martes, 10 de junio de 2008

Furibundo vuelo

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De niño aquel bosque en el que solía adentrarse para jugar se le antojaba lleno de misterio, el lugar en donde toparse, todas las noches sin falta, con el miedo y el pavor. Ya de adolescente, fue capaz de encontrarle a ese bosque umbrío su cara más amable. Aquella experiencia coincidiría con un extraño padecimiento. A la hora en que los pájaros solían celebrar la siesta, frecuentaba claros silvestres y perdidas florestas, verdaderos lechos para la ensoñación. Sin duda fueron sus horas más dulces.
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Al cabo llegaron las obligaciones y, con ellas, el deber de comportarse como un hombre. Por entonces, el bosque se había convertido en medio de vida, en fuente de alimento y distracción. También en el recinto en que prosperaba, feliz, la educación de sus hijos. Hasta que un día quiso reconocerse públicamente como el anciano en que se había transformado.
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Tras haberse emboscado en la espesura de sus recuerdos, la negra noche es hoy su único cobijo, el refugio en donde poder guarecerse a duras penas del furibundo vuelo de las horas. Lejos, en alguna cueva en mitad del bosque, una infame turba de nocturnas aves revolotea entre soledades ariscas. Ya sólo se atreve a cazar mariposas risueñas y pequeñas lombrices en el fango.
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viernes, 6 de junio de 2008

Senectud

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Tras comprobar que el tiempo seguía surcando, indolente, su rostro de nácar, cogió el cepillo como hacía todos los días a la misma hora y estuvo peinando su hermosa cabellera por espacio de varios minutos. Absorta como estaba en ese gesto cotidiano de repasar, una y otra vez, las ondas rebeldes de su pelo de plata, se adentró sin darse cuenta en las sinuosas aguas del espejo.
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De nuevo volvía a toparse con aquella anciana que le hacía señales a lo lejos para que la siguiera. Esta vez, sin embargo, no dudó. A decir verdad, la mujer, ahora se daba cuenta, tenía un rostro que le resultaba sumamente familiar, sus mismos ojos, su color.
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En el breve lapso de un soplo, creyó adivinar la identidad fugitiva de aquella figura, tan venerable. Sin más dilación, interrumpió su tarea de peinarse y dejó el cepillo sobre la cómoda. En las líneas profundas de su piel ajada reconocía, al fin, la belleza inmutable de lo antiguo.
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miércoles, 4 de junio de 2008

Cabezas de colores


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¿Dónde están nuestros cuerpos?, le preguntaron al unísono aquellos bustos parlantes con pelucas de colores sobre sus cabezas. Enseguida se percató de que esos seres tenían los ojos más tristes de la ciudad, los rostros más pálidos.
¿Dónde nuestros brazos, nuestras manos?
¿Nuestras orejas,
nuestros dientes,
nuestros párpados?
¿Dónde?, insistían una y otra vez.
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Absorto frente al escaparate, el niño lamía la calva de un chupa-chups de colores. Sus oídos habían percibido sin asomo de duda aquellos lamentos implorantes, pero sus ojos continuaron contemplando aquel espectáculo dantesco con la dureza indiferente del cristal, con el desprecio de lo muerto.

viernes, 30 de mayo de 2008

Epitafio oscuro

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Aquella lápida sombría portaba la siguiente inscripción:
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"Durante toda mi vida quise despistarlo en vano, tan audaz era el maldito. Al final hallé este único remedio, sin duda luminoso."
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martes, 27 de mayo de 2008

Autoscopia


"Alteración de la percepción. Alucinación consistente en percibirse a sí mismo como un doble. Se puede dar en personas sanas que se encuentran en un estado de fatiga excesiva, por intoxicación de algún tipo de drogas, en la epilepsia, en personas con tumores cerebrales... La autoscopia negativa consistiría en que la persona se mira en un espejo y no ve a nadie."
Tras leer la definición, permaneció quieto unos minutos, pensativo. "Es justo lo que me ocurre", dijo para sí, convencido. "¿Me estaré volviendo loco?"
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Precisamente, aquella mañana había padecido un brote clarísimo de autoscopia. Había sonado el despertador demasiado pronto, así que tuvo que encender la luz de la mesilla de noche para comprobar la hora. Entonces lo vio, esto es, se vio a sí mismo apoyado en el techo de la habitación como si llevara siglos esperándolo, el rostro de fastidio, convertido en un vulgar fantasmucho de pacotilla.
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Lo primero que hizo al verse ahí arriba, flotando como un globo aerostático, fue acordarse de Sueños de un seductor, la jocosa adaptación de una obra de Woody Allen en la que lo vemos charlar sobre lo humano y lo divino con Humphrey Bogart, tan inefable. Aunque parezca increíble, no se asustó. Más bien, tuvo que reprimir su enojo creciente.
-¿Quieres hacer el favor de dejar de fumar? ¿No ves que estaba durmiendo y me has despertado?
-Buenos días, mi querida sombra. ¿Has tenido dulces sueños?
-Yo no soy tu maldita sombra. La sombra eres tú, no te confundas.
-Como quieras...
-¿A qué has venido, si puede saberse?
-A llevarte conmigo. No sé si te das cuenta, pero el hecho de que puedas verme significa que has empezado a morir.
-Pues mira qué bien. Y va y me lo sueltas así, sin venir a cuento, por las buenas. Como hace un amigo.
-En adelante, vas a verme siempre. Como me ha parecido que no te asustabas, he creído que lo mejor era entrar en materia cuanto antes.
-Pero..., no vayas tan deprisa... ¿De dónde vienes?, ¿adónde vamos?... ¿Podrías decírmelo?
-Vengo de la nada y nos vamos en dos días al país de los muertos.
-¿Hay divorcios en tu país? ¿Madrugones? ¿Dentistas?
-Jajaja, no no, nada de eso. Los muertos son perfectos. No empeoran, quiero decir.
-Bueno, pues entonces no me parece tan mal... Oye, ¿y voy a tener que coincidir con mi suegra? Murió hace un par de años y nunca me perdonó lo de nuestro divorcio.
-No, si tú no quieres. El país de los muertos es muy grande, y hasta puede uno llegar a ser feliz.
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Estuvimos hablando por espacio de media hora, al cabo de la cual me excusé porque tenía que ir al trabajo. Hemos quedado en vernos mañana. De hecho, dice que va a estar visitándome todo este mes para que le pregunte lo que quiera y así pueda emprender el viaje sin temor alguno. Me ha parecido bien, y muy considerado por su parte.
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Antes de que se marchara, no pude evitar preguntarle si existía la eternidad, Dios o el Paraíso, y me contestó que las tres cosas podían ser consideradas una sola, pues uno se convierte en fantasma para siempre, eso sí, sin que nos duela ni padezcamos por ello.
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Pero me ha engañado como a un chino. Habíamos quedado en vernos a la misma hora de ayer, a las 6:30 de la mañana. Cuando el despertador ha sonado y he hecho el gesto de ir a apagarlo, me he dado cuenta de que el que flotaba como un alma en pena era yo, mientras mi sombra lo apagaba de un manotazo, ignorándome como a un vil fantasma. Por lo visto, ha decidido seguir durmiendo, faltar al trabajo...
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Han pasado ya dos horas. De seguir así, me van a despedir. Quiero decir: lo van a despedir. Me ha convertido en la sombra de mi sombra. Por supuesto, Dios no existe, ni tampoco el Paraíso dichoso. Sólo la eternidad... ¡Qué fastidio!
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miércoles, 21 de mayo de 2008

El agente doble

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Al llegar a casa, lo primero que hacía el agente de bolsa era quitarse deprisa el feroz traje de superejecutivo para ponerse, enseguida, el esponjoso pijama de algodón, la única prenda capaz de concederle el sosiego que no tenía, regalo de su hija. Aun cuando su tarjeta de visita diera por cierto su trabajo como corredor de bolsa, aquel hombre de 40 años recién cumplidos padecía continuas taquicardias y extrañas arritmias a causa de una misteriosa dolencia, que yo, la verdad sea dicha, no supe, en un primer momento, interpretar.
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El doctor que lo llevaba le había aconsejado cambiar de trabajo cuanto antes. Ahora ya puedo decirles que hubiera bastado con que se sentara a escribir ante su viejo cuaderno verde dos veces por semana para seguir con vida. Porque, créanme, aquel agente de cambio era, en realidad, un poeta enorme, vivísimo y genial, sin parangón, si bien ignorado e ignorante de sí mismo. Servidor fui el único capaz de averiguarlo.
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Déjenme que les diga que hoy la historia de la poesía española ha perdido, por descuido e impericia en mi nuevo oficio de narrador omnisciente, al que tal vez fuera el mejor poeta oculto de todos los tiempos, alguien capaz de erigir deslumbrantes imágenes llenas de temblor, fulgurantes, según tuve ocasión de reconocer más adelante.
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Sin duda, mi terrible condición de novato, lento e inoportuno en extremo, ha resultado tan vergonzante que apenas si hubo tiempo de descubrir la verdadera naturaleza de aquel pobre agente, doble y secreto por más señas. Qué desastre, mis indulgentes lectores, qué pérdida más terrible...
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domingo, 18 de mayo de 2008

La mariposa de Chuang Tzu

Antes de acostarse leyó con atención el legendario microrrelato de Chuang Tzu, del que tanto le habían hablado:
Cierto día, Chuang Tzu se quedó dormido y__
soñó que era una mariposa, revoloteando muy__
contento por ahí. Y la mariposa no sabía que era__
Chuang Tzu soñando. Luego despertó y volvió a__
ser el de siempre, pero ahora no sabía si era un__
hombre soñando que era una mariposa o una__
mariposa soñando que era un hombre.__
Las enseñanzas de Chuang Tzu_

Fue caer dormido en un profundo sueño y empezar a sentir cómo su pecho se henchía de un sentimiento gozoso ante la contemplación de sus alas recién desplegadas, lo que vino a convencerle de que él era la verdadera mariposa de Chuang Tzu. Conforme a su naturaleza recién adquirida, pasó la noche entera revoloteando feliz y despreocupado como un picaflor, ajeno a las miserias del mundo.

Los primeros rayos de sol iban a depararle, sin embargo, nuevas vicisitudes. Entre ellas, el descubrimiento fatal de su vulgar existencia de gusano soñador.

viernes, 16 de mayo de 2008

El hombre sin voz

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Hacía años que el escritor se esforzaba por conquistar una voz narrativa propia, plagada de autenticidad y de fuerza; un estilo que lo distinguiera de tantos autores sin voz como había, tan fatuos en su mayoría, tan ridículos. Le parecía increíble que toda esa caterva de presuntuosos no se hubiera percatado aún de que, para ser un gran escritor, había que lograr una voz personal e intransferible, cultivarla día y noche sin descanso, desearla de veras; una voz que fuera capaz de singularizarse del resto, que se revelara densa, con volumen, poliédrica; que lo elevara, en fin, hasta las alturas, depositándolo en el justo pedestal que le correspondía...
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Tan embebido estaba el pobre en labrarse esa voz que olvidó apuntalar la estupenda edificación de su ingenio, malbaratando en un pispás aquel universo maravilloso repleto de voces magníficas, tan prometedor, probablemente su obra maestra, la creación que habría de erigirse en garante de su felicidad; un castillo de naipes fabuloso, una pena.
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martes, 13 de mayo de 2008

El universo mundo

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"Detectan materia ordinaria nunca vista hasta ahora en el espacio", decía el titular. Enseguida quiso ampliar la información en los principales periódicos de la red, pero fue en vano; demasiado pronto para que ninguno se ocupara del asunto.

Siguió leyendo la noticia con que se había topado por casualidad: "El universo está compuesto en más del 95% por sustancias cuya composición es desconocida: se trata de la materia negra (21%) y de la energía oscura (75%). El resto, entre el 4% y el 5%, es materia ordinaria (protones, neutrones)". Y más adelante: "todas las galaxias y los gases interestelares descubiertos hasta ahora sólo contaban con la mitad de esta materia bariónica." Qué curioso, pensó; así que estamos hechos de materia bariónica. El DRAE ni siquiera daba cuenta de ella. Wikipedia sí, aunque liquidaba la cuestión en apenas dos pinceladas: "En cosmología se considera materia bariónica toda forma de materia constituida por bariones y leptones (a excepción de determinados tipos de neutrinos). Es decir, es la materia que forma todo lo que nos rodea y podemos ver, incluidos nosotros mismos.
Según cálculos recientes, la materia bariónica constituye solamente el 4% de la masa del universo. Un 23% está formado por materia oscura y el 73% restante por la energía oscura".
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A grandes rasgos, pues, era posible distinguir la materia oscura, la energía oscura y la materia bariónica u ordinaria. Tal vez encontrara alguna aclaración más en la red. Tras leer un artículo solvente, vio que incluso había materias antitéticas a las descritas cuya existencia ignoraba, lo que no era extraño; revelándose tan misteriosas como los mismos objetos a los que pretendían oponerse.
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¿Y si se trataba de una reunión de almas interestelares? De ser cierto que la susodicha materia, o sea nosotros, apenas representábamos una mota de polvo interestelar vagando por el universo, ¿no podían probar esas insólitas concentraciones la existencia esporádica de campos de almas?
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A lo mejor,
cansadas de flotar a la deriva
decidieron congregarse
por unos millones de años
con el fin de gestionar
la insaciable
expansión del universo.
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Ojalá lo consigan, pensó todavía. Y se dispuso a trabajar. No podía desatender por más tiempo sus obligaciones de materia ordinaria.

domingo, 11 de mayo de 2008

¡Qué sé yo!


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Para Nán, que insistió en convocarlo
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Soy el yo que perdura
a ratos
pero que,
a ratos también,
me abruma,
me aturulla.

Quien late, late, late
aun cuando el otro
me rehuya.

El tipo que espera en silencio
un reconocimiento apenas audible.

O acaso aquel
que llora sus horas ausentes
perezosas de sueños,
y de pasos furtivos y oscuros.

A decir verdad,
no sé quién soy.
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Sólo sé que ese ser
a ratos
maúlla
y da zarpazos
cual gato
sin zapatos;
¡qué sé yo!

Soy el yo que tú quieras ver.
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jueves, 8 de mayo de 2008

El pececillo de colores



Se recorría piscinas enteras a nado, sumergido varios minutos seguidos sin respirar, afirmaron unos; lo hacía cada día del año y sin esfuerzo aparente, adujeron otros. Y de pronto, sin más, ocurrió. En eso coincidieron todos; sorprendentemente, a nadie le había extrañado lo más mínimo.

En la piscina ninguno de los asiduos supo dar cuenta de cómo ni de cuándo ni, mucho menos, de por qué aquel sujeto se había metamorfoseado en un pececillo de colores. El lugar lo frecuentaban jubilados un poco hoscos, niños con alguna deficiencia física en su hora de entrenamiento, y ciertas octogenarias dicharacheras. Todos sin excepción dijeron que no podía haber sido de otro modo.

La cosa, por lo visto, venía de lejos: el chico nadaba a diario 180 piscinas. Al principio eran sólo 40, pero le bastó un par de años de práctica disciplinada para alcanzar las 100 piscinas de un tirón, sin descansar siquiera un momento, ni tener que ajustarse el gorro ni las gafas. La gente creía que las hacía buceando. Era una verdadera máquina. .

Su familia tampoco se extrañó lo más mínimo cuando se le comunicó el suceso. ¿Cómo iban a alarmarse, si en casa todos sabían que, de mayor, el niño quería ser pececillo de colores? No un nadador profesional, no. Había oído bien: "pe-ce-ci-llo-de-co-lo-res". Su vocación se remontaba, de hecho, a sus sueños infantiles más lejanos. Quería apearse de la humanidad. Dejar de ser hombre cuanto antes. Dado que los médicos no tenían soluciones para su caso, que insistían en tachar de clínico, tuvo que tomar la decisión él solo, y ponerse a ello enseguida.

Si bien, al principio, nadaba sólo para evadirse, con los años aquello devino en vocación. El chico nadaba y nadaba horas enteras, mañanas y tardes sin descanso, sin detenerse. Ya por entonces tenía algo de pez. Incluso hubo un día en que tuvieron que advertirle de que llevaba toda la jornada nadando sin parar, y que tanto exceso no podía traer nada bueno. Al final, para no levantar sospechas, nadaba por la mañana en una piscina, por la tarde en otra y durante el corto horario nocturno en una tercera. Curiosamente parecía alimentarse de su pasión. Por las noches, como era de prever, soñaba que seguía nadando. Y así, un año, y otro, y otro más. Y el chico iba creciendo.

Su madre insistió en afirmar que aquello sucedía desde siempre, desde que el niño era niño. Por eso no les había sorprendido en absoluto. En realidad, hasta ayer mismo parecía hallarse feliz dentro de la pecera de reducidas dimensiones, situada en el tercer estante del armario, en el cuarto de su hermana. Ahora, su única inquietud procede de las pesadillas que le asolan de vez en cuando: sueña con la posibilidad de volver a despertarse, cualquier día, bajo la horripilante apariencia de un ser humano.
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lunes, 5 de mayo de 2008

La imagen reflejada

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El óvalo del rostro ha ido cediendo al paso de los años, a su peso, de ahí que los párpados aparezcan decaídos, descolgados, perplejos. En sus orejas, se aprecia la prolongación de ese preciso abatimiento de que os hablo, el triunfo de lo decrépito. También sus ojeras son profundas, perfiladas a lápiz con la crueldad de un pulso firme. La nariz, por el contrario, se muestra imbatible, como si la decadencia general no fuera con ella, recta y altiva, lustrosa. El ceño, fruncido; la comisura de los labios, torcida; el cuello, derrotado.
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¿Y qué decir de la expresión de la mirada? En realidad, parece como si, en una pirueta imposible, tuviera los ojos fijos en el horizonte de sus ojos, y el tiempo se hubiera vuelto de pronto arisco, viscoso.
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Afuera, en efecto, la disolución sigue su curso y el mundo se desrealiza un poco más, en un avance apenas perceptible.

miércoles, 30 de abril de 2008

El espejo de azogue

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Aunque sepa que la riña no va con él, no puede evitar sentirse implicado.
No está muy seguro de su papel, pero en cualquier caso ha decidido dar su opinión para que nadie cuestione sus buenas intenciones: "Yo sólo soy un pobre espejo antiguo", empieza a decir con la esperanza de llegar a captar, cuando menos, la benevolencia del lector. "Pero ya estoy cansado, harto, a decir verdad, de que ese uno y ese otro me atribuyan, sin venir a cuento, especulaciones, reverberaciones y hallazgos brillantes que jamás ha sido mi propósito reflejar, ni ahora ni en el pasado, y que discutan como salvajes, como si les fuera en ello la vida".
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"Me resulta humanamente imposible contentarlos a ambos. Sus desatados egos no permiten que ninguno quiera atenerse a razones, sólo la sugerente apariencia, cuyo brillo no puedo dejar de propagar, los seduce y convence.
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"Sabido es de todos que tengo un solo cuerpo de material bruñido por artesanas manos y mis aguas nítidas han buscado, desde siempre, reflejar la vida que acontecía ahí afuera con la mayor exactitud y fidelidad de que eran capaces, sin partidismos espurios, ni falsas lealtades de ningún tipo, sin prejuicios ni intereses creados que pudieran empañar mi servicio a la verdad y, con ella, al bien de los hombres.
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"Cuando fui creado, me dijeron que mi primer cometido consistía en reproducir la realidad sin pretender vanamente duplicarla, ni mucho menos suplantarla, deformarla o falsearla. Pero está visto que los deseos de un azogue viejo como yo de poco o nada sirven frente a las caprichosas voluntades de los hombres. De veras que lo lamento, no lo saben ustedes bien, pero las cosas se han revelado así: en verdad tan sólo alcanzo a ser espejo de la fortuna."

lunes, 28 de abril de 2008

La sombra del otro


Al tipo de siempre le ha dado por asomar las narices cada cinco minutos en el espejo del cuarto de baño. Se comporta como lo haría un poseso o un loco compulsivo. De pronto, lo recorre como si se hubiera vuelto cóncavo y fuera preciso hurgar en su interior. En alguna ocasión ha creído divisarme fugazmente, apenas unos segundos, pero eso le ha bastado para creerse con derecho a perturbar el frágil equilibrio que habito.
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Otras veces, me ha parecido incluso que me miraba convencido de ser yo el responsable de todos sus defectos, fracasos y hasta fechorías, lo que me ha inquietado de veras, pues hasta ahora había conseguido vivir despreocupado del mundo y de sus sombras, la mar de tranquilo, relativamente a gusto dentro de este espejo de aguas quietas que cuelga, magnífico, de la pared de un cuarto de baño emplazado al fondo de un largo y tortuoso pasillo, aunque a mí, su ubicación, nunca me haya importado lo más mínimo.
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Pero esta vez todo es distinto. El otro día, sin ir más lejos, me dio un susto de muerte. En realidad, no me he repuesto todavía. Eso sí, de resultas del accidente, ahora procuro asomarme sólo de vez en cuando y siempre que no oiga ruidos o la casa se encuentre en perfecto silencio. Me parece que a ese sujeto no le gustan los seres como yo. Sin duda es un mal bicho, un tipo vulgar y sombrío. Temo que un día se harte y decida desprenderse del espejo.

jueves, 24 de abril de 2008

El otro


Después de levantarse a la misma hora de siempre, fue vistiéndose con gestos automáticos. Primero se puso las zapatillas, luego el batín, y sólo cuando hubo anudado el cinturón, se encaminó medio dormido hacia el cuarto de baño. Situado al fondo de un largo y tortuoso pasillo, a mano derecha, mientras se dirigía hacia él con la parsimonia de todas las mañanas, sintió que tenía el cuerpo revuelto, pero no pudo averiguar si su incomodidad procedía de la boca del estómago o, más bien, de sus adentros.

Le bastó verse en el espejo para descubrir que ese señor que había enfrente no era él. Tras reconocer el susto reflejado en los ojos del otro, se asustó él también. Gritó, o quizá gritara el otro primero, no lo sabía a ciencia cierta, pero en cualquier caso fue un grito lo bastante ensordecedor como para desparramarse, insolente, por el estrecho hueco del patio de la escalera. Más de uno se estremeció al oírlo.

Cuando a la mañana siguiente el vecino del sexto B le preguntó en el vestíbulo si se había encontrado indispuesto, el otro dijo por toda respuesta que se había sentido algo mal pero que, gracias a Dios, ya se encontraba mucho mejor.

lunes, 21 de abril de 2008

Basta lo suficiente

Se miraron, se sonrieron, y ya no necesitaron más para caer enamorados hasta los tuétanos, es decir, "hasta lo más íntimo o profundo de la parte física o moral del hombre", según aclaración del DRAE leída por la pareja una tarde de lluvia y besos destilados a resguardo.

Si bien les bastó unas décimas de segundo para intuir el tumulto que se les venía encima, necesitaron toda una vida y parte de la eternidad para explorar los infinitos giros, saltos y recovecos que dicha pasión les tenía reservada.

De lo que descubrieron acerca de este espinoso asunto, mejor no hablar.

viernes, 18 de abril de 2008

La gallina escritora

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El escritor inquieto tenía que entregar antes de que finalizara la mañana la cuenta de resultados del mes anterior, pero no lograba concentrarse en los cálculos. Un ansia de creación irresistible le recorría el cuerpo por entero, impidiéndole el desarrollo de su cometido: como si se tratara de una pobre gallina impaciente por poner un huevo.
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Una gallina que hacía números en lugar de revolotear por el corral a sus anchas, y que recibía desde hacía tiempo las amonestaciones de un gallo desdeñoso y de unos compañeros de trabajo más interesados en exhibir sus plumas de pavo real que del buen funcionamiento de la empresa.
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Como no había modo humano de poner el ansiado huevo, la gallina escritora se dispuso a liquidar, con la mayor diligencia posible, las sumas y restas pertinentes. Pero de nada sirvieron sus desvelos. Al gallo le bastó verificar su esterilidad para apartarla del grupo y relegarla al cuidado de los polluelos. Ya sólo aspira a donar su cuerpo para que, en el mejor de los casos, elaboren con los despojos un buen caldo jugoso.
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lunes, 14 de abril de 2008

Homo neanderthalensis

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Aun cuando su rostro denote el cansancio de varias horas seguidas de parto, esta mujer de aspecto frágil y delicado, todavía joven, no se da por vencida. Sus rasgos son armoniosos, y aunque su mirada se haya vuelto vidriosa, las mejillas luzcan sonrojadas y las manos temblorosas por el esfuerzo continuado, su belleza permanece intacta. Desde el principio, no ha cejado un segundo en su empeño por dar a luz esa vida que se resiste a nacer.

Cuando lo consiga, un bebé "pelirrojo, de ojos hundidos y esqueleto robusto, arcos supraorbitarios resaltados, frente baja e inclinada, rostro prominente, mandíbulas sin mentón y gran capacidad craneal", según recogen las mejores enciclopedias al uso, romperá a llorar desconsolado, con un llanto crudo, desgarrador y primigenio a un tiempo, ante la estupefacción de la matrona y el personal sanitario, pues ese niño del pasado ha venido al mundo para convertirse, de golpe y porrazo, en nuestro futuro más inmediato.
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Niño neandertal. Foto de Ph. Plailly y Atelier Daynes, procedente del diario El País

jueves, 10 de abril de 2008

Pisos Cortázar


Estaba leyendo con absoluta entrega "Continuidad de los parques" cuando sonó el teléfono en la habitación contigua:
-¿Dígame?
-Buenos días, señor Pérez López. Le habla el servicio automático Pisos Cortázar. En nuestra campaña de promoción, ha sido usted seleccionado para pasar un fin de semana con los gastos pagados en cualquiera de los pisos Cortázar, que a continuación pasamos a relacionar. Con el objetivo de que usted pueda disfrutar, a solas o con los suyos, de tan insólita oferta, disponemos de un amplio catálogo de patios, torres, villas, terrenos, naves, obra nueva, lofts, masías, estudios, áticos, locales, solares, chalets, bajos, habitaciones y lonjas. De seguir interesado, pulse usted la tecla 1 tras oír la señal.
Pero el escuchador ha marcado el cero.
- Su selección ha sido guardada. Tenga en cuenta que la oferta no es acumulable. Así pues, el próximo fin de semana del 26 al 27 de abril le tendremos reservada una habitación con vistas a un hermoso parque. El dormitorio cuenta con baño, televisión y un saloncito de lectura. Si lo precisa, también puede hacer uso de nuestro servicio de catering a partir de media tarde. Pisos Cortázar le garantiza, asimismo, una total discreción con el empeño de ofrecerle un descanso seguro. Deseándole una feliz estancia en Pisos Cortázar, reciba usted nuestra más cordial enhorabuena.

domingo, 6 de abril de 2008

Primeras palabras

El bebé yergue temerario la cabeza, mira con ojos desorbitados los rostros bobalicones de pura satisfacción de papá y mamá, y se decide por fin: “ma-ma-ma-ma-pa-pa-pa-pa”.

Quizá pudiera resumirse la historia de la humanidad en esos torpes balbuceos. Jamás otros sonidos contuvieron en el curso de los siglos, ni lo cosecharán siquiera en venideros, tanta verdad.
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Hermosa vida que pasó y parece
ya no pasar…
Desde este instante, ahondo
sueños en la memoria: se estremece
la eternidad del tiempo allá en el fondo.
Y de repente un remolino crece
que me arrastra sorbido hacia un trasfondo
de sima, donde va, precipitado,
para siempre sumiéndose el pasado.


Jaime Gil de Biedma, "Recuerda"