse, puede intentarlo de todos modos echando mano de la imaginación, con el fin de persuadirse de ello sin perder tontamente la compostura.
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A lo largo de todo el proceso, y aun cuando el objetivo básico estribe en obtener un bienestar sólido y duradero, resultará crucial que aprenda a aguantar el tipo sin levantar sospechas. Que no se le pase por las mientes dudar demasiado al realizar cada uno de los pasos debidamente prescritos.
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Sería muy penoso, amén de contraproducente, mostrar a los demás cualquier signo de debilidad o desfallecimiento, así como un exceso de entusiasmo por su parte. En general, está mal visto dar muestras extemporáneas de alegría ante sus progresos, por muy ciertos que éstos sean, o de hallarse usted pletórico, loco de contento. Los excesos de ánimo, sean del signo que sean, se consideran de pésimo gusto. Como todo en la vida, la supervivencia es un arte que exige de cierta contención, habida cuenta de que las apariencias, una vez más, lo son todo, y en casos como éste, muy especialmente.
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Después de haber seguido, con mayor o menor fortuna -pero siempre con éxito-, los pasos anteriores, ya puede usted considerarse sujeto activo, o pasivo, tanto da, pues al fin y al cabo lo uno lleva a lo otro y todo termina en lo mismo.

Feliz verano, queridos!)

viernes, 1 de agosto de 2008

Un crimen ejemplar


“Donde dice:
La maté porque era mía.
Debe decir:
La maté porque no era mía”.
Crímenes ejemplares, de Max Aub
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Está muy claro, señor juez: ella era muy guapa, incluso demasiado. Y la pobre no iba a dejar de serlo, ¿no es verdad?
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Si quiere que le sea franco, juraría que hasta me sentía yo más acojonado que ella. ¿Me creerá si le digo que bastaba verla un segundo para que el tiempo se volviera del revés, denso y espeso como una bechamel, grumoso? Un verdadero infierno, se lo aseguro.
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No podía seguir así. Tiene usted que entenderlo...

lunes, 21 de julio de 2008

Vidas paralelas

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Desde hacía algún tiempo, el tercer personaje del segundo párrafo trataba de zafarse de una trama que se le antojaba engorrosa y hasta agobiante, digna de alguien de menor consideración, con el mismo afán con que el dueño de su destino, el autor propiamente dicho, buscaba por todos los medios someterlo a la severa ficción de aquel relato.
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Mientras el sujeto de papel aspiraba a recibir un trato acorde con el estatus recién adquirido, no en vano había logrado a espaldas del narrador escalar posiciones como si de un Julien Sorel se tratara; el escritorzuelo, en su torpeza manifiesta, pretendía liquidar deprisa y corriendo una historia compleja de vidas paralelas, poniendo en peligro los deseos del personaje, y valiéndose de ridículos ardides, sin considerar ni su adecuación, ni la más mínima verosimilitud con respecto a los hechos narrados.
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Así de crispados andaban los ánimos cuando, de repente, sucedió lo imprevisto: sus anhelos irreconciliables se cruzaron en un plano de imposible intersección. Para entonces, ambos se hallaban en el mismo punto muerto: el hombre de acción, partidario del universo de la mímesis, trataba de elevarse de cualquier modo, en tanto el acérrimo defensor de una diégesis sin fisuras buscaba cortarle las alas al personaje insolente del segundo párrafo.
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El tumulto que armaron a raíz de aquel encuentro fue tal que parecía que un rayo del cielo les hubiera caído encima con toda la furia de los dioses. Pasado un tiempo razonable, empezaron a actuar como si les moviera una misma pasión. Como si aquel rayo fiero, en realidad, los hubiera fulminado de amor.
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jueves, 17 de julio de 2008

La caída

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Sabe que no hay marcha atrás, que se le escapa por la boca los ojos los oídos, por cada uno de sus sentidos de pronto embotados. Sabe también que ese pinchazo en el corazón, esa angustia en el estómago, ese sudor, ese calambre que le recorre la médula espinal como si fuera un coche a la carrera son reales, aunque tal vez fuera más justo decir que son sólo escenas de un pasado remoto.
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Sabe todo eso y más. Por ejemplo, que el hombre del abrigo gris ceñido con cinturón de hebilla es él mismo a los 54 años, bajando deprisa la escalera, segundos antes de chocar con Marta. O que aquel otro tan apuesto, aunque parezca mentira, también es él mediada la treintena, junto a Eva, en su época más feliz y fugaz.
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Después, o quizá sea antes -las imágenes se le agolpan a una velocidad endiablada-, sabe que ese joven de mirada insolente de apenas 23 años, que se muestra ansioso por conocer los resultados, está a punto de licenciarse. O que el chico, el niño, también el bebé, cómo no iba a saberlo, comparten esos tics, y más tarde esos modos que terminarían por definirlo como una persona nerviosa, inquieta.
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Luego, de golpe, nada sabe. Porque ya no sabe nada, ésa es la verdad; la única certeza. Acaso de haber podido, debería habérselo preguntado una vez más: "¿Nada de nada?"

domingo, 13 de julio de 2008

Microrrelato de terror

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Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.
La metamorfosis, de Franz Kafka
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Cierto día, Chuang Tzu se quedó dormido y
soñó que era una mariposa, revoloteando muy
contento por ahí. Y la mariposa no sabía que era
Chuang Tzu soñando. Luego despertó y volvió a
ser el de siempre, pero ahora no sabía si era un
hombre soñando que era una mariposa o una
mariposa soñando que era un hombre.
"Las enseñanzas de Chuang Tzu"
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..Érase una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.
"La cucaracha soñadora",
en La Oveja Negra y demás fábulas, de Augusto Monterroso
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Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
"El dinosaurio", de Augusto Monterroso

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PROPUESTA
Cuando despertó, la Cucaracha (*) todavía estaba allí.
"El dinosaurio soñador" de Gregorio Samsa

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(*) Una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.
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(**) O acaso se tratara de una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que soñaba que era escritor.
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(***) O incluso...

VARIACIÓN 1
Cuando despertó, una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que soñaba que era escritor, todavía estaba allí.
"El dinosaurio soñador", de Gregorio Samsa.

VARIACIÓN 2, versión final I
Cuando despertó, todavía estaba allí una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que deseaba ser escritor.
"El dinosaurio soñador", de Gregorio Samsa.

VARIACIÓN 3, versión final II
Cuando despertó, todavía estaba allí una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que soñaba que era escritor...
"El dinosaurio soñador", de Gregorio Samsa.

(...Esto empieza a recordarme al cine: Escena 5, toma 34, jeje.)

VARIACIÓN 4, versión final III
Cuando despertó, todavía estaba allí una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que soñaba que era Chuang Tzu...
"El dinosaurio soñador", de Gregorio Samsa.

VARIACIÓN 5, versión final IV
Cuando despertó, todavía estaba allí una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era Franz Kafka escribiendo acerca de un empleado con pinta de dinosaurio que soñaba que era la mariposa de Chuang Tzu...
"El dinosaurio soñador", de Gregorio Samsa.

viernes, 11 de julio de 2008

Un amor etéreo

Aquella carta habría sido decisiva de haber leído en ella: "tienes mi amor eterno".
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jueves, 10 de julio de 2008

El autómata de campo

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El autómata se decidió a abandonar la vorágine de la ciudad para adentrarse en la misteriosa selva negra. Así, en lugar de engrasar sus delicadas articulaciones a base de aceite y 3 en1, su alimento hasta entonces, empezó a consumir resina, un manjar que solía brindarle el bosque de vez en cuando, colmándole el espíritu de resonancias magnéticas. De igual modo, cuando la ocasión se lo permitía, corría a extraer de ciertos árboles centenarios la más sabrosa ambrosía, verdadero néctar de los dioses.

Tras varios lustros de vida salvaje, en feliz comunión con la madre naturaleza, un día aciago sintió la llamada de la ciudad, así que no le quedó más remedio que regresar. Pero ya no es el mismo. Algunos dicen incluso que el fragor de la selva lo ha transformado para siempre.

De hecho, aun cuando haya dejado de perder grasa por las esquinas, no acaba de ser feliz. Tampoco faltan los juicios de sus congéneres de turno, de mirada lustrosa y boca oxidada, con barrigas orondas de puro desdén. Por todo ello, y también por no haber logrado reconocerse en su vieja ciudad, en sus gentes mezquinas de tanto tragar clavos, ha empezado a inyectarse gasóleo. Nadie se atreve a decírselo, pero él lo ha sabido de todos modos: a ojos de los demás, su lata ya no reluce apenas.
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lunes, 7 de julio de 2008

El perfecto idiota

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El perfecto cuentista, en adelante PC, no sólo cree haber dado con el asunto fundamental de su nuevo relato, sino que convencido de su interés, deja cuanto estaba haciendo (enviar unos faxes de cierta urgencia que le ha pedido el jefe) para correr a su escritorio como una exhalación, no vaya a ser que su musa se volatilice antes de haber escrito, cuando menos, un esbozo de la brillante idea que revolotea, desde hace escasos minutos, por su cabeza, y que ahora se dispone a anotar con devoción, a espaldas -desde luego- de sus queridos compañeros de mesa.
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Aunque a ojos de cualquiera en horario de oficina su irreprimible vocación pudiera parecer ridícula y hasta desvergonzada, una irresponsabilidad en toda regla, hace ya quince años por lo menos que el perfecto cuentista no ceja un segundo en su afán por hinchar ese germen tan diminuto y prometedor que lo embarga sin previo aviso, con el fin de transformarlo en el relato que debería haber escrito, como digo, quince años atrás.
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Así las cosas, el PC sabe que su cometido resulta inaplazable, que la urgencia creadora no admite esperas. Lo sabe pero también está lo de su jefe, así que de pronto se encuentra ante una decisión salomónica que tomar, al tiempo que se dice para sus adentros que la resolución de dicho dilema exige la fortaleza hercúlea de un Sansón. El perfecto cuentista se sonríe ante su capacidad manifiesta por hilvanar metáforas de tamaño calibre. Luego, y sin más preámbulos, el PC se dirige a su PC y esboza siquiera el título.
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En vano se esfuerza el perfecto cuentista por desarrollar su fugitiva idea. El cursor se ha quedado parpadeando en mitad de la pantalla como un martillo pilón, piensa con acierto. Y de pronto, el jefe:
-Fernández, ¿para cuándo esos faxes? ¿De veras desea usted que le aumente de una puñetera vez el sueldo? Ante esta última pregunta, retórica a no dudarlo, formulada cuando la hermosa Mariluz cruzaba por delante de su mesa, al PC se le ha puesto cara de perfecto idiota. En adelante, PI.

sábado, 5 de julio de 2008

Recursos de escritor

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Aquel insigne autor, escritor secreto para algunos, solía mostrarse en privado tímido, atento y bastante considerado, aunque hubo quienes dijeron de él todo lo contrario, como si el personaje que lo precedía en sus apariciones públicas insistiera en representarlo, en los últimos tiempos, como un ser petulante, grosero y patán.
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Cierto día que el autor daba un paseo para concretar los detalles de un capítulo en ciernes, fue abordado por un grupo de lectores incondicionales, recibiendo un par de pisotones y un morrillazo accidental no exentos de admiración. Fue la gota que colmó el vaso.
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Aun cuando los periódicos sacaran al pobre hombre con una de sus mejores sonrisas, en adelante haría gala de un carácter irascible, en favor de su integridad. Ha persuadido a todos, incluso a sí mismo, de su condición inédita de escritor maldito.

miércoles, 25 de junio de 2008

El viaje

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Son las cuatro de la tarde. La hora de la quietud y la siesta. Un golpe de aire fresco se desparrama por el campo de lomas ondulantes y empinadas, como si aspirase a coronar al vuelo esas copas desnudas que asoman a lo lejos, donde apenas si alcanzan los ojos. El pintor se ha sentido cautivado y ha dispuesto los aparejos para una feliz jornada de trabajo. Ansía terminar el cuadro con los últimos rayos de sol, de ahí que rinda con la avidez y entrega propias de un día de descanso.

Tras colocar el caballete frente al hermoso paisaje y sujetar la paleta con la mano izquierda, se ha puesto manos a la obra. En un santiamén ha empapado el pincel en diversos óleos, mezclándolos sin vacilar, alterándolos. Como siempre, ha conseguido arrancarles infinitos destellos. Su arte es el de un miniaturista.
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Un par de horas después, ha trazado con pulso firme un perfecto esbozo de la escena. Más tarde, ya es posible reconocer las sinuosas lomas de pelo suave, las figuritas de los caballos, el mismo peine del viento. Cuando el anciano se halle concentrado en unas ramas del sotobosque, sentirá crecer, dentro de sí, el relincho salvaje de un caballo. Es probable que sólo entonces se dé por satisfecho.

domingo, 22 de junio de 2008

¿Una historia ficticia?

-Entonces, ¿por qué nos gustan las historias inventadas?
-Pues porque nuestras vidas no son menos ficticias.
-¿Cómo puedes decir eso? Tú eres real.
-Nos gusta creer que nuestra vida es real por el solo hecho de estar atados a ella, de tener la obligación de vivirla a conciencia, dotándola de sentido, aunque esto último sea lo más difícil. Ahora bien, ¿acaso tus sueños y deseos son más concretos, menos etéreos, que los contenidos en cualquier cuento o fantasía, en cualquier fabulación?
-¡Hombre! Los míos condicionan mi vida diaria y los ficticios, no.
-¿Estás seguro? Nuestra carne se alimenta de sueños.

jueves, 19 de junio de 2008

Juego de niños

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Aquel personaje salió de la página para tomar un poco de aire fresco. Al principio, nadie lo echó de menos, tan secundario era el pobre, pero a partir del tercer día la niña de ojos vivaces empezó a buscarlo con insistencia. Transcurrida la primera semana, la pequeña iba levantando con sus dedines todas las alfombras, no fuera que se le hubiera caído como por descuido, el rostro bañado en lágrimas.
-¿Pero qué buscas, tesoro?, le preguntaba su madre.
-Un tete. Falta un tete, respondía, compungida, mientras el dedito señalaba el cuento de tapas duras.

Al personaje, que a la sazón se hallaba extasiado ante el descubrimiento de una realidad tan fuera de lo común, fantástica a decir verdad, aquel súbito desvelo de la niña le había conmovido de tal modo, que tras vacilar unos instantes, decidió regresar a su antiguo libro en calidad de huésped. Sin duda quería complacerla.

A la niña, le bastó verificar que, de un salto, se había metido en el cuento, para arrancar de cuajo aquella página, temblorosa aún por acabar de sumergirse en ella el visitante. Con sus manitas rechonchas, estrujó la hoja sin contemplaciones, arrojándola poco después a la basura, hecha una pelota.

sábado, 14 de junio de 2008

Poética

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evocadores, convocadores ambos,
de inefables fantasmas
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La mujer que amé se ha convertido en fantasma.
Yo soy el lugar de las apariciones.
Juan José Arreola, "Cuento de horror".

La mujer que amo me trata como a un vil fantasma. Cada vez que la convierto en musa de mis ensoñaciones, huye despavorida.

jueves, 12 de junio de 2008

El arrepentido

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Cansado de ser otro, volvió a casa en un taxi para llegar lo antes posible. En cuanto su mujer le abrió la puerta, lo primero que hizo fue soltarle que los gemelos no podían ser suyos de ningún modo.
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martes, 10 de junio de 2008

Furibundo vuelo

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De niño aquel bosque en el que solía adentrarse para jugar se le antojaba lleno de misterio, el lugar en donde toparse, todas las noches sin falta, con el miedo y el pavor. Ya de adolescente, fue capaz de encontrarle a ese bosque umbrío su cara más amable. Aquella experiencia coincidiría con un extraño padecimiento. A la hora en que los pájaros solían celebrar la siesta, frecuentaba claros silvestres y perdidas florestas, verdaderos lechos para la ensoñación. Sin duda fueron sus horas más dulces.
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Al cabo llegaron las obligaciones y, con ellas, el deber de comportarse como un hombre. Por entonces, el bosque se había convertido en medio de vida, en fuente de alimento y distracción. También en el recinto en que prosperaba, feliz, la educación de sus hijos. Hasta que un día quiso reconocerse públicamente como el anciano en que se había transformado.
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Tras haberse emboscado en la espesura de sus recuerdos, la negra noche es hoy su único cobijo, el refugio en donde poder guarecerse a duras penas del furibundo vuelo de las horas. Lejos, en alguna cueva en mitad del bosque, una infame turba de nocturnas aves revolotea entre soledades ariscas. Ya sólo se atreve a cazar mariposas risueñas y pequeñas lombrices en el fango.
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viernes, 6 de junio de 2008

Senectud

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Tras comprobar que el tiempo seguía surcando, indolente, su rostro de nácar, cogió el cepillo como hacía todos los días a la misma hora y estuvo peinando su hermosa cabellera por espacio de varios minutos. Absorta como estaba en ese gesto cotidiano de repasar, una y otra vez, las ondas rebeldes de su pelo de plata, se adentró sin darse cuenta en las sinuosas aguas del espejo.
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De nuevo volvía a toparse con aquella anciana que le hacía señales a lo lejos para que la siguiera. Esta vez, sin embargo, no dudó. A decir verdad, la mujer, ahora se daba cuenta, tenía un rostro que le resultaba sumamente familiar, sus mismos ojos, su color.
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En el breve lapso de un soplo, creyó adivinar la identidad fugitiva de aquella figura, tan venerable. Sin más dilación, interrumpió su tarea de peinarse y dejó el cepillo sobre la cómoda. En las líneas profundas de su piel ajada reconocía, al fin, la belleza inmutable de lo antiguo.
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miércoles, 4 de junio de 2008

Cabezas de colores


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¿Dónde están nuestros cuerpos?, le preguntaron al unísono aquellos bustos parlantes con pelucas de colores sobre sus cabezas. Enseguida se percató de que esos seres tenían los ojos más tristes de la ciudad, los rostros más pálidos.
¿Dónde nuestros brazos, nuestras manos?
¿Nuestras orejas,
nuestros dientes,
nuestros párpados?
¿Dónde?, insistían una y otra vez.
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Absorto frente al escaparate, el niño lamía la calva de un chupa-chups de colores. Sus oídos habían percibido sin asomo de duda aquellos lamentos implorantes, pero sus ojos continuaron contemplando aquel espectáculo dantesco con la dureza indiferente del cristal, con el desprecio de lo muerto.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"